Un joven árbitro suspende un partido de benjamines porque un padre hizo llorar a su propio hijo

Un joven árbitro suspende un partido de benjamines porque un padre hizo llorar a su propio hijo
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Me encanta el fútbol. Cuando era niño jugué en un club de fútbol. Bueno, jugué es una manera de decirlo, porque cada partido el padre del portero saltaba al campo a pegar al arbitro que tocara esa semana, y casi siempre nos suspendían los partidos. Supongo que por eso mis hijos juegan a hockey hierba, por eso y porque en la ciudad donde vivimos es uno de los deportes que más practican los niños y niñas, y es mucho más respetuoso a nivel de afición que el llamado deporte rey.

Y es que sigue sucediendo. Sigue habiendo padres que creen que sus hijos son unos campeones, o que lo van a ser. Y siguen apareciendo los insultos y las faltas de respeto no solo hacia el árbitro, sino también hacia los contrarios, mientras los niños solo se dedican a jugar y disfrutar.

Por eso queremos compartir y pedir que esta noticia se comparta, porque nos parece irreprochable la actuación de este joven árbitro -tiene solo 16 años- al suspender un partido porque el padre de un niño llegó a hacerlo llorar.

Un partido de benjamines

Sucedió en Ibiza este pasado fin de semana, según leemos en Diario de Ibiza, cuando Antonio Luna, un árbitro que lleva apenas un año ejerciendo como tal, decidió parar el partido entre el Rápid Atlético y el Sa Pedrera Blava B al ver a un niño llorando y descubrir el motivo.

Antonio Luna

Él mismo lo explica de esta manera:

Fue en una ocasión de ataque de Sa Pedrera Blava y, al girarme para esperar el contrataque, vi que había un niño llorando. Paré el partido en ese momento y me acerqué a él porque pensé que se había hecho daño. Es normal en partidos de estas categorías, en la que son muy pequeños, que cualquier raspón o golpe sea muy aparatoso. Le pregunté qué le pasaba y me contestó que su padre no le dejaba jugar tranquilo y que le estaba gritando. Avisé al delegado del Rápid para que tomara medidas. Sin embargo, habló con el padre y se negó a marcharse, por lo que decidí suspender el partido.

Al parecer, el mismo padre llevaba un buen rato recriminándole su actuación, incluso perdiendo las formas desde la grada. Así que cuando el niño le dijo que lloraba por culpa de su padre, le creyó a pies juntillas.

Si quiere un campeón en casa, póngase un chándal y entrene

Como reza un letrero que muchos habréis leído ya: si como padre quieres tener un campeón en casa, ponte un chándal y sal cada día a entrenar. Y a tu hijo (o a tu hija) déjalo que se lo pase bien y que, poco a poco, con su entrenador, descubra cuáles son los valores del deporte. Competir es uno de ellos, pero no el primero ni el más importante, porque competir es la consecuencia de esforzarse, de comprometerse, de jugar en equipo, de ayudar al que tiene un mal día, de aceptar ser suplente y de darlo todo cuando eres titular.

Así que, por supuesto, si el niño que debía divertirse jugando al fútbol estaba llorando, y no hubo ninguna intervención eficaz desde el club para controlar el comportamiento de dicho padre, lo que hizo el árbitro me parece muy correcto. Sabe mal por los niños, que los dejas a medias y tienen que volver a juntarse otro día para proseguir con lo que queda de partido, pero si nadie hace nada, el árbitro no tiene otra manera de ejercer sus funciones, porque no puede expulsar a alguien de las gradas. Y es que ningún niño debe sufrir por ese motivo.

De hecho, la Federación de fútbol recomienda ser drásticos en casos así, precisamente para salvaguardar la integridad de los menores, que solo tienen ganas de jugar, divertirse, esforzarse y disfrutar del deporte, y no de sufrir por culpa de una exigencia que en muchos casos llega a ser insultante.

Fotos | Istock, Diario de Ibiza
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