En esta cuestión, hay dos teorías, muchos expertos, creen que un arma de plástico no tiene por qué inclinar al niño hacia la violencia, ya que gracias a este juguete, descarga su agresividad simbólicamente, sin ningún tipo de agresión real.
La otra parte, se opone tajantemente a este tipo de juguetes bélicos, para ellos, regalar un juguete de estas características a nuestros hijos, implica que violencia y guerra nos puede parecer bien como forma para solucionar algunos problemas. Viendo ambas partes, somos nosotros los padres, quienes debemos decidir. Personalmente no estamos de acuerdo con este tipo de juguetes, incluyendo las videoconsolas, que muchas veces superan a la realidad y pueden crear ideas equivocadas a los niños.
Hay algunos consejos que los especialistas dan a los que suelen regalar este tipo de juguetes bélicos. Los padres, tenemos que inculcar a nuestros hijos sin ambigüedad, la postura de rechazo que tenemos con la violencia real, intentar explicarles que pasa en una guerra de verdad, procurar siempre educarles dentro de la tolerancia y con dialogo como solución más adecuada para resolver los conflictos.
Enseñarles claramente las diferencias entre una violencia simulada y una real, totalmente diferente es disparar jugando y disparar de verdad. El ejemplo más fácil de darles es con una inyección. No es lo mismo jugar a médicos y que te pongan la inyección a que te la pongan de verdad.
Y finalmente, que un arma de juguete, tiene que ser solamente un juguete más entre la variedad que tenga el niño. Cuando los niños juegan, despliegan una gran cantidad de energía que incluye una dosis de agresividad controlada, estos juegos son normales para su desarrollo y además necesarios para su desarrollo emocional, pero tengamos presente que los juguetes no influyan negativamente en el niño.
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