El acuascopio puede emplearse para explorar el fondo de cualquier masa acuática: ríos, lagos, lagunas, fosas marinas de baja profundidad, estanques y, si no queda otro remedio, la bañadera.
Estos artilugios suelen ser caros o difíciles de conseguir en el mercado local, pues forman parte del equipamiento especializado de buzos y biólogos marinos. Aquí les presentamos un diseño de acuascopio de fabricación casera que esperamos puedas construir para disfrutar de las profundidades junto con tus hijos. Necesitarás cualquier balde o botella de plástico de tamaño pequeño, que puede ser reemplazado por una lata abierta en ambos extremos (ten en cuenta que cuanto más ancho sea el diámetro, más cómoda será la visión), un trozo de polietileno transparente, elástico, un cortaplumas y una tijera. El procedimiento es sencillo: usando el cortaplumas, corta con sumo cuidado un círculo grande en el fondo del recipiente; cubre la parte superior si se trata de un balde –o el agujero que cortaste en el fondo, si estás empleando una jarra plástica- con el trozo de polietileno; átalo con el elástico, ajustando muy bien para impedir que filtre el agua y, ¡voilá!, listo el acuascopio.
¿Cómo funciona? Pues simplemente debes hundir el acuascopio hasta una profundidad en la que no entre el agua; al sumergirlo, la presión del agua empuja el polietileno hacia arriba, combándolo como una lente. Cuanto más profundo lo sumerjas, mayor será la presión del agua y mayor el aumento. No obstante, nunca lo hundas por completo pues si se moja el interior deberás esperar a que se seque para que vuelva a cumplir su cometido.
Atención: si el agua está turbia y contaminada no te molestes en fabricarlo, excepto que desees que tus hijos tomen conciencia de cuán importante resulta velar por la preservación de la Naturaleza y luchar contra la contaminación ambiental.
¡A observar las profundidades y no se olviden de mandarnos vuestros dibujos!
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