El llanto es la única manera que tiene nuestro bebé de pedirnos ayuda. ¿Y cómo no hacerlo? El bebé llora para comunicarnos que necesita algo: se encuentra incómodo, tiene frío, tiene hambre o necesidad de succión, tiene dolor, o simplemente quiere estar en brazos, en contacto contigo. Como véis, todas necesidades básicas; un bebé no tiene dobleces ni quiere manipularnos con su llanto.
Pero, ¿qué ocurre en el cerebro de la madre al escuchar el llanto de su bebé?
La primera reacción, atenderlo
Su cerebro reacciona con una respuesta biológica que impulsa a la madre a ir a atender el llanto de su bebé, cogerlo en brazos, hablarle y tranquilizarlo. Es la respuesta más habitual de las madres, muy por delante de otras reacciones como distraerlos o alimentarlos.
Así lo confirma un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD, por sus siglas en inglés) realizado con madres de diferentes países, corroborando que todas las culturas reaccionan de la misma forma.
¿Qué sucede en el cerebro de la madre?
Esta respuesta universal, llevó a los investigadores a analizar cuáles son los mecanismos cerebrales que se activan en la madre al oír el llanto del bebé.
Descubrieron que el llanto activaba determinadas regiones cerebrales: el área de Broca y las regiones temporales superiores, ambas relacionadas con el procesamiento del habla y los sonidos complejos; así como las regiones del mesencéfalo y del cuerpo estriado, asociadas con el cuidado del niño.
Al oír el llanto del bebé, la madre libera oxitocina, conocida como la hormona del amor, que la motiva a cuidarlo y protegerlo, así como noradrenalina, que tiene funciones importantes en nuestro sistema nervioso, como la vigilia, la motivación o el estrés. A su vez, el corazón se acelera y la conductividad de la piel se ve alterada.
Los autores concluyen que existe una base neurobiológica y evolutiva para la respuesta materna humana al llanto de los bebés. La capacidad de respuesta del cuidador es vital para la supervivencia del bebé y, por lo tanto, para la continuación de la especie.
El llanto de tu bebé es único
Otro estudio realizado en Tokio determinó que las madres son capaces de distinguir el llanto y la risa de su bebé frente a las de otros bebés, y que al hacerlo, también se activan unos circuitos concretos en su cerebro.
El llanto del bebé activa mecanismos cerebrales en la madre que hacen que esta acuda instintivamente a atenderle. Por eso se sufre tanto cuando se ponen en práctica métodos conductistas, por ser completamente contrarios a lo que naturalmente estamos programados para hacer: acudir a un pedido de ayuda.
Son menos los estudios que se han realizado con padres, pero estos sugieren que tanto padres y madres están exactamente igual de capacitados para distinguir el llanto de su bebé. Esta habilidad para identificar el llanto de su propio bebé está determinada por el tiempo que se ha pasado con él, no por el género del progenitor.
Atender siempre el llanto del bebé
Aunque algunos digan que el llanto ensancha los pulmones, les ayuda a entender que no pueden tenerlo todo y demás habladurías, hay numerosos estudios que confirman que el llanto del bebé siempre debe ser atendido.
No es posible malcriar a un bebé por el hecho de prestarle atención y brindarle protección y cariño cuando lo necesita. Al contrario, un bebé que suele ser atendido cuando llora será un adulto más sano, menos depresivo, más amable, empático e, incluso, más productivo.
Un bebé, como cualquier cría de mamífero que se siente inseguro y desprotegido al estar lejos de su madre, siente miedo. Como reacción a esta amenaza, llora y su cerebro aumenta la secreción de cortisol, la hormona del estrés. Si esto sucede una y otra vez, las consecuencias del estrés continuado durante la infancia se arrastran durante el resto de la vida.
Como sabemos, las vivencias durante los primeros años de vida tienen gran influencia en el resto de nuestra vida. El cerebro del niño forma mil conexiones nuevas por segundo en los primeros tres años de vida, conexiones que forman la base de su futuro. Atender el llanto del bebé, estar pendiente de sus necesidades, brindarle cariño, brazos, besos y caricias "nutren" su cerebro de experiencias positivas, ayudándoles a crecer sanos, felices y equilibrados.
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