¿Es posible que equivocarnos y cometer errores pueda mejorar nuestra imagen en la mente de quienes nos rodean? Contrario a lo que podemos creer, estos tropiezos podrían jugar a nuestro favor.
En algunos casos, los pequeños errores pueden volvernos más atractivos ante los ojos de los demás e incluso crear conexiones más auténticas. Se trata de un fenómeno psicológico llamado efecto Pratfall.
Empatía y humildad, las claves
El efecto Pratfall es un aspecto fascinante de la psicología social, principalmente porque nos hace cuestionar cómo percibimos a los demás y cómo reaccionamos ante sus errores. Descubierto por el psicólogo Elliot Aronson en 1966, este efecto dice que cometer errores puede hacernos más atractivos ante los demás. Pero eso sí, solo bajo ciertas circunstancias.
De acuerdo con una de las investigaciones de Aronson en los que estudió este efecto psicológico, observar a un experto o alguien muy competente cometer un error, como derramar una taza de café y disculparse por ello, nos ayuda a considerarle más atractivo. Sin embargo, esto no sucede cuando el error lo comete una persona que percibimos como promedio o que parece poco inteligente, ya que en ese caso su atractivo percibido se veía disminuido.
La razón detrás de estos hallazgos, es que cometer un error ayuda a humanizar a alguien que inicialmente percibimos como una persona superior, extraordinaria o distante, aumentando su atractivo como consecuencia de este cambio en la percepción de los demás.
En resumen: equivocarse y admitir los errores no solo demuestra humildad, sino que también les vuelve más reales y cercanos, lo que genera empatía y simpatía en nosotros e incluso nos hace sentirnos más cercanos o conectados con ellos.
Un ejemplo claro del efecto Pratfall es la famosa caída de la actriz Jennifer Lawrence en la gala de los premios Oscar en 2013, cuando se tropezó con su vestido al momento de dirigirse a recibir su premio. Jennifer ya era una favorita del público, pero el momento la consolidó como alguien humana e imperfecta, más parecida a nosotros que la mayoría de las celebridades que siempre vemos en la alfombra roja.
Una de las cosas que nos enseña el efecto Pratfall, es que no es necesario ser perfecto y recuerda que aunque todos podemos cometer errores, éstos no son necesariamente algo negativo: en vez de sentirnos avergonzados o ignorarlos, aceptarlos puede incluso ser clave para dejarnos una mejor impresión ante los demás.
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