"Mamá, ¿podemos tener un perrito o un gatito?": ventajas e inconvenientes de tener animales en casa, según mi experiencia

"Mamá, papá, ¿podemos tener un perrito o un gatito?". La mayoría de los niños suelen formular esta pregunta en algún momento, sobre todo si alguno de sus amigos tiene una mascota. Los perros y los gatos son adorables, divertidos, cariñosos y aportan grandes beneficios a los niños. Pero la decisión de incorporar un animal a la familia debe ser muy meditada, pues exige importantes responsabilidades.

Tanto mi marido como yo hemos tenido perros toda la vida, por lo que ambos sabemos lo que es crecer en compañía de este fiel amigo. Por eso, siempre tuvimos claro que nuestros hijos se criarían con animales, así que a lo largo de estos años hemos tenido en casa perros y gatos.

La relación entre niños y animales es maravillosa, pero también es necesario conocer la cara menos amable de tener mascotas en casa, con el fin de poder tomar una decisión meditada. Así que ahí van las ventajas y los inconvenientes de tener animales en la familia, según mi experiencia.

Ventajas para los niños de crecer con animales

Son muchas las ventajas que tiene que los niños se críen con animales. Muchos de estos beneficios los he podido comprobar yo misma con mis hijos (¡y algunos son realmente asombrosos!), y otros han sido demostrados por la ciencia.

Beneficios para salud

Los niños que crecen con perros y gatos tienen un mayor número de bacterias intestinales beneficiosas para la salud, y que se asocian a un menor riesgo de alergia, asma y problemas respiratorios, y una menor incidencia de obesidad infantil.

Y es que los animales ayudan a los niños a estar activos, hacer ejercicio, disfrutar del aire libre y a combatir el sedentarismo, con todos los grandes beneficios para la salud que esto conlleva.

Beneficios emocionales

Uno de los grandes beneficios que encuentro a nivel emocional es el efecto relajante que aportan los animales. Recuerdo lo mucho que me tranquilizaba abrazar a mi perro cuando llegaba del trabajo agotada y estresada. Siempre me recibía moviendo la colita con entusiasmo, y sus brincos de alegría y lametazos me hacían olvidar enseguida lo malo de la jornada.

Ahora ya no tenemos perro en casa pero sí gato, y el efecto es similar. A mis peques les encanta cuando la gatita se sube encima de su regazo y les amasa la tripa mientras ronronea sin parar, para acabar tumbada sobre ellos hecha un ovillo. ¡Qué paz transmite su ronroneo rítmico!

Otro de los aspectos que siempre me ha parecido asombroso es lo rápido que acude nuestra gata a consolar a mis niños cuando los oye llorar. Es muy bonito verla enredarse entre sus piernas y darles pequeños toques con su cabecita al tiempo que maúlla para captar su atención. Entonces mis peques dejan rápidamente de llorar y comienzan a acariciarla, olvidando por un momento aquello que les hizo sentir mal.

Pero los animales también son una gran terapia para los niños y adolescentes con algún tipo de trastorno o problema de conducta, pues se ha visto que ayudan a combatir el estrés y la ansiedad (también en aquellos casos en los que el niño ha vivido situaciones traumáticas), mejoran la autoestima y favorecen el aprendizaje cuando hay dificultades.

Mejora el desarrollo social

Son varios los estudios que aseguran que los perros y gatos ayudan al desarrollo social del niño, haciendo que crezcan más felices y confiados, e incluso mejorando el vínculo de apego con sus padres y amigos.

Al margen de los estudios, lo que yo veía cuando sacábamos a pasear a nuestro perro es lo mucho que disfrutaba nuestro hijo en el momento en que otros niños se acercaban a acariciar a su mascota o querían jugar con él. Le faltaba tiempo para presentar a su amigo peludo a los otros peques, y de aquellos encuentros casuales siempre acababa surgiendo alguna nueva amistad.

Aprende importantes habilidades para la vida

Tener una mascota en la familia implica el desarrollo de importantes habilidades para la vida, como la empatía, la responsabilidad, el ejercicio de la autonomía y el crecer preocupados por los demás.

Y es que un perro, un gato o cualquier otro animal doméstico son completamente dependientes y requieren de nuestra máxima implicación, por lo que los niños aprenderán enseguida la importancia de proporcionales cuidados en todo momento, preocupándose por su bienestar y fomentando el amor y respeto por otros seres vivos.

Divertidos momentos juntos

Y por último destaco otro gran beneficio para los niños de crecer con animales, y son los divertidos momentos que pasan juntos y que siempre van a quedar grabados en su corazón.

