Los niños son imanes. Cuando eres padre te das cuenta de que a la gente le gustan los niños y que les gusta acercarse a decirles cosas. Hay personas amables que les dicen cosas cariñosas, hay personas con doble intención que se dirige a ellos para decir algo que te quieren decir a ti ("ya deberías caminar, que le pesas a tu papi" - de los que quizás hablemos otro día) y hay personas que tratan de ser graciosas haciendo bromas a los niños, en ocasiones con poca fortuna y con muy poca gracia, para ser sinceros.
Dentro de este último subgrupo se encuentran aquellas personas que con pocos escrúpulos y, como digo, con poco sentido del humor, llegan a asustar a los niños con bromas de mal gusto.
Una de estas bromas, que a mi hijo Jon (de 4 años) le han hecho más de una vez es aquella en que un desconocido se le acerca y le pregunta, señalando a Aran (su hermano de 2 años): "¿Es tu hermanito? ¿Me lo llevo conmigo a mi casa?"
El niño, obviamente, se queda pasmado. Cada vez que se lo han dicho ha respondido que no, de manera tímida pero mostrando un evidente nerviosismo. Una vez incluso se me abrazó fuerte y hasta le vi mirarnos como esperando nuestra respuesta.
"Tranquilo Jon, que aquí nadie se va a llevar a Aran a ningún sitio", le he tenido que decir en alguna ocasión, provocando el desconcierto del autor de la macabra broma, al desmontarle la ocurrencia.
Sin mala intención
Es obvio que la gente no tiene mala intención cuando hace este tipo de bromas, pero eso no quita que los niños lo pasen mal por tres razones: primero porque son personas desconocidas, segundo que le están diciendo que le van a quitar a su hermano y los niños no lo entienden como una broma y tercero que muchas veces los padres simplemente sonríen, viendo el niño que no sólo le van a robar a su hermano, sino que a sus padres les parece bien.
Otras estrategias, por favor
En alguna ocasión me he preguntado por qué los adultos hacen estas bromas a los niños, porque sin duda son bromas muy pesadas para ellos y porque, además, no tienen gracia alguna (a mí por lo menos no me la hace, y a mi hijo ni te cuento).
Si extrapoláramos la broma a la edad adulta sería algo así como jugar a esconder algo a alguien para que se vuelva loco buscándolo, pero no en plan te escondo las llaves del coche un ratito, sino algo más del estilo "te escondo el coche directamente". Si a mí ya no me hace demasiada gracia que me escondan cosas pequeñas (porque encuentro que hay mil bromas más graciosas), imaginad si me escondieran el coche.
Es más, teniendo en cuenta que los niños no captan la farsa, podríamos equiparar dicha situación con una broma que un adulto no entendoera: "¿Esta es tu mujer? ¿Me la llevo conmigo un ratito?". Es probable que el hombre no aceptara y que incluso se enfadara sobremanera y también es probable que la misma mujer no aceptara y se enfadara igualmente sobremanera (casi me daría más miedo la mujer que el hombre).
Entonces, si este tipo de bromas no nos suelen gustar a los adultos, ¿por qué las utilizamos para acercarnos a los niños? Yo he caído en la conclusión (y hablando con otra gente hemos comentado lo mismo), que son motivadas por una terrible carencia de herramientas comunicativas para acercarse a los niños. La gente trata de hacer gracia, de ganar la aceptación del crío mostrándole que puede dañarle si quiere ("me llevo a tu hermano"), para enseñar después su cara más amable y cercana, la de "tranquilo, que no me llevo a tu hermano, que es una broma".
Sin embargo, para que una broma sea divertida, debe ser graciosa para las dos personas y no sólo para aquel que la lleva a cabo, así que si eres adulto y quieres ganarte la confianza o la atención de un niño, busca otras estrategias, por favor. Decirle a alguien que vas a secuestrar a uno de sus seres queridos no es un buen comienzo nunca.
Foto | Crimfants en Flickr En Bebés y más | Reírse con ellos, no de ellos