En España dice la ley que la educación de un niño es obligatoria a partir de los seis años, pero son muy pocos los niños que empiezan el colegio en esa edad porque la mayoría entran hacia los dos o tres años. Lo hacen así por una cuestión de costumbre y presión social (se considera que es un error no escolarizar en infantil), porque aunque se quiera esperar, son pocas las familias que pueden atender al niño en casa o hacer uso de otras soluciones, y porque así pueden optar a una plaza para el resto de la escolarización (a los seis años es mucho más difícil escoger el colegio que los padres querrían).
El caso es que un estudio reciente de la universidad de Standford basado en niños de Dinamarca concluye que muchos niños están siendo escolarizados demasiado pronto. Lo más sorprendente, y ahora lo explicamos, es que no habla de niños que empiecen el cole a los dos o tres años como los nuestros, sino de niños que se escolarizan a los seis años, en comparación con los que empiezan el colegio a los siete años.
¿Por qué demasiado pronto?
Porque al parecer, si los niños son escolarizados cerca de los seis años la probabilidad de que se adapten mal y desarrollen déficit de atención o hiperactividad es mayor que si son escolarizados más cerca de los siete años. O lo que es lo mismo: los niños que van al colegio más tarde tienen más autocontrol que aquellos que son escolarizados de manera más temprana.
Según los investigadores, al analizar el comportamiento de los niños a los 11 años, vieron que aquellos que habían entrado en el colegio un año más tarde reducían la probabilidad de tener falta de atención e hiperactividad en un 73%.
Lo anecdótico de la situación es que muchos de los niños que empiezan el colegio más temprano, a esa edad de seis años, lo hacen porque los padres lo consideran beneficioso. Creen que cuanto antes vayan, mayores serán sus conocimientos y preparación, y esto será positivo en el futuro. Sin embargo, en países como Alemania y Finlandia escolarizan más tarde, hacia los siete años, porque piensan que a esa edad los niños son más capaces, al ser más capaces tienen más seguridad en sí mismos, y al tener más seguridad aumentan sus capacidades, en un círculo que se retroalimenta constantemente.
Pero... al ir más tarde, van a la guardería
El estudio tiene una limitación que debe explicarse: los niños que van más tarde al colegio en Dinamarca suelen ir a lo que se conoce como pre-kindergarten, algo así como una escuela infantil o guardería de las nuestras, pero para niños de hasta seis años.
Así, la diferencia es que hay niños de 6 años en el colegio (los que tienen más probabilidad de tener problemas de atención a los once años) y niños de 6 años que aún no van, pero sí van a la escuela infantil (que tienen a los once un 73% menos probabilidad de tener esos mencionados problemas de atención).
Al parecer, las escuelas infantiles de Dinamarca son consideradas centros con una preparación de notable a excelente, donde los niños tienen más tiempo para desarrollarse a través del juego no estructurado que aquellos que van al colegio. De hecho, los investigadores ven como un beneficio este suceso, que los niños vayan más tarde al colegio, para poder estar más tiempo en centros donde prima el juego libre y donde los niños pueden, sobre todo, disfrutar de los primeros años de su infancia.
¿Y en España?
En España vamos al revés, al parecer. Los niños empiezan el colegio a los tres años (algunos tienen dos cuando entran), y los padres que antes no los han llevado a ninguna guardería siguen recibiendo presiones y críticas desde muchos círculos sociales porque se considera que es un error.
De hecho, si os fijáis, he escrito ya tres veces (y con esta van cuatro) la palabra "guardería", cuando desde hace años se está intentando eliminar el término para que todos lo llamemos escuela infantil.
No tengo ningún problema en llamarlo de una manera o de otra, porque la admiración que siento por muchas educadoras y por alguno de los centros que conozco es infinita y no depende del término, pero me da la sensación de que queremos que se le llame escuela infantil porque a la sociedad le parece muy bien que desde bien pequeños vayan a la "escuela", que reciban ya una educación y que empiecen a aprender cuanto antes.
Pero esto no es más que una manera de enmascarar una realidad que es ineludible: la conciliación familiar y laboral no existe, es una farsa que aún está por resolver, y los padres y madres nos vemos obligados a hacer malabarismos o prescindir de parte de un sueldo, o de un sueldo entero, para poder criar nosotros a nuestros hijos, porque al Estado le da igual que tengamos o no hijos, no lo valora en ningún caso en la medida que debiera hacerlo.
Dicho de otro modo: lo llamamos escuela infantil en un intento de sentirnos mejor por llevarlos allí (porque van a aprender muchas cosas y a recibir una educación temprana), por un suceso que no debería suceder: los padres estamos absolutamente solos al serlo, ya que lo único que tenemos son 16 semanas de baja maternal y dos de baja paternal. Una vez pasa ese tiempo, nos vemos con un bebé totalmente dependiente, en la misma situación que si no hubiéramos sido padres: con la misma hipoteca que pagar, el mismo horario de trabajo y el mismo sueldo (bueno, a las madres les dan 100 euros al mes, pero solo si tienen un empleo).
Así que como esto es lo que hay desde hace muchos años, y para que siguiéramos viéndolo normal, el capitalismo decidió hacernos creer que ir a la escuela infantil era positivo (y por eso se insiste en que la llamemos así, y de vez en cuando salen estudios que dicen que los niños que van tienen mejores notas de mayores, como si lo importante fuera solamente el currículum y no el que los padres puedan educar a los hijos que han decidido tener).
Por eso a mí me sigue gustando lo de guardería, porque aunque no guardan a los niños como quien guarda un cacharro, los tienen a buen recaudo, los vigilan y los acompañan, ojalá, mientras juegan a sus anchas y libremente. Una escuela infantil me suena a horarios, actividades dirigidas, normas estrictas y poco juego libre (así me suena el término, no digo que sea así); una guardería me suena a libertad, juguetes, puertas abiertas y niños sin un reloj que seguir... lo que curiosamente más valoran en el estudio que acabamos de mencionar.
Y ojo, que estoy hablando de guarderías y escuelas infantiles cuando debería hablar de esos dos a tres años en los que muchos entran demasiado pronto, llorando cada mañana y sintiéndose incomprendidos y al final resignados y en cierto modo abandonados.
Repito: un estudio está evaluando si es mejor entrar en el colegio a los seis o a los siete años, y aquí el debate todavía está en si es mejor que entren a los tres años desde casa, o que vayan antes a una escuela infantil.
Vía | Quartz
Fotos | iStock
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