Hemos hablado de algunas de las causas por las que amamantar puede resultar doloroso a las madres. Sin embargo, como explicaba anteriormente, la gran mayoría de los problemas que causan estos dolores en el amamantamiento, tienen solución. Vamos a hablar ahora de la manera de curar las dolorosas grietas.
Curar las grietas
Aunque podamos desear dejar unos días la lactancia, en principio hay que seguir con la lactancia materna, pues las grietas tienen solución, sobre todo si actuamos pronto y recibimos un correcto asesoramiento para evitar lo que las ha causado.
Es conveniente acudir a un especialista en lactancia materna, para que valore la postura del bebé en una tetada completa y revise su boquita para descartar frenillo o una incorrecta succión, que puede ser motivada por el uso inicial de biberones o chupetes, por lesiones no visibles que el parto haya podido causar en el bebé.
Habría que empezar las tomas con el pecho menos afectado, para que la succión inicial no aumente la lesión, y pasar, cuando notemos la subida de la leche, al más dañado.
En algunos casos puede ser conveniente suspender la lactancia directa del pecho afectado por la grieta durante 24 horas, extrayendo manualmente la leche en cada toma y ofreciéndola al bebé con técnicas adecuadas de suplementación, no con biberón. El dolor de las grietas puede ser insoportable y en esos casos puede hacerse necesario usar la lactancia diferida un tiempo breve y siempre con asesoramiento.
No hay que lavar el pecho. Lo mejor es dejar que se seque al aire, aplicándole unas gotas de la propia leche y luego lanolina pura al 100%.
Si no hay mejoría en dos o tres días sería conveniente acudir a un especialista en lactancia. A veces las grietas se pueden infectar y en esos casos, mejor si hay un cultivo previo que indique el tratamiento compatible adecuado para la bacteria causante, puede ser necesario acudir a una crema antibiótica y hasta a un antibiótico oral.
Además, y veremos con detalle a continuación que son, existen las perlas de leche, una causa de dolor menos conocida pero reconocible con facilidad.
Perlas de leche
Las perlas de leche aparecen como un punto blanco en el pezón, duro al tacto, como un poro relleno de alguna materia nacarada. Normalmente crece de tamaño mientras el bebé mama sobresaliendo de manera bastante clara al final de la tetada.
Duele, como si sintiéramos un alfiler ardiendo que se clava en el pezón, por todo el conducto que ha quedado obstruído por la perla de leche. Normalmente se iría secando y se termina cayendo, como una piel seca, pero esto no siempre sucede.
Normalmente desaparece durando entre una semana o un mes, pero se puede solucionar sin esperar, especialmente si produce dolor. Se trata de la manifestación visible de un conducto que ha quedado obstruido.
La perla de leche puede tener una causa traumática, un tirón del pecho por el bebé, y en ese caso aparece como superficial. Se puede levantar con extremo cuidado la capa más externa de piel con un alfiler desinfectado y hacer que la leche obstruida mane, presionando el pecho con delicadeza para drenar.
Sin embargo, a veces las perlas que vemos son solamente la parte visible de un problema más interno, producido por causas bacterianas. En esos casos, pinchar la perla no sirve de nada y es conveniente acudir a un especialista o al centro de salud para que se tomen muestras y poder aplicar el tratamiento adecuado a la infección causante.
Otros problemas que causan dolor
Existen otros problemas que pueden cursar con dolor en el amamantamiento: la ingurgitación, la obstrucción y la mastitis. Aunque suelen confundirse son problemas diferentes y el tratamiento también lo sería.
Veremos estos problemas que causan dolor en el amamantamiento en los temas siguientes. Si mientras alguna de nuestras lectoras se encuentra en esta situación, una vez consultado nuestro blog, le recomiendo acudir al grupo de lactancia más cercano, pues seguro que pueden orientarla.
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