No todos los niños afrontan la vuelta al cole con una sonrisa, hay más resignación que alegría
Educación Infantil

No todos los niños afrontan la vuelta al cole con una sonrisa, hay más resignación que alegría

HOY SE HABLA DE

Llevamos desde el mes de agosto escuchando que “empieza al cole”. Llevamos semanas haciendo listas y probándoles ropa para “la vuelta al cole”. Con la mejor intención, por supuesto, pero a veces sin percatarnos de lo que realmente sienten los niños con esa cita en su agenda.

La vuelta al cole puede ser un motivo de alegría como puede serlo de angustia para algunos niños ¿nos estamos dando cuenta de ello, los adultos a su alrededor? Porque no, no todos los niños afrontar la vuelta al cole con una sonrisa, en algunos hay más resignación que alegría.

Uniformes, equipaciones deportivas, babies, mochilas, carteras, libros y más libros. La vuelta a clase tiene el aliciente positivo de ver a muchos de los amigos del curso pasado y disfrutar juntos, de aprender con profes divertidos y asignaturas que nos gustan pero también tiene una cara algo menos amable.

“¡No entiendo que tiene de guay tener exámenes cada dos por tres, tener que madrugar, llevar un montón de peso en la mochila!” Bea 9 años

Excesiva presión

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Muchas veces la presión que podemos llegar a ejercer sobre los niños es absolutamente involuntaria, no nos damos cuenta de que proyectamos en ellos nuestras propias intenciones.

Queremos enseñarles lo que ya sabemos nosotros pero que a su edad no sabíamos, algo lógico y algo que sólo aprenderán con el paso del tiempo.

Otras veces esa presión es más continua y consciente, otras veces queremos que nuestro hijo sea lo que nosotros no pudimos o no supimos ser. Queremos que no se despiste con la consola, queremos que no pierda el tiempo con amigos a los que a veces no conocemos del todo bien. Queremos, sin darnos cuenta, que crezcan demasiado rápido.

Incluso hay casos en los que esa presión es “hereditaria”, que arranca en el colegio y llega incluso hasta la universidad, donde algunos padres deciden que el título en derecho o medicina en la familia, es casi algo hereditario, más allá de las pretensiones o preferencias del propio estudiante.

Casos como el que conocíamos este verano de un padre japonés que mató a su hijo de 12 años por no querer estudiar más, son sólo excepciones pero muestran la presión que ejerce sobre una familia un sistema educativo competitivo y nada justo para aquellos niños que tienen menos facilidades de estudiar, para aquellos niños de familias menos desahogadas económicamente.

Sistemas educativos en los que sólo estudian aquellos niños cuyas familias pueden costeárselo y el resto, el resto tiene pocas opciones en la vida, cuando se hacen adultos.

Destrozar el colegio para no volver a clase

Colegio

Tener que volver al colegio inevitablemente se traduce en que los niños no disponen de su tiempo, en muchos casos ni siquiera de una pequeña parcela diaria en la que puedan decidir qué hacer o qué no hacer.

Ante esa presión y desde la perspectiva infantil, leer noticias como la de los niños gallegos que entraron este verano en su colegio para destrozarlo y así no tener que volver a él, nos podrían hacer reflexionar sobre el tema.

Estudiar podemos estudiar durante muchos años, toda la vida prácticamente pero ¿cuántos años vamos a dejar que nuestros hijos sean niños?

Ya, me diréis que la culpa no puede recaer en los padres o no sólo en los padres y tendréis razón pero algo tendremos que hacer entre todos ¿no os parece?

Y no hablamos de casos de bullying o acoso escolar que eso es aún más serio, sólo reflexionamos sobre el día a día de muchos niños y niñas que afrontan la vuelta al colegio con más resignación que alegría, que también los hay.

Fotos | iStockphoto
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Comentarios cerrados
    • Es normal que no quieran volver al cole, como los adultos no queremos volver al curro después de vacaciones, tampoco hay que hacer un drama de ello. En la vida hay cosas que apetecen más y cosas que apetecen menos y es normal y sano que los niños lo aprendan, no podemos meterles en una burbuja donde todo sea maravilloso y todo les guste pues les frustrariamos, ya que tarde o temprano tendrán que salir de ella.

    • Estamos de acuerdo entonces que nuestro sistema social acepta como obligatorio el cursar estudios desde muy pequeños, y por tanto la escolarización debe darse sí o sí aunque los padres no lo deseen. Pero en otro artículo suyo usted afirmaba esto:
      "Sin embargo lo más recomendable es que pasen los primeros años con sus padres, en un entorno conocido y estable. La guardería, la escuela infantil, queda entonces como una solución a un problema, que no es otro que la ausencia de un cuidador."
      Teniendo en cuenta que en el futuro todos van a ser escolarizados, ¿es acaso malo que nuestros menores se adapten a un horario en el que están en un sitio donde van a ser cuidados, respetados y formados? Y por tanto, las personas que se van a ocupar de ellos, ¿no son cuidadores? ¿no van a atenderlos debidamente, y enseñarles que sin sus padres delante también van a ser respetados?
      Porque me parece una contradicción decir que los educadores de la enseñanza obligatoria son "amable, paciente, simpático y con imaginación para hacer que las clases sean más divertidas y que el niño le preste más atención" y los cuidadores en la educación infantil (recordemos, no contemplada como necesaria por nuestros gobiernos) son una mera solución a un problema. Un problema como el que los gobiernos no se impliquen en la conciliación familiar y laboral.
      De nuevo, un cuidador infantil es la persona que estimulará a las personas que son el futuro de nuestras sociedades. No son menos cuidadores, ni mucho menos trámites que solucionan un problema pasajero. No pueden en esta página decir que la familia que cria a sus hijos fuera del sistema social, los que dejan que salten en sofás ajenos, no es buen ejemplo de crianza natural, ni tampoco que los padres que si están dentro del sistema tampoco lo son.

    • Es normal aun que en mi caso ha sido lo contrario. La mayoría de niños necesitan algo de adaptación. Parece ser que nos olvidamos de la felicidad de los niños con tanta presión social. Tengo la suerte de tener dos niños que adoran ir al colegio, relacionarse con otras personitas de su edad, tener sus rutinas y su entorno saludable para aprender, crecer y seguir siendo felices. Ahora estamos pendientes del inicio escolar de mi hija pero con 4 caprichitos que le hemos comprado de onlineoferta.com ya va toda contenta con su mochila y sus cosas.

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