De algo no nos queda duda: todas las madres son extraordinarias. Maternar es un trabajo arduo, