Carta al niño que acaba de convertirse en hermano mayor

Cuando un bebé llega a una familia en la que ya hay otro niño, este pasa a convertirse en hermano mayor. Con independencia de la edad que tenga ese niño, el entorno le presupone enseguida una serie de cualidades y atributos que debería cumplir por el simple hecho de haber nacido primero.

Que si debe ser responsable, que si tiene que cuidar al bebé, que si debe dar ejemplo con sus actos porque es el mayor...amigos y familiares cargan sobre la espalda del niño el peso de su recién estrenado rol, sin ser conscientes de lo que esto puede suponer para él.

Hoy me gustaría dedicar unas palabras a ese niño o niña que acaba de convertirse en hermano mayor. Sé que él no las leerá, pero confío en que alguien que le quiera lo haga y entienda por qué es importante dejar a un lado los roles y etiquetas, y brindar el sostén emocional que todos los niños necesitan, con independencia de su edad y orden de nacimiento.

Ya tengas dos, tres, seis o nueve años, lo que es seguro es que aún no eres lo suficientemente grande, física ni emocionalmente, como para cargar con el potente rol que los adultos adjudicamos al "hermano mayor".

Seguro que nada más verte al lado del recién nacido, tus padres han pensado que has crecido de repente. Quizá tus manos les hayan parecido enormes en comparación con las del bebé, o tus diminutos pies que hace unos días se comían a besos, ahora les resulten gigantes.

"¡Cuidado, no vayas a hacer daño a tu hermanito!", es posible que te digan de forma instintiva mientras le tomas en brazos por primera vez, como si de pronto te hubieras convertido en Gulliver en el país de los liliputienses.

Personalmente, una de las cosas que más impacto me ha provocado siempre es ver juntas las cabecitas de los hermanos; una tan diminuta y frágil, la otra tan grande y bien formada... Lo mismo ocurre con los pañales o el chupete, en el caso de que el mayor los siga utilizando: ¿cómo es posible que estos complementos de puericultura puedan parecernos tan bastos, de la noche a la mañana?

Pero por mucho que tu aspecto físico parezca haber madurado con la llegada del recién nacido -haciéndonos incluso olvidar la fragilidad y delicadeza que caracteriza a la infancia- , lo cierto es que sigues siendo un niño en pleno crecimiento y con muchos años por delante para dejar atrás esta maravillosa etapa de la vida.

Lo mismo ocurre con tus necesidades emocionales y afectivas, con tu forma de entender el mundo y con tu cerebro todavía inmaduro. Y es que a pesar de que nos empeñemos en recordarte "lo grande que ahora eres" y lo importante que es "dar ejemplo a tu hermanito con tu comportamiento", la verdadera realidad es que no eres más que un niño que todavía necesita (y necesitará por mucho tiempo) la guía y el sostén emocional de sus padres.

¡Claro que es importante fomentar tu autonomía y prepararte para la vida!, pero nunca hacerlo porque te hayas convertido en hermano mayor y sea eso lo que toca, ni porque otros esperen de ti ciertas cualidades ligadas a tu nuevo rol; un rol que, dicho sea de paso, ni siquiera has elegido.

Tampoco debería nadie impedirte realizar las cosas que antes hacías, o incomodarte con preguntas retóricas como "ya eres muy grande para eso, ¿no te parece?" A esos adultos que siempre tiene algo que decir me gustaría recordarles la importancia de respetar los ritmos del niño, porque parece que esta premisa solo está clara hasta que llega un nuevo bebé a la familia; entonces, nuestro enfoque cambia, olvidando las necesidades del niño mayor.

Déjame decirte que ser hermano mayor es maravilloso, pero no por el hecho de haber nacido primero (aunque si lo piensas bien, solo tú has tenido la inmensa fortuna de disfrutar en exclusiva del tiempo de papá y mamá), sino sencillamente, por poder compartir tu viaje de vida con un hermano, el regalo más especial que hay.

"Ojalá el entorno en el que estés creciendo y desarrollándote sea respetuoso con tus necesidades como niño, y entienda que la infancia no debería cargar con roles ni estereotipos impuestos por los adultos"

A menudo decimos que nadie nos enseña a ser padres, pero tampoco a ser hermanos. Por eso, un día serás tú quien aconseje, proteja y cuide, y al día siguiente las tornas se cambiarán. Porque al final, de lo que se trata es de respetarse, amarse y disfrutarse, y nunca el hecho de nacer antes o después debería presuponer ciertas cualidades en uno respecto al otro

Disfruta de tu hermano, aprende junto a él y graba en la memoria las muchas aventuras que os deparará la vida. Pero hazlo en absoluta libertad, sin presiones del entorno, sin juicios, ni etiquetas. Simplemente, vivid juntos la maravillosa e incomparable aventura que supone crecer con un hermano.

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