El bullying es un fenómeno prevalente y horrible para todas las víctimas que lo sufren, que además, es especialmente prevalente en los niños con autismo, ya que éstos son acosados entre tres y cuatro veces más que los niños sin autismo.
Esta es una de las conclusiones del informe "Situación del alumnado con trastorno del espectro del autismo. Curso 2020/2021", que también concluye que la forma más común del bullying es la exclusión social, que sufren el 32% de los chicos y el 37% de las chicas con autismo.
El acoso verbal y físico son las otras dos formas de violencia que más experimentan, sobre todo los chicos. Son numerosos los estudios que evidencian esta triste realidad, la cual aparece más allá del contexto escolar, también en adultos. ¿Qué hay detrás de todo esto y qué está fallando?
Los niños con autismo son acosados entre tres y cuatro veces más que los niños sin él
Los datos son alarmantes. El citado informe, que recogió la opinión de 1.100 profesionales, familias y estudiantes con TEA de 18 comunidades y ciudades autónomas, también indica que el 12% de los estudiantes con TEA dicen haber sufrido al menos una situación de acoso escolar, y que el 6,5% ha experimentado más de una.
Los estudios son innumerables. Hemos recogido algunos de los más importantes, como un estudio realizado en 2011 y publicado en el Journal of Autism and Developmental Disorders, que mostró que casi la mitad (46,3%) de los alumnos con autismo sufren o han sufrido acoso escolar.
Otro trabajo de campo realizado en el Reino Unido en 2013, encontró que, de un grupo de más de 800 niños con autismo, el 77% estaba experimentando acoso escolar en el momento del estudio. Por su parte, un metaanálisis de 2015 publicado en Autism Research reveló que del 40 al 90% de los niños con autismo son acosados, en comparación con el 10-40% de los niños sin autismo.
La Guía de actuación para profesorado y familias, Acoso escolar y Trastorno del espectro del autismo, elaborada por la Confederación de Autismo en España concreta más e informa que los niños con autismo son cuatro veces más acosados que los que no lo tienen, especialmente entre las edades comprendidas entre los 11 y 13 años, cuando se pasa de Primaria a Secundaria.
Además, revela, hay una mayor prevalencia del acoso en autismo de grado leve, y más en chicos que en chicas.
- Características del acoso: ¿cuándo y dónde aparece más?
Pero, ¿cuándo se da este acoso? ¿Quién es el agresor? La citada guía ofrece datos más concretos del tipo de acoso que reciben estos niños, y especifica lo siguiente:
"Las personas en rol de agresor suelen pertenecer al mismo curso que la persona en rol de víctima, con mayor frecuencia en centros ordinarios que en centros de educación especial, y en espacios y tiempos con poca estructura y supervisión, como el comedor, el patio, cambios de clase o los baños".
Acoso más allá de las escuelas
Pero el acoso no se da sólo en el contexto escolar. Un metaanálisis de 2022 publicado en la revista Trauma, Violence & Abuse, encontró que el 84% de los niños y adultos de entornos clínicos y comunitarios con autismo sufre diferentes tipos de victimización, entre los que se incluyen intimidación, victimización sexual, ciberacoso y agresiones como parte de delitos.
Concretamente, se encontró que el 47% eran víctimas de acoso; el 16%, víctimas de abuso infantil; el 40%, víctimas de abuso sexual, y el 13% víctimas de ciberacoso. El 84% era la prevalencia total de las personas víctimas de múltiples formas de acoso y violencia.
Causas del bullying en niños con autismo
La responsabilidad aquí siempre es del acosador y del sistema que falla, pero vamos a tratar de arrojar un poco de luz a por qué los niños con autismo son más vulnerables a sufrir bullying (lejos, por supuesto, de justificarlo).
1. Vulnerabilidad y características del autismo
Las características del autismo configuran en parte esta vulnerabilidad (aclaramos que hablaremos de generalidades, entendiéndose que los niños con autismo pueden ser muy diferentes entre sí). Para empezar, estos niños tienen dificultades para comunicarse y relacionarse. Por ejemplo, se pueden acercar a los demás de forma anómala.
