Las mujeres con obesidad o sobrepeso amamantan, de media, menos tiempo

Dice un mito de la lactancia que "como tienes poco pecho, seguramente tendrás poca leche para tu bebé" y que "con ese pecho tan grande que tienes seguro que harás mucha leche para tu bebé", que es mito porque no es cierto en ninguna de las dos variantes: la cantidad de leche que produce una mujer no depende del tamaño de su mama, sino de lo bien que se agarre al pecho, cuánto succione y cada cuánto tiempo lo haga.

¿Quieres más pruebas? Pues aquí os traemos más pruebas, porque si nos guiamos por las apariencias, cuando una mujer con sobrepeso u obesidad tiene un bebé lo que esperan los demás es que su hijo o hija esté muy bien alimentado solo con el pecho, pero a la hora de la verdad, no tiene por qué ser así, pues un estudio ha visto que las mujeres con obesidad o sobrepeso dan lactancia materna menos tiempo.

¿Cuestión de sensaciones? ¿Falta de confianza?

Esto lo sabemos por un estudio publicado en la revista Journal of Human Lactation realizado en la Universidad de Iowa, donde encuestaron a 19.145 madres que habían sido madres entre 2004 y 2008. De todas ellas, 3.717 (19%) tenían obesidad y 4.367 (23%) sobrepeso. Del total de madres, 14.731 mujeres alimentaron a sus bebés con lactancia materna desde el principio, de las que 6.467 la suspendieron antes de lo recomendable, al dejarla alrededor de los 4 meses de vida del bebé.

Al observar las características de las madres que habían dejado de dar el pecho, vieron que las que tenían sobrepeso y obesidad tenían entre un 26% (las de obesidad) y un 39% (las de sobrepeso) más probabilidades de interrumpir la lactancia por la sensación de que el bebé no se quedaba satisfecho solo con leche materna. Además, las mujeres con obesidad tenían un 29% más de probabilidades de dejar de amamantar por dificultades con la lactancia que las que tenían peso normal.

Y ahora trato de responder a las preguntas: ¿cuestión de sensaciones? ¿Falta de confianza? Sí y sí, muy probablemente. Como hemos dicho al principio el hecho de pesar más o pesar menos, o tener los pechos más grandes o más pequeños, no hace que un bebé coma más o coma menos. Lo que sí puede interferir a la hora de amamantar durante más tiempo es la confianza que una madre tenga en lo que está haciendo y el apoyo que reciba de su entorno. Si algo de eso falla, cualquier signo de hambre, o cualquier llanto pensando que es por hambre, porque no se está saciando, puede derivar en la duda. La duda lleva a la culpabilidad y la culpabilidad lleva a la búsqueda de soluciones para problemas que en realidad no existen, o que podrían solucionarse con un poco de ayuda externa.

Por otro lado están las dificultades con la lactancia. Dar de mamar es muy fácil cuando todo va bien, pero puede ser un auténtico infierno si algo va mal, porque aparecen las grietas, el dolor y los llantos. Llantos del bebé, que parece que no cesan nunca (por hambre) y al final, quizás, llantos de la madre, que desearía estar disfrutando con su bebé, con su lactancia y en vez de eso sufre cada vez que piensa que tiene que alimentarle porque la experiencia es cada vez peor. En casos así es de vital importancia el apoyo del entorno directo y la ayuda externa que pueda recibir, porque como vimos en otra entrada hace un tiempo, la confianza es clave a la hora de dar el pecho, y es que aquellas que tienen claro que quieren dar el pecho acaban amamantando más que las que lo dan "solo si todo va bien".

¿Hay que considerar a las mujeres con obesidad y sobrepeso como población de riesgo?

Dice la conclusión final del estudio que:

Las madres con obesidad y con sobrepeso fueron significativamente más propensas a interrumpir la lactancia materna debido a la insatisfacción del bebé alimentado únicamente con leche materna. Las madres con obesidad tenían más probabilidad que las madres de peso normal de suspender la lactancia debido a las dificultades. Para esta población en riesgo debe mejorarse la educación y el apoyo a la lactancia materna.

Así que a la vista de los datos, los familiares y sobre todo los profesionales de la salud deberían considerar a las madres con sobrepeso y con obesidad un grupo de riesgo en relación a la lactancia. Porque desconfían más, porque se sienten más culpables o porque consideran que sus hijos deberían comer más de lo que comen, con el pecho no saben lo que comen y necesitan el control que da un biberón, sea cual sea la causa, acaban dejando el pecho antes y, en consecuencia, requieren de más información y de más apoyo una vez estén amamantando.

Esto es importante saberlo para cuando se den las clases de preparto y para cuando acudan a las visitas de control de peso y revisiones, donde se les puede avanzar lo que seguramente sucederá hacia los 3 meses para que no pierdan la confianza, cuando muchos bebés empiecen a demandar más pecho en lo que conocemos como la crisis de los 3 meses, momento en el que además ellas sentirán que el pecho no se llena tanto como antes, no se pone tan duro, y que ya no gotea la leche.

Lo primero es a causa de que el bebé de repente necesita más leche y "solicita" un aumento de producción llorando más de lo habitual para que su madre se lo ponga más al pecho, y lo segundo responde a que la lactancia se establece de una manera cómoda para la madre, evitando llenarse en exceso (para evitar ingurgitaciones y mastitis) y acabando con el goteo. No es que la madre produzca menos, porque en realidad está produciendo muchísimo más que cuando el bebé era recién nacido, es simplemente que todo funciona de manera más armónica y, pese a la gran producción, el pecho no molesta tanto.

Foto | iStock
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