La relación de los políticos con los bebés suele ser fluida y tranquila sobre todo si los políticos están en campaña y además hay cámaras delante. Ser fotografiado con un bebé en brazos o besándolo hace que suba como la espuma la popularidad del político entre los votantes.
Esto cambia cuando el político es Donald Trump. Al candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, le interrumpió su discurso el llanto de un bebé en pleno acto de campaña y aunque primero dijo que no le molestaba, enseguida cambió de opinión y pidió a la madre que se lo llevara del mitín.
El único caso que hemos encontrado en el que un bebé, delante de las cámaras, molestaba a un político, bueno a Donald Trump.
Hemos visto besos y achuchones, pellizcos en la mejilla que pretenden ser cariñosos en bebés ajenos por parte de los políticos cuando estos están en campaña.
Hemos visto hasta bebés de los propios políticos en el Congreso de los diputados, acompañando a su madre a prometer su cargo. Como el bebé de Carolina Bescansa el primer día de la pasada legislatura.
Hemos visto hasta collejas a hijos propios de candidatos, algo más mayores por los comentarios que hacen delante de los micrófonos.
Lo que no habíamos visto hasta ahora era que un candidato en campaña expulsara de un acto electoral a un bebé por llorar, es evidente que le hacía perder el hilo de su discurso. El candidato es Donald Trump y aunque empezó quitándole hierro al asunto por aquello de las cámaras que tenía delante, al final… no lo pudo o lo quiso evitar.
Al principio el candidato republicano, Donald Trump, como hubiera hecho cualquier otro político en su lugar, trató de empatizar con la madre que había ido a escucharle al mitín que daba en Virginia y que intentaba sin éxito calmar el llanto de su hijo.
Bastaron dos minutos de llanto del pequeño para que Donald Trump volviera a perder el hilo del discurso que estaba dando a sus seguidores, lo que fue más que suficiente para hacer cambiar de opinión al candidato. De tranquilizar a la madre pasó a indicarla que mejor se fuera con su niño y los llantos de este a otra parte.
“En realidad sólo estaba bromeando, puedes llevarte a este bebé de aquí.” Parece que sólo estaba bromeando con el “no te preocupes” que le había dicho antes, es evidente.
Quizás no es que no entiendan las bromas del candidato republicano, quizás lo que la gente no entiende es que pueda molestar hasta ese punto el llanto de un bebé.
Es entendible que el llanto de un bebé a nuestro lado nos preocupe y nos haga tratar de consolarle y si es nuestro propio bebé aun más, como es lógico.
Lo que es complicado de entender es que a alguien en un sitio donde hay miles de personas le pueda molestar tanto el llanto de un bebé como para verse en la necesidad de expulsar del lugar al bebé y a su propia madre. Quizás sea eso lo que cuesta entender de un candidato a la presidencia de un país.
Vía | huffingtongpost.es
Foto | gtresonline
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