Le dijeron que debía abortar porque el cáncer estaba muy avanzado y ella decidió escuchar a su bebé para tomar la decisión

Su nombre es Elizaveta Bulokhova, es modelo y hace poco explicó lo que vivió el año pasado cuando, con 24 años, se enfrentó a la decisión más difícil de su vida. Estaba embarazada cuando se fue de vacaciones a Amsterdam com su pareja, Roman Troubetskoi. Estando allí empezó a sentir un fuerte dolor en la boca, que interpretó como dolor de muelas. Al ir al médico le dieron la fatal noticia: tenía un cáncer que le afectaba a prácticamente toda la mandíbula inferior y que debía tratarse cuanto antes, para lo cual tendría que abortar al bebé.

¿Qué hacer ante una noticia así? ¿Salvar la vida y perder la de tu bebé? ¿Negar la asistencia y seguir con el embarazo? Ella optó por escuchar a su bebé, en su vientre, que no dudó en decirle lo que tenía que hacer.

Él era un bebé muy activo y me gustaba hablar con él a menudo mientras estaba en mi vientre. Tuve que decirle que dejara de moverse porque no podía seguir con él y entonces, de repente, lo hizo. Él me escuchó: dejó de moverse [...] Decidí que lo que el universo hubiera decidido para mí iba a aceptarlo. Si mi bebé estaba destinado a nacer, nacería.

Ella se había dejado guiar por los médicos. Tenía que abortar. Era la manera de iniciar el tratamiento y tratar de acabar con el cáncer. Pero su hijo seguía moviéndose en su vientre, como siempre. No pudo soportar saber que iba a abortar a su bebé contra su voluntad y que él siguiera diciendo "mamá, estoy aquí", con sus movimientos y patadas, y le dijo que tenía que parar, que no podría ser, que no se llegarían a conocer, que dejara de moverse... y él le hizo caso y paró. Dejó de dar patadas, dejó de ser el bebé feliz que crecía dentro y se hizo cargo de la situación.

Bueno, así lo interpretó ella. Probablemente estaba llorando, furiosa con la situación, y al bebé toda esa situación, con la voz alterada de mamá y su corazón latiendo a diferente velocidad, le debió parecer lo suficientemente novedosa o importante como para detenerse a escuchar. Fue su manera de entender que algo estaba pasando y ella lo sintió como la clara señal de que su bebé también sufría con lo sucedido.

Se sometió a una intervención de urgencia de 16 horas en la que le extirparon el 95% de su mandíbula y le realizaron una complicada reconstrucción con parte de hueso del peroné y piel de la pierna, el brazo, la cadera y la espalda. La operación eliminó la parte afectada, pero no era suficiente. Debía hacer quimioterapia y era totalmente incompatible con el embarazo.

Pero decidió seguir adelante, arriesgarse, dejar que fuera lo que tuviera que ser, pero poner por delante a su bebé.

La recuperación de la operación fue más lenta de lo esperado: no podía abrir la boca y tenía que ser alimentada a través de una sonda nasogástrica (que a través de la nariz llega al estómago). Para respirar tuvieron que hacerle una traqueotomía, de ahí su cicatriz en el cuello, y tuvieron que esperar a que todo cicatrizara bien y ella estuviera más fuerte para empezar con la quimioterapia.

Ese retraso, ese tiempo que fue pasando posibilitó que el bebé siguiera creciendo dentro hasta llegar a la semana 28, cuando ella y su pareja decidieron preguntar si sería posible y viable tener ya al bebé. Se intentó provocar el parto, pero no lograron que dilatara y al final se practicó una cesárea, 10 semanas antes de que saliera de cuentas.

El bebé tuvo que ingresar en la Unidad de Neonatos donde permaneció 51 días, creciendo y poniéndose fuerte. Mientras tanto, Eslizaveta empezaba a hacer quimioterapia y empezaba a intentar comer: apenas podía abrir la boca y no tenía apetito. Según cuenta, podía tardar hasta una hora en comerse un huevo.

Siempre que podía y era seguro para ambos, iba a ver a su bebé, Valentín, hasta que un día, por fin, pudieron dejar el hospital los tres.

La sesión de fotos después de todo

El fotógrafo Manolo Ceron quiso contar su historia a través de una sesión de fotos increíble, cargada de fuerza, de dolor, de lucha y de inspiración.

Contactó con ella para ofrecerle esa posibilidad, y a ella le gustó la idea de poder explicarlo de esa manera, de volver a posar, de volver a hacer lo que había hecho durante 7 años, antes de la terrible noticia. El resultado es el que veis.

Y esto es todo acerca de una mujer que, con tan solo 24 años, tuvo que hacer frente a una de las peores situaciones que puede vivirse: escoger entre poner en riesgo tu vida o abortar a tu bebé.

¿Deberíamos pensar qué hacer en su situación? No. Yo creo que no. No vale la pena, porque nadie que no esté en la misma situación sabrá los condicionantes de cada decisión y el dolor que supone tener que escoger entre dos opciones terribles.

Lo que sí podemos hacer es conocer la historia, saber que estas cosas suceden, que hay personas decididas a luchar pase lo que pase y que nos sirva para entenderles, comprender su elección, compartir el dolor, ni que sea un poco, e inspirarnos por su fortaleza y tesón.

Hace 3 días, en su cuenta de Instagram, Elizaveta compartió una foto de familia. He querido compartirla también porque me ha parecido preciosa: una familia que sonríe a pesar de todo lo que ha tenido que pasar para llegar a ese momento:

Vía y Fotos | DailyMail, BoredPanda, Manolo Studios
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