Una de las primeras preguntas que os harán como padres será si vuestro hijo duerme bien o, incluso, si ya duerme del tirón. El sueño de los bebés es un tema complejo, más de lo que nos imaginamos, que a menudo suscita un debate entre familiares y amigos sobre cuánto y cómo debe dormir un bebé. Hoy vamos a hablar de cómo es realmente el sueño infantil y cómo evoluciona, una información muy importante para entender y asimilar mejor los despertares nocturnos.
Mi bebé se despierta por la noche, ¿es normal?
La mayoría de bebés se despiertan con bastante frecuencia por la noche. Aunque cada pequeño es distinto, los bebés se despiertan porque el sueño es un proceso evolutivo, igual que lo es gatear, andar o hablar. ¿Verdad que nadie nos dice que debemos enseñar a gatear a nuestro bebé? Pues con el dormir sucede lo mismo. Con el tiempo, unos necesitarán más y otros menos, el bebé dormirá del tirón toda la noche.
Cuando nacen, los bebés cuentan con solo dos de las cinco fases de sueño que tenemos los adultos, unas fases que irán adquiriendo a medida que vayan creciendo. Los recién nacidos solo tienen la fase de sueño profundo y la fase REM. De esta forma se despiertan más frecuentemente para poder alimentarse, todas las veces que lo necesiten.
Entender que los despertares nocturnos con una causa natural y vital para los pequeños resulta tranquilizador porque os ayudará comprender su patrón del sueño. Si vuestro hijo se despierta a menudo, es un niño completamente normal y sano, por lo que no debéis preocuparos y, sobre todo, no debéis intentar que “aprenda a dormir” porque lo hará solito.
Etapas del sueño infantil
Aunque el sueño infantil evoluciona a medida que el bebé crece, durante sus primeros años de vida pasa por distintas etapas con algunos aparentes retrocesos. Mientras que de los 0 a los 3 meses lo más probable es que vuestro bebé tenga un sueño más tranquilo y apaciguado, y duerma más horas, a partir de los 3 o 4 meses su sueño será más ligero y puede despertarse al pasar de una fase de sueño a otra.
A partir de los 4 meses y hasta los 7, aproximadamente, vuestro bebé tendrá un sueño más predecible y veréis como va estableciendo sus propias rutinas y crea un patrón del sueño. Lo más característico, y fastidioso, de esta etapa es que el sueño del principio es más ligero, volviéndose más profundo con el tiempo, por lo que es muy habitual que si los dejáis en su cuna recién dormidos se despierten.
Alrededor de los 6 o 7 meses, los bebés ya tienen 4 fases del sueño. ¡Qué bien! No cantéis victoria aún, porque en esta etapa son muy habituales los micro-despertares, que a menudo pasan a ser directamente un despertar. Los adultos, aunque no seamos conscientes, también tenemos micro-despertares, por ejemplo, cuando nos giramos en la cama o nos volvemos a cubrir con la manta si nos hemos destapado. La diferencia es que ya tenemos todas nuestras fases del sueño bien establecidas y ni nos inmutamos, porque somos capaces de dormirnos solos de nuevo.
Esta etapa puede resultar un poco dura, ya que algunos bebés se despiertan cada hora y media o dos horas. Además, coincide con algunos hitos importantes en el desarrollo del bebé, como el inicio de la alimentación complementaria o la aparición de los primeros dientes.
A partir de los 8 meses los bebés ya tienen todas sus fases del sueño, pero deben aún ir practicando para dormir igual que los adultos. Esta etapa puede alargarse hasta los dos años, aproximadamente, y en ella también son frecuentes, aunque cada vez menos, los despertares nocturnos. Muchos de ellos van de la mano de nuevos aprendizajes como el gatear, andar, hablar o el control de los esfínteres, o de otras cuestiones, como la aparición de los dientes, el inicio de la guardería, la aparición de miedos y pesadillas… Cualquier cambio en la vida del pequeño, por insignificante que parezca, puede influir en su patrón del sueño.
Cómo reducir los despertares nocturnos
Buen ejemplo de ello es el establecimiento de rutinas fijas desde el nacimiento del bebé que le ayuden a relajarse, como por ejemplo escuchar música que le calme o darle un baño antes de acostarse para ayudarle a conciliar el sueño. Por el contrario, prácticas como ver la televisión o realizar actividades que le sobre-estimulen pueden afectar a su somnolencia y hacer que le cueste más dormirse y se despierte mucho más.
Dormir una o varias siestas durante el día, en función de la edad, lejos de lo que puede parecer, también es clave para un buen descanso nocturno. Un niño que está excesivamente cansado por la noche por no haber descansado durante el día se traduce en un niño nervioso y alterado, tanto que puede costarle calmarse y dormirse.
Practicar el colecho también resulta muy beneficioso para el bebé, que concilia el sueño más fácilmente, se despierta menos veces y, en caso que la mamá haya optado por la lactancia materna, tiene el alimento más accesible y a su alcance. Dormir junto a tu bebé, además, mejorará el descanso de toda la familia y reducirá vuestros despertares, por lo que podréis reposar mejor.
Una buena manera de practicar el colecho de forma segura es hacerlo en una cuna anexa a la cama, como la Next2Me de Chicco, que cuenta con paredes envolventes para que el bebé se sienta protegido y un lateral abatible que permite estar muy cerca del bebé, facilitando la lactancia materna al poder darle el pecho casi sin moverte de la cama.
El sueño del bebé es uno de los temas que más preocupa a los padres. Entender cómo funciona y qué se puede hacer es clave para tener paciencia y tratar de buscar soluciones que faciliten el descanso del bebé y sus papás.
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