El duelo es el proceso de adaptación normal que sigue a la pérdida de un ser querido. Por lo tanto, no es algo inmediato; requiere tiempo. Es algo dinámico que está sujeto a variaciones, algo activo. Esto quiere decir que hay cosas que la persona puede hacer en este proceso.
La forma en la que responden al duelo los niños (y también los adultos) es muy personal, y cada persona tiene un duelo diferente. Es un proceso que tiene un gran componente privado, pero que a la vez necesita ser reconocido socialmente.
Hablamos de cómo responden los niños a la muerte de un ser querido y de cómo puede ser su proceso de duelo según la edad y según algunos factores. También, mencionamos las posibles diferencias con el duelo adulto.
El duelo infantil: cuatro factores que intervienen
El duelo en los niños y adolescentes se ve influido directamente por una serie de factores. ¿Qué factores son y cómo influyen?
1. La edad del niño
Esto incluye también sus capacidades cognitivas y emocionales, que pueden aún estar en construcción, sin haberse desarrollado totalmente como las de los adultos.
2. El tipo de relación y el vínculo con la persona fallecida
Ya que no es lo mismo que el menor pierda a una figura de referencia o central en su día a día que a un familiar directo por el que no sentía apego, o con quien apenas tenía contacto.
3. Los recursos externos
Es decir, los recursos de los que dispongan los familiares del niño o adolescente para garantizar su atención y cuidados.
4. Los recursos internos
Nos referimos a los recursos emocionales del menor, su estilo de afrontamiento y cómo haya afrontado anteriormente otras dificultades, situaciones difíciles de la vida, frustraciones o pérdidas distintas a la muerte. El nivel de madurez influye en todo esto.
El duelo infantil: ¿cómo viven los niños la muerte de un ser querido?
Los niños, al igual que los adultos, pasan por una serie de fases cuando pierden a un ser querido.
Fue la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross quien elaboró un modelo psicológico que establece cinco fases en el duelo (no tienen porqué aparecer todas o darse en el mismo orden; de hecho, en duelo en niños y adultos es un proceso cíclico, con idas y venidas por las distintas fases):
- Fase de shock o negación: cuesta creer lo que ha ocurrido, se niega. Es un mecanismo de defensa de nuestro cerebro.
- Fase de ira: el niño está enfadado y rabioso por esa pérdida.
- Fase de tristeza: aparece una gran tristeza.
- Fase de negociación: el niño empieza a contactar con la realidad y busca qué cosas hacer para sentirse mejor o para aceptar esa muerte.
- Fase de aceptación: las emociones son cada vez menos intensas; se integra la pérdida.
Sin embargo, cada niño es único y vivirá su proceso de forma muy única. Eso sí, dependiendo de la edad del niño, hay algunas situaciones que pueden darse:
El duelo y la muerte a edades tempranas
Si hablamos de un bebé de entre 1 y 3 años, y la persona fallecida no tenía una relación frecuente con él, puede que ni se percate de su ausencia. Pero si es el papá o la mamá quien fellece, el niño llorará constantemente por la sensación de abandono, sin entender qué ocurre.
En ese caso es importantísimo proporcionar el cariño y cuidados que aquella persona ofrecía al bebé, mantener las rutinas del niño y dejar que el tiempo en el duelo haga su trabajo.
De 4 a 7 años
A estas edades aún no hay una comprensión total del concepto de la muerte, y los niños la entienden como algo casi mágico. Tienen creencias fantasiosas y pueden pensar que la persona fallecida regresará como un ser fantástico.
Hacen preguntas con difícil respuesta, pero debemos contestar de forma clara y honesta. Tras la muerte del ser querido pueden aparecer comportamientos poco habituales en ellos, como hacerse pis en la cama, mostrar indiferencia o tener explosiones de enfado. Lo ideal es que puedan expresar poco a poco lo que sienten.
A partir de los 7 años: las fases del duelo
A esta edad el duelo ya es más similar al del adulto. En la fase de negación los niños pueden mostrarse felices e indiferentes. Después empezarán a exteriorizar su rabia, en la fase de ir.
