La visión de esta obra da para mucho que hablar, y seguramente muchos padres y maestros esten en desacuerdo. Sin embargo a mi me ha servido para plantearme si algunas de las rutinas de la Educación infantil son positivas. El marcar la obligación de hacer fichas, el poner "pegativas de caritas" según se hagan la tareas correctamente, el mantener a los niños haciéndo fichas si desean jugar o la famosa silla de pensar son cosas que creo que no benefician en nada a los chiquitines.
Sobre todo creo que es positivo conocer otras visiones sobre la educación para, mientras nuestros niños son pequeños, optar por la que nos resulte de más confianza.
En esta obra el autor señala que nuestros niños son obligados a diario y durante años a pasar muchas horas del día sin juego, sentados. Se les indica que deben estudiar de modo teórico cosas que no desean aprender en ese momento, encorsetados en una programación de conocimientos que no eligen ellos.
A esto se añade la amenaza constante del suspenso si no estudian o no hacen sus deberes y a la competitividad que fomentan los exámenes. Las clases magistrales y los libros de texto marcan lo que tienen que aprender y de lo que se les examina, en un sistema de datos e ideas fijo en el que su espíritu de crítica o investigación personal está excluido. Todo esto tiene influencia en sus vidas y en su forma de enfrentarse al mundo. ¿Cuales son estas consecuencias? ¿Son realmente positivas?
En el prólogo se explica como otros sistemas de educación son posibles y se han desarrollado con éxito en otros paises desde hace años. . El manifiesto se compone de diecinueve partes, cada una de las cuales se vertebra al rededor de un concepto clave, los cuales nos explican en el blog de Crimentales:
1.-El sistema: El precio que pagan los estudiantes por someterse a las veleidades del sistema es la pérdida de su libertad, de su propia capacidad de decisión y, lo peor de todo, de su propia infancia. . 2.- Necesidad e importancia del juego: Al no permitir que los niños jueguen, les hacemos creer que jugar es malo. Eso les hace creer que sus instintos naturales y ellos mismos son malos. Y eso les crea un tremendo conflicto muy difícil de detectar y de resolver. A medida que crecen, les vamos robando a los niños su tiempo de juego. A eso le llamamos escolarización. . 3.- Miedo y represión: A los niños se les amenaza constante y enérgicamente con que, si no estudian y no aprueban, no van a ser nada el día de mañana o que se van a morir de hambre. Desde muy pequeños los estamos implantando toda clase de miedos para que obedezcan. . 4.- Arrogancia: El mundo occidental es presuntuoso, insolidario y vano porque está siendo educado en esos valores. Esos valores no se enseñan en las asignaturas, los adquieren los estudiantes por el mero hecho de estar presos dentro del sistema.
5.- Humor: La salud mental de un niño es directamente proporcional a lo bien que se lo pasa y a cuanto disfruta de la vida. Exactamente igual que ocurre con la salud mental de los adultos.
6.- Verdades y mentiras: La educación tradicional, basada toda ella en engaños y mentiras supuestamente científicas, produce adultos que mienten de forma crónica y compulsiva.
7.- Energía: Los niños se hacen vagos en la medida en que, de forma continuada, les obligamos a inhibir y reprimir sus energías. Y esto solemos hacerlo de tres maneras entrelazadas entre sí: la primera es no dejándoles jugar; la segunda es obligándoles a estudiar cosas que no quieren estudiar; y la tercera es impidiéndoles aprender lo que ellos quieren aprender. Cualquiera de ellas es mala, la combinación de las tres es fatal.
8.- Tiempo: Agobiar a los estudiantes con asignaturas, temas y materias, poniendo plazos y fechas fijas para que se examinen y aprendan, es la obra maestra de un demente.
9.- Confianza y participación: Cuanta más confianza tengamos en el niño, mejor dejaremos que se eduque el sólo.
10.- Planes de estudio: Los niños saben naturalmente lo que quieren aprender, pero se confunden y dudan de sí mismos cuando los adultos les decimos que, antes de parender lo que ellos quieren, tienen que aprender lo que nosotros queremos que aprendan. Eso, lo único que hace, es poner ahí un océano insalvable que separa y aleja a la persona de sus propios intereses e ideales.
11.- Éxámenes: Fomentar en los niños la idea de la competitividad es fomentar la idea artificial de que unos están destinados a ganar y otros a perder. Y mientras sigamos dramatizando y poniendo en escena esa forma de pensar seguiremos teniendo una enorme cantidad de perdedores, ya que el sistema está diseñado para que ganen solo unos pocos elegidos.
12.- Enseñanza individualizada: La enseñanza no acepta el hecho de que los estudiantes sean diferentes unos de otros; por eso intenta inútilmente tratarlos y medirlos a todos bajo el mismo rasero y bajo los mismos parámetros. Eso demuestra la gran ignorancia en la que está sumida la enseñanza.
13.- Datos: Los niños no dejan de aprender por un acto de voluntad, sino porque caen abatidos por la maraña tan enorme de datos, con los que son diariamente bombardeados en el aula de clase.
14.- Teoría y práctica: Para los niños la práctica es anterior a la teoría. Los niños aprenden las cosas practicando con ellas. Aprenden un idioma, o dos a la vez, a base de escuchar y de hablar, sin necesidad de estudiar ninguna teoría. Aprenden a montar en bicicleta o a tocar el piano de la misma forma. No necesitan teorías para aprender.
15.- Resultados: En una educación represiva y/o competitiva como la nuestra, el estudiante más sumiso suele acabar convirtiéndose también en el más represivo. El estudiante modelo es sencillamente un siervo del sistema.
16.- Fracaso escolar: La educación clasifica a los estudiantes en buenos, malos, y del montón. Esa manía clasificatoria tiene dos aspectos relevantes a destacar: Uno es la propia actividad compulsiva de tener que clasificar a los estudiantes en categorías, y el otro son los parámetros tan aleatorios y desastrosos que se utilizan para llevar a cabo tales clasificaciones.
17.- Control y manipulación: Los seres humanos nacemos sinceros y honrados. Es la educación que recibimos la que se encarga de convertirnos en unos manipuladores.
18.- Un mundo mejor: El primer requisito que hace falta para cambiar algo es la voluntad de hacerlo. Lo demás viene rodado.
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