Nuestra gata tiene una paciencia asombrosa, y no solo se deja pasear en el carrito de muñecas, sino mecer en los brazos e incluso disfrazar. Cuando teníamos perro, era muy divertido verle correr alrededor de mi hijo, pendiente de la pelota que tenía entre las manos, o perseguirle incansable por toda la casa. Escenas maravillosas y divertidas que nos demuestran que la conexión entre niños y animales es sumamente especial.

Inconvenientes para padres y niños de tener animales en casa

Pero aunque creo que los inconvenientes que podemos encontrar al hecho de tener animales en casa se ven compensados con creces con lo mucho que nos aportan, también es importante tenerlos en cuenta a la hora de valorar la compra o adopción de una mascota.

La muerte de la mascota es un duro golpe

Quienes tenemos o hemos tenido animales de compañía, sabemos lo importantes que llegan a ser en la familia, y el gran vacío que dejan cuando se van. En el caso de los niños que se crían junto a sus mascotas, el vínculo que llega a formarse es tan fuerte y especial que cuando el animal muere, los pequeños pueden llegar a sufrir mucho.

Cuando nos tocó despedirnos de nuestro perro, mi hijo era aún muy pequeño y apenas se enteró, pero ahora temo el momento en que nos toque decir adiós a nuestra gatita, pues aunque mis peques saben que no tardará en llegar (ya está muy viejecita), es un duro trago para cualquier niño.

Supone un coste económico

Tener un animal doméstico lleva aparejado una serie de costes económicos recurrentes (alimento, revisiones, medicinas...) y puntuales, que pueden ser mayores o menores en función del tipo de animal, raza, edad, estado de salud...

Por eso es necesario que antes de comprar o adoptar una mascota revisemos nuestra economía familiar para asegurarnos de que podemos acometer los gastos que conlleva su manutención y cuidados durante toda su vida.

Es uno más de la familia en cualquier situación

Aunque depende mucho de la raza, los perros viven una media de 10-12 años, y los gatos pueden llegar incluso a los 16. Esto significa que si adoptamos alguno de estos animales, permanecerán a nuestro lado una buena parte de nuestra vida.

Por ello debemos preguntarnos si estamos dispuestos a asumir esa responsabilidad durante tanto tiempo. Y no me refiero únicamente a comprometernos con sus cuidados, sino también a ser responsables con nuestro animal cuando surjan situaciones excepcionales, como vacaciones, viajes, cambios de residencia, problemas de salud de nuestra mascota, llegada de un nuevo bebé...

La responsabilidad de la mascota es de todos

Antes de adquirir un animal es importante que el niño entienda que la mascota es cosa de todos. Es un miembro más de la familia, y al igual que entre nosotros nos cuidamos dentro de nuestras capacidades, los peques deben responsabilizarse también del animal.

Y es que es probable que al principio sobren voluntarios para sacar a pasear al perro, cepillar su pelo, cambiar el arenero del gato o limpiar la jaula del conejito. Pero con el paso del tiempo estas actividades dejan de ser novedosas, y en muchos casos la responsabilidad del animal acaba recayendo enteramente en los padres.

Por eso es fundamental educar a nuestro hijo para que se involucre en el cuidado de la mascota, pero sin olvidarnos de que solo son niños a los que no podemos obligar o cargar por entero semejante responsabilidad.

Los paseos y salidas a veces no apetecen

Sacar a pasear al perro no siempre obedece a esa estampa idílica de familia disfrutando de su animal en la naturaleza, con un sol resplandeciente y un paisaje floreado. Cuando llueve, nieva o hace frío también hay que sacar al animal; incluso a veces hay que salir a la calle de madrugada si nuestro perro está inquieto o nos reclama.

Ocurre lo mismo cuando estamos disfrutando de planes de ocio fuera de casa y nos damos cuenta de que la hora de sacar al perro se acerca y toca volver. Y es que el animal tiene unos horarios de salida que debemos acometer, por lo que es necesario ser conscientes de que a partir del momento en que el perro entre en nuestras vidas, nuestras rutinas deben cambiar para adecuarse a sus necesidades.

Pueden ensuciar o romper cosas

Los animales no son juguetes. No son perros o gatos de peluche con un botón de OFF. Hacen ruido, sueltan pelo, ensucian con sus patitas cuando vienen de la calle, hacen pis y caca en cualquier parte de la casa mientras son cachorros, rompen cosas e incluso los gatos pueden llegar a arañar los muebles para afilarse las uñas.

Plantéate si estáis dispuestos a pasar por ello y, sobre todo, si vais a disponer de tiempo para educar a vuestro animal con la paciencia, amor y respeto que se merece cualquier ser vivo.

Fotos | iStock, Pexels

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