En la fase de negociación pueden sentirse culpables y hacerse preguntas como "¿qué hubieras pasado si me hubiera portado mejor el día que murió mamá?", "¿hay algo que yo podría haber hecho para evitar que papá se fuera?".
Aparece entonces la fase de la tristeza, y finalmente la de la aceptación (aunque el orden de las fases puede ser otro, el duelo siempre se resuelve con la aceptación o integración de la pérdida).
Expresión emocional del duelo infantil
Las emociones de los niños en el duelo tienden a oscilar (en adultos, un poco menos), y es habitual que su duelo vaya y venga, igual que sus emociones. Es como si de vez en cuando se "olvidasen" de la pérdida para poder concentrarse en otras cosas que les ocurren en su día a día.
No debemos malinterpretar esos "olvidos" creyendo que el niño ya no echa de menos a esa persona; lo que ocurre en realidad es que para ellos es insostenible inmovilizarse en la pena y el dolor durante mucho tiempo.
Además, los niños expresan con su conducta y su cuerpo el dolor mucho más que los adultos (que expresan más con palabras), y por ello pueden mostrar una irritabilidad que en realidad, enmascara su tristeza. Ellos necesitan poden expresar esas emociones de forma alternativa, ya sea a través de las canciones, el juego, poemas, dibujos, bailar...
Aspectos clave y diferencias con el duelo adulto
El duelo infantil se diferencia en algunos aspectos del duelo adulto. Hemos recogido los más relevantes:
1. El ritmo vital
La vida del niño no suele interrumpirse, sigue su ritmo. Esto no quiere decir que no les afecte, sino que su vida es muy dinámica, con mucho movimiento y con actividades a las que no pueden renunciar. Por ello el duelo en niños no suele implicar una ruptura con la realidad, como sí ocurre a menudo en los adultos.
2. La duración
Habitualmente los menores resuelven el duelo de manera más rápida que los adultos. La secuencia de actividades obligatorias que tienen los niños a nivel académico, social, etc., es lo que favorece que el menor conecte con el aquí y el ahora, y tenga que dar cabida a sus necesidades. La rutina les va bien, aunque también necesitan momentos para hablar de la pérdida.
3. El mantenimiento de las rutinas
Para los niños, mantener las rutinas es esencial, y suele ser un factor protector que les ayuda a elaborar su duelo.
4. La expresión emocional
La expresión emocional es indispensable y puede hacerse por vías alternativas, como el dibujo, el juego... Esta expresión emocional depende de que los adultos les proporcionen espacio y legitimen sus emociones.
5. La afectación en las distintas áreas
A diferencia de los adultos, los niños suelen preservar sus áreas vitales y el duelo sólo afecta a una o dos áreas principales.
6. El significado de la pérdida
En los niños la pérdida suele traducirse en pérdidas concretas, frente a la pérdida de los adultos, que tiene un significado global (para ellos existe una pérdida de la relación, los vínculos... es más simbólico). Los niños en cambio atribuyen a la pérdida aquellas cosas que les repercuten directamente.
7. El concepto de muerte
El concepto de muerte de los niños es limitado cuando son pequeños (debido a su desarrollo cognitivo) y va avanzando con la edad. El duelo infantil está mediado por aquello que es capaz de tolerar el niño en cada momento de su desarrollo.
8. La necesidad de comunicarse
Los niños necesitan comunicar sus dudas e inquietudes a los adultos (y nosotros debemos estar disponibles para resolverlas).
9. Los apoyos familiares y sociales
Los apoyos familiares y sociales son imprescindibles para la resolución del duelo infantil. Sin esto, el niño no puede elaborar su duelo; necesita guía y acompañamiento. En cambio, los adultos no necesitan tener tan presentes a otras figuras (al menos, no siempre), ya que tienen esta autonomía emocional aún inmadura en los niños.
10. La información que reciben
Finalmente, la información que reciben los niños está influida por la opinión adulta. Si la información que reciben no es correcta o está maquillada, su duelo se limitará a ideas erróneas o distorsionadas que posteriormente serán difíciles de corregir o manejar y que les pueden causar confusión o malestar.
De ahí la importancia de ser sinceros y de adaptar nuestro lenguaje a su comprensión de la muerte. Ten en cuenta que ellos necesitan esta claridad para elaborar de forma sana su duelo.
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