¿Cómo lo estás consiguiendo este verano para conciliar hasta que lleguen las vacaciones de toda la familia? Donde no hay un campamento urbano o no urbano, hay unos abuelos o unos tíos o una excedencia sin sueldo… los malabares son incontables para conseguir que ese tiempo libre que tienen los niños en vacaciones cuadre con el tiempo que aún los adultos no tenemos ni libre ni disponible.
En momentos como estos o se echa mano de “la tribu” o se echa de menos tener algo parecido para poder organizarnos más y mejor
Llámemoslo "tribu" o red de apoyo mutuo, si nos parece una forma mucho más moderna de llamarlo pero al final, viene a ser más o menos lo mismo.
Hace ya unos meses de la polémica que se formaba por el comentario de Anna Gabriel sobre su opinión personal en torno al concepto de “criar en tribu”.
Muchas madres y padres se sintieron ofendidas mientras otras reconocían la solución a la situación en la que vivimos a lo largo de nuestra vida, cuando nuestros hijos necesitan la tutela de un adulto en su día a día.
Criar individual o colectivamente
Tener un concepto de la paternidad o maternidad más colectivo y menos individual que el que tenemos ahora, un concepto que contribuya a una educación más social también, más desarrollado en una sociedad, en un grupo, en una tribu si queremos llamarlo así.
No hace falta viajar al pasado, no hace falta renunciar al progreso ni a la medicina, no hace falta ridiculizar el concepto, es solo una forma más de ver y plantearse vivir la maternidad.
Podemos incluso plantearnos “actualizar” ese concepto con nuestro día a día en el que forman parte colegios, actividades extraescolares, amigos, familiares como los abuelos o ahora, en verano, las etapas de campamentos urbanos o colonias en los que los niños viven y conviven incluso fuera de su propio hogar, de día y de noche. Podría ser también un modo de definir a una "nueva tribu", nos guste llamarlo así o no.
Claro que son numerosos los adultos que participan en la educación de los hijos del siglo XXI como son nuestros hijos: profesores del colegio, monitores de las actividades extraescolares, familiares que pasan un número determinado de horas a la semana con nuestros hijos (por ejemplo los miles de abuelos que se encargan de recoger a los niños del colegio, darles la merienda y llevarles a alguna de sus extraescolares) y según los psicólogos, esa participación puede ser muy positiva para nuestros hijos.
Siguiendo unas pautas básicas comunes, los distintos puntos de vista de los adultos que participan en la educación del niño, les benefician emocionalmente y les ayudan a desarrollar incluso su capacidad de análisis. La forma de enfocar la situación es distinta y en todo momento el niño está aprendiendo a analizar y a afrontar cada circunstancia, se enriquece, es evidente que el ejercicio que tiene que hacer es más completo cuando convive con distintas personas en las que sabe que puede confiar.
¿Cómo es más fácil enseñar a ser solidario, cuando se está solo en casa o cuando se convive con más niños? ¿Pero es que acaso se puede ser solidario cuando se está solo?
Conceptos que hay que vivir
La solidaridad es quizás uno de esos conceptos vitales en el desarrollo de una persona y muchos de nosotros nos empeñamos en que los niños lo interioricen de una forma natural.
Para muchos psicólogos, la solidaridad se aprende más y mejor en esa educación en la que participan más personas, en la que se convive, esa educación en tribu o en una red de apoyo mutuo.
Llegados a este punto, valorando los beneficios que tiene para nuestros hijos y sufriendo los inconvenientes que en términos de conciliación supone la crianza individualizada, para muchos esto de la tribu sería más que deseable ¿no os parece?
De cara al próximo curso hay muchos papás y mamás que se están planteando una forma diferente de educar a sus hijos, un método quizás menos convencional pero que se plantee la educación de una forma más repetuosa con los niños ¿quizás sea el momento de buscar una “tribu” o algo que se le parezca para volver a educar en colectivo, en grupo, en conjunto?
Cada vez hay más grupos de crianza sobre todo en las grandes ciudades, en los que los niños viven este tipo de educación, donde se gestionan los tiempos, las necesidades y las obligaciones de una forma distinta a como se hacen en el colegio convencional, quizás sea el momento de explorar estas formas “antiguas” que ahora a algunos pueden parecerles tan “modernas”.
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