En mi experiencia profesional, llevé el caso de un niño que para acercarse a los otros niños, dejaba algún objeto a su lado para que "le saludaran", sin decir nada, y recuerdo también otro que pegaba porque lo que quería decir era "aquí estoy, quiero jugar con vosotros". Por otro lado, también pueden no mostrar interés por los demás.
Les cuesta mirar a los ojos, pueden mantener un tono de voz monocorde (sin variarlo nunca), mostrar una falta total de expresión facial, sin hacer gestos, y también les cuesta entender la ironía, los gestos y el lenguaje corporal de los demás, lo que dificulta aún más la interacción.
Además, les cuesta ajustarse a las situaciones sociales, compartir juegos imaginativos o juego simbólico con los demás y, en definitiva, hacer amigos.
Por otro lado, muestran patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan por ejemplo con intereses muy restringidos (solo quieren jugar a una cosa en concreto, o hablar de algo en concreto, normalmente un tema poco habitual).
Son también muy inflexibles y presentan estereotipias, que pueden ser movimientos repetitivos (el clásico "aleteo"), alinear los juguetes o cambiar de lugar los objetos. Tienen una habla idiosincrásica (poco común, en la que se pueden inventar palabras), ecolalia (repiten lo que escuchan), etc.
Además, muestran hipo o hipersensibilidad a los estímulos (se abruman con los sonidos, las luces...) o, justo lo contrario, muestran un interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno.
Todas estas características pueden ser percibidas por el resto de alumnos como "extrañas" (además de que la ignorancia hace mucho daño), convirtiéndose estos niños, tristemente, en blanco fácil para los acosadores.
2. 1 de cada 3 estudiantes con TEA no sabe identificar el acoso
El informe mencionado en la introducción reveló que uno de cada tres estudiantes con autismo no sabe identificar el acoso escolar, y que a las chicas les cuesta más identificar que a los chicos. Así, vemos cómo su percepción del acoso no corresponde con la realidad, algo que alimenta aún más el problema.
3. Falta formación específica en TEA
Un problema añadido a todo esto es que el personal docente no accede a formación específica sobre el TEA por parte del sistema educativo y tiene que autofinanciarse esta preparación en la mayoría de los casos. Esto, lógicamente, alimenta aún más el problema y perjudica la atención que los estudiantes pueden recibir en el caso de estar siendo víctimas de bullying.
Necesitamos prevención y protocolos actualizados
Según el citado informe, y para dar respuesta a la violencia en el entorno escolar, el 74% de los centros educativos ordinarios dispone de protocolos de actuación frente al acoso, pero solo el 40% de las familias considera que las medidas que se llevan a cabo son útiles.
Autismo España reivindicó la necesidad de sensibilizar a la sociedad y de "adaptar herramientas de autodetección de situaciones de acoso a las características de estos alumnos". También pidió introducir programas de prevención del acoso y promoción de la convivencia en los centros escolares que contemplen al alumnado con TEA e identificar estrategias de afrontamiento y buena práctica ante situaciones de acoso escolar.
Lo que está claro es que faltan medidas de actuación, protocolos específicos actualizados, y muchísima formación para los profesores, que se encuentran sin herramientas para abordar la situación.
La importancia de educar en valores y diversidad
Por otro lado, fomentar la diversidad y la inclusión y educar en emociones y valores a los niños desde que son pequeños, y visibilizar el autismo, concienciar sobre él para que los niños entiendan de qué se trata y respeten esta condición, también son elementos cruciales para avanzar.
Y termino con una reflexión; los niños con autismo merecen respeto igual que cualquier niño, ¿por qué ellos son "los diferentes"? ¿Acaso no lo somos todos? Tenemos que enseñarle a los niños que todos podemos aprender de todos, todos tenemos algo valioso que aportar y nadie es menos que nadie.
Finalmente, también debemos ofrecer a los niños con autismo herramientas para que puedan identificar y denunciar las situaciones de bullying sufridas.
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