La hora del baño
No existe una hora universal para bañar a tu bebé. La mayoría de los papás prefieren reservar este momento de cara al atardecer puesto que el agua relaja al bebé y le ayuda a coger el sueño con más facilidad. Sin embargo, hay familias que destinan esta rutina a primera hora de la mañana ya que el agua ejerce el efecto contrario en su bebé y lo espabila. El mejor horario será, por tanto, aquel que mejor le siente a tu niño o, simplemente, el que sea más compatible con tu jornada laboral. Lo importante, como casi con todas las tareas relativas a tu bebé, es establecer una rutina. Tanto si decides bañarlo por la tarde como si lo haces por la mañana, reserva esa hora todos los días.
El paso a paso
Una vez hayas elegido el momento perfecto para bañar a tu bebé, toca escoger el lugar adecuado para hacerlo. Como ya sabrás, existen muchas opciones de lo más prácticas, como la bañera cambiador Cuddle and Bubble, que te facilitarán la tarea, así que, ¡manos a la obra!
Lo primero que deberás hacer es tener cerca todos los utensilios que necesites. Recuerda que no puedes dejar solo a tu bebé en ningún momento con lo que debes tener la precaución de preparar todo el ritual requerido antes de pasar a la acción.
Llena la bañera entre 7 y 10 cm con agua templada. Necesitarás un termómetro adecuado para medir la temperatura ya que esta no puede subir de los 36-37 grados centígrados. Con el divertido termómetro de Chicco, con tecnología digital, el bebé podrá entretenerse mientras mira cómo flota y a ti te servirá para tener controlada la temperatura en todo momento.
Desviste a tu bebé y antes de meterlo directamente en el agua, sumérgelo poquito a poco para que vaya cogiendo confianza y sujétalo firmemente usando una de tus manos para sostener la zona de la cabeza y cuello. Con la otra mano podrás coger una esponja natural de alga marina y acariciarle todo el cuerpo al mismo tiempo que lo limpias.
Ten en cuenta que es un momento de vínculo especial con tu bebé. Aprovecha la ocasión para mimarle, cantarle, hablarle, sonreirle, acariciarle o hacerle todo tipo de cosas que le transmitan cariño, complicidad, amor y relax. Déjalo que patalee y juegue con el agua. Prueba a ponerle juguetes flotantes y blanditos, su curiosidad hará que no pare hasta que consiga cogerlos e interactuar con ellos. Su carita de felicidad como respuesta a esos estímulos será tu recompensa.
Si optas por bañarle a diario, utiliza un jabón específico para pieles sensibles que no reseque su piel. La hidratación de la piel es esencial, se aconseja elegir productos formulados para proteger la piel del bebé. Es importante que sean dermatológicamente testados y libres de parabenos y detergentes, porque la piel del bebé es la mitad de gruesa que la de un adulto, por lo que es más hidrófila y está más expuesta a la agresión de agentes externos. Por ello es necesario usar productos que respeten el pH de la piel, al mismo tiempo que la hidratan con nutrientes como la camomila, caléndula, aceite de almendras etc. Incluso algunos días puedes bañarle con agua sin necesidad de utilizar otros productos.
No te dejes ningún pliegue ni rinconcito de su cuerpo sin lavar. Si tiene moquitos, humedécele la zona con un bastoncillo para ablandar y facilitar su limpieza. Utiliza el mismo procedimiento para limpiarle otras zonas de la cara, como los ojos.
Una vez lo hayas bañado, envuélvelo en una toalla con capucha y, sin frotarle, seca todas las partes de su cuerpo. Este también es un buen momento para estrechar más el vínculo afectivo con tu bebé. Cántale su canción favorita, besa cada zona de su cuerpo que vaya quedándose seca, incluso acompaña el proceso de secado y vestimenta con música de ambiente relajante. Será lo más parecido al paraíso que puede experimentar tu niño.
¿Y si mi bebé llora?
Es posible que durante los primeros días, tu bebé no se relaje y no consiga disfrutar de ese momento tranquilo y placentero. Varios pueden ser los motivos por los que no se sienta cómodo pero todos tienen solución. Controla la temperatura para evitar que esté demasiado fría o caliente, evita sumergirlo demasiado deprisa y, por supuesto, no le bañes en el momento de comer.
Siguiendo estos consejos verás como, poco a poco, consigues que el baño se convierta en uno de sus momentos favoritos del día.