Según datos de un estudio realizado en noviembre de 2019, ocho de cada 10 adolescentes han presenciado en algún momento un episodio de acoso escolar a un compañero, convirtiéndose en una parte fundamental del entramado del bullying ya que con su su actuación pueden reforzar al agresor o por el contrario frenar el acoso.
Con motivo del Día Internacional contra el Acoso Escolar, Amalgama7, entidad especializada en la atención terapéutica y educativa para adolescentes, jóvenes y sus familias, quiere hacer especial hincapié en la figura del espectador del acoso, y cómo lo que este haga o no haga resulta clave.
Acosador, víctima y espectador: un triángulo que hay que romper
Los participantes de toda situación de acoso son tres: los acosadores, la víctima y los espectadores. Se trata del denominado ‘Triángulo del Bullying’.
En uno de los vértices se posicionan los espectadores, que a su vez tienen tres posibles formas de actuar:
- Actuación activa-agresiva, en la cual apoyan al acosador y se convierten en sus cómplices (animan, graban la agresiones…)
- Actuación pasiva, donde optan por no entrometerse en esta situación de acoso a pesar de ser conscientes de lo que sucede (esta opción puede darse por indiferencia o como forma de autodefensa por miedo a convertirse en víctimas si deciden actuar)
- Actuación activa defensiva, cuando deciden ayudar a la víctima enfrentándose al agresor o pidiendo ayuda en su nombre.
Según el doctor Royo, director clínico de Amalgama7, si el espectador adopta un rol de defensa de la víctima y no ríe las gracias al opresor, éste tenderá a disminuir su comportamiento de agresión hasta extinguirlo.
Por el contrario, si el espectador o espectadores adoptan un rol de colaboración o de refuerzo al acosador, la agresión se perpetuará y muy probablemente se incrementará de forma progresiva.
"Cuando el acosador se siente reforzado, se viene arriba e incrementa un trato humillante hacia la víctima. Muchos espectadores tienden a reforzar al agresor porque de esta forma, y gracias a la ley del silencio, evitan que se concentren en ellos y convertirse ellos mismos en víctimas".
Cómo actuar ante el bullying o el ciberbullying
Según los estudios, el acoso escolar afecta a 246 millones de alumnos en todo el mundo. Además, y en contra de lo que se suele creer, no es un problema exclusivo de la adolescencia, sino que ya comienza a fraguarse en la etapa de Infantil y tiene su mayor prevalencia en Primaria, en donde uno de cada 10 alumnos afirma haber sufrido bullying alguna vez.
Datos publicados por la Fundación ANAR y Mutua Madrileña señalan que el 35,5% de los alumnos son conscientes de la existencia de casos de acoso escolar en su entorno por lo que el papel de estos espectadores o conocedores del problema es fundamental.
Por ello, es importante que inculquemos a los niños que si detectan un caso de acoso o ciberbullying en su centro educativo lo comuniquen de inmediato a los profesores, pues las escuelas tienen protocolos de actuación ante las situaciones de bullying.
Así, si detectamos que nuestro hijo está acosando a un compañero es necesario investigarlo, confrontarlo y buscar ayuda profesional.
Por el contrario, si es nuestro hijo quien está siendo acosado debemos crear un clima de confianza que favorezca el diálogo, animarle a denunciar y acompañarle en el proceso con ayuda del colegio y de psicólogos.
"Las víctimas, los espectadores y los agresores son menores de edad que precisan ayuda psicológica, tanto para intentar revertir su situación y fortalecer su autoestima dañada, como para cambiar su actitud"
"Por otro lado, muchos agresores no tienen conciencia de estar efectuando ningún tipo de maltrato. En estos casos, la primera ayuda consiste en que tomen conciencia de que con su conducta están maltratando a otra persona. Sin atención psicológica, difícilmente se revertirá la situación y la actitud acosadora”.