La resiliencia es aquella capacidad para superar las adversidades y los retos que nos pone la vida, y además, salir fortalecidos de ello. Tiene mucho que ver con la capacidad de adaptación a los cambios y con la flexibilización, y es muy útil para seguir adelante cuando las cosas no salen como uno espera.
Tanto los niños como los adultos podemos ser resilientes. En el caso de los niños, esta habilidad les ayudará tanto en la niñez como en la etapa adulta, convirtiéndose así en personas fuertes emocionalmente. Pero, ¿cómo son los niños resilientes? Hablamos de nueve comportamientos que pueden manifestar.
Nueve comportamientos que tienen los niños resilientes
1. Capacidad de aprender de la adversidad
Los niños resilientes tienen más facilidad para ver las dificultades como oportunidades de aprendizaje y crecimiento, en lugar de como derrotas inevitables. Esto hace que puedan adquirir un gran aprendizaje vivencial de todo aquello que experimentan.
Además, este enfoque optimista les ayuda a ver las cosas desde una perspectiva más amplia, lo cual les facilita la puesta en marcha de habilidades de afrontamiento eficaces.
2. Pensamiento creativo
Además, tienen la habilidad de recurrir a la creatividad para buscar soluciones novedosas y originales a los problemas. Es el también llamado pensamiento lateral. Esto les facilita adaptarse o salir airosos de situaciones difíciles o nuevas para ellos (ya que, si optan por un pensamiento más convencional, este no les beneficia tanto), algo necesario para desarrollar esta habilidad de la que hablamos, la resiliencia.
3. Autonomía
Los niños resilientes son también niños autónomos, porque están acostumbrados a buscar soluciones a los problemas. Esto no significa que nunca necesiten ayuda, o que no debamos ofrecérsela, pero sí es cierto que, ante situaciones que pueden controlar o gestionar en parte, son capaces de tomar buenas decisiones.
4. Superación de sí mismos
La resiliencia tiene que ver también con la capacidad de superación personal. Por ello, estos niños son niños que se superan a sí mismos, que creen en sus capacidades y que, gracias a ello, se esfuerzan por cambiar las cosas y mejorar. Para ellos, aprender de los errores y ver en qué pueden mejorar, es una forma de superarse (y un reto personal que les puede motivar).
5. Autoestima positiva
Esta superación personal de la que hablamos también tiene que ver con la autoestima; así, los niños resilientes tienden a tener una buena autoimagen y confianza en sí mismos y se conocen bien (en definitiva, una buena autoestima), algo que les ayuda a enfrentar desafíos con una actitud positiva.
6. Flexibilidad y adaptabilidad
Como hemos visto, la resiliencia también tiene que ver con la flexibilidad y la capacidad de adaptación. Por eso son niños capaces de adaptarse a cambios inesperados o poco deseados (por ejemplo: un cambio de escuela, un cambio de ciudad...). Y también, son capaces de ajustar sus expectativas y estrategias cuando es necesario.
7. Realismo sin perder el optimismo
Para ser resilientes, es necesario ver las cosas tal y como son, pero manteniendo la esperanza y una actitud positiva para cambiar aquello que está en nuestro mano para estar mejor. Por eso son niños optimistas pero realistas, y gracias a su actitud positiva hacia el futuro creen en la posibilidad de superar los desafíos y pueden mantenerse motivados.
8. Son prácticos
Son también niños prácticos; esto quiere decir que tienden a centrarse en las cosas que dependen de ellos para estar mejor, y no tanto en las que no (lo cual generaría mucha frustración). Y esta practicidad les ayuda a afrontar los retos de forma más eficaz y positiva, y, como consecuencia, a ser resilientes.
9. También experimentan malestar
Finalmente, aunque los niños resilientes tengan todas estas habilidades, no olvidemos que siguen siendo niños (y personas), y por lo tanto, las situaciones adversas también les duelen y les generan malestar.
Por eso, no son niños que se libren de las emociones desagradables que surgen ante situaciones complicadas (como la rabia, la frustración, la tristeza...), simplemente, deciden hacer algo con dichas emociones, afrontarlas y transitarlas, para después, seguir hacia adelante. Así, cuentan también con una buena inteligencia emocional.
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