Aunque lo más saludable es establecer límites entre vida personal y trabajo, lo cierto es que uno puede afectar al otro en cierta medida. Por ejemplo, si hemos tenido una mala noche en casa, podemos reducir nuestro rendimiento en la oficina, mientras que tener un mal día en la oficina puede afectar nuestro humor al llegar a casa.
Ambos ejemplos son situaciones que, ocasionalmente, no representan algo grave o preocupante. Sin embargo, hay ciertas cosas que podrían indicar que nuestro estado de ánimo podría ser algo más que solo un mal día en la oficina.
Estos son cinco hábitos de trabajo que, en algunos casos, podrían ser indicadores de un estado mental poco saludable, por lo que si los experimentamos o los notamos en alguien más, quizás sea necesario analizar la situación y pedir ayuda.
Trabajar en exceso
Aunque puede haber muchos motivos para aumentar la carga de trabajo, como un proyecto importante o la búsqueda de un aumento o promoción, cuando el ritmo de trabajo aumenta de forma considerable y sin ningún motivo evidente -como los antes mencionados-, esto podria ser una señal de un problema o situación que se desea evitar o ignorar.
Ejemplo de esto es trabajar jornadas más largas o sobrecargarse de actividades laborales para evitar ir a casa o mantener la mente ocupada, en vez de afrontar la realidad o atender el problema.
Reducir la socialización en la oficina
Si alguien solía conversar con los compañeros de oficina, pero de un tiempo a la fecha ha ido reduciendo esas interacciones y pareciera estarse aislando, la cosa podría ir más allá de un simple enfoque en el trabajo.
Pasa que uno de los indicadores más evidentes de una posible depresión es el aislarse o alejarse de las personas. Este síntoma se manifiesta como una paradoja: están rodeados de personas, pero se sienten cada vez más solos.
No cumplir con fechas y faltar a reuniones
Nuestro rendimiento general, tanto en lo físico como en lo emocional, puede darnos una idea de nuestro estado emocional. En el caso del ambiente laboral, podemos ver reflejada la calidad de nuestra salud mental a la hora de cumplir con ciertas responsabilidades.
Ejemplo de ello es la aparición de errores o fallos que antes no se solían cometer, como no cumplir con fechas de entrega y/o dejar de asistir a reuniones importantes.
Estallar en enojo o ira
Cuando no nos sentimos bien a nivel mental, gestionar las emociones se vuele algo complicado. Si bien ningún trabajo es perfecto y en algún momento podemos encontrarnos ante situaciones que nos pongan a prueba, tener estallidos de ira o enojo con frecuencia podría ser una señal de alerta que no debemos ignorar.
No sentir motivación por lo que se hace
Finalmente, perder el interés, especialmente en las cosas que regularmente nos motivaban, es uno de los indicadores más evidentes de la depresión que también puede observarse en el ambiente laboral.
A pesar de que dejar de sentirnos motivados podrían ser solo ganas de cambiar de aires, dejar de sentir interés por lo que se hace también podría ser un síntoma de depresión que es importante atender.
Desde luego, esto no significa que experimentar alguna de estas cosas sea sinónimo de depresión. Pero si son algo constante o que aumenta con el tiempo, lo recomendable es hacer un ejercicio de introspección y pedir ayuda.
Foto de portada | Engin Akyurt en Pexels