En el mundo de los niños hay varias verdades absolutas que los padres conocemos, y algunas que desconocemos y que, hasta que las descubrimos, nos provocan cierto apuro. Por ejemplo, sabemos que los niños no tienen problemas para tirarse pedetes o hacer caca allí donde estén (ellos no piensan en qué dirán los demás si huele mal), y sabemos que no tienen problemas en preguntar "por qué" un montón de veces, como si de repente quisieran saberlo absolutamente todo.
Sin embargo, no sabemos hasta que nos lo encontramos que son capaces de repetir las cosas que los adultos decimos de los demás (pueden oír y luego reproducir frases que decimos de otras personas, poniéndonos en un serio compromiso); y no sabemos tampoco que son capaces de abrir los regalos y, ante la esperanzadora mirada de los familiares que esperan que su regalo sea el mejor aceptado, lanzarlos por los aires y quedarse con la caja y el papel de envolver.
¿Por qué hijo mío? ¿Por qué haces eso?
"Mira, jeje, mira qué bonito lo que te ha regalado la abuela", y el niño que te aparta la mano. Y llegas con más cosas que otros familiares le han traído, que te los imaginas dedicando un tiempo precioso en elegirlo para tu hijo y sientes que lo correcto es que le haga un poco de aprecio, y tu hijo ya no te aparta con la mano: le da un manotazo a lo que le pones delante, o lo coge y lo vuelve a lanzar por los aires ("y a la próxima, papá, te lo estampo en la cara").
Y sientes como si te tuvieras que disculpar y decir algo como "Bueno, es que está un poco confundido y abrumado, con tanta gente y tanto regalo. Seguro que luego juega un montón con ello."
Y a veces es verdad y después de la caja y el papel resulta que le hace caso a lo de dentro, pero a veces no, y tampoco debemos rasgarnos las vestiduras, porque lo importante no es el juguete, sino el juego.
Por qué prefieren las cajas y el papel de envolver
Mucha gente se lo pregunta porque con los años hemos aprendido que la caja no es más que el lugar en que el contenido se protege, y el papel no es más que una funda que esconde lo del interior para provocar emoción, curiosidad y sorpresa.
Pero para ellos no es eso, para ellos es un regalo más. De hecho, es como un regalo de tres o más piezas: el papel, lleno de colores, con la capacidad de separarse en más trozos, de coger diferentes formas, de poder ser chupado, atrapado en las manos, etc.; la caja, que resulta que puede estar cerrada o abierta, llena o vacía, puede estar de pie o tumbada, puede "contener" un brazo o un pie del niño, o si hay suerte y es grande, al niño entero; y lo de dentro, el juguete, que puede ser una pasada, o un auténtico rollazo, según sea el interés del pequeño.
Dicen los expertos que los tres primeros años de vida son muy importantes a nivel de desarrollo y aprendizaje, porque es cuando se conforman las bases de todo lo que vendrá después. Seguro que en más de una ocasión habéis oído o leído que "los niños pequeños son como esponjas". Pues es cierto, lo son. Y lo son para aprender tanto como puedan de la vida, del entorno, de cómo funciona todo, de cómo deben adaptarse a la sociedad, a su funcionamiento, a los objetos que les rodean, cómo manipularlos, qué beneficio sacar de ellos, etc. Digamos que están aprendiendo a pensar y entender qué pueden hacer con las cosas, cuál es su utilidad y así decidir si les son útiles o divertidas o si no sirven para mucho.
Pues bien, cuando se detienen a jugar con una caja, o con el papel, están haciendo precisamente eso: sacarle jugo. Ver el ruido que hacen, cómo cambia de forma, qué utilidad le pueden dar, si caben dentro, si no caben, qué pueden meter, cómo lo pueden sacar, cómo se cierra, cómo se abre, cómo el papel tapa lo que hay debajo, cómo envuelve lo que hay dentro, y un largo etcétera.
Vamos, que seguro que si os ponéis las gafas de niño de dos o tres años veréis un montonazo de posibilidades a un trozo grande de papel de regalo, y aún más a una caja. ¡Normal que se detengan con ello un buen rato!
Es un aprendizaje fruto de la curiosidad de esos años, de la necesidad de saber y entender, y por eso para los niños puede ser más interesante en los primeros años que tengan juguetes indeterminados (esos que un adulto no sabe para qué sirven), que juguetes con un objetivo más o menos concreto.
Ayer mismo, en la consulta, una pareja me preguntó sobre los mejores juguetes para una niña de año y medio: "Yo le buscaría juguetes de madera, de esos que los miras y no sabes para qué sirven, porque lo más importante en esta edad es que desarrollen la creatividad y la imaginación, porque lo más importante es el juego, y no el juguete".
Por eso es tan importante el juego libre, por eso hace unas semanas os contábamos que algunos niños están siendo escolarizados demasiado pronto, pues se ven beneficios cuando los contenidos llegan más tarde y los niños tienen más tiempo para jugar.
Este año, unas cajas
Bien, no es verdad. Este año no les regalaré unas cajas, pero al pequeño y mediano les traje unas cajas grandes hace unos días y las cuidan como oro en paño. Son sus grandes cajas en las que caben dentro, y son sus coches, sus casitas, un castillo al juntarlas, y todas las cosas que ellos puedan imaginar allí donde mi mente no alcanza.
Creo que la próxima vez que tenga que regalar algo a un niño me acercaré allí donde vendan las cajas más grandes, y me haré con un par de diferente tamaño. Seguro que triunfo con mi regalo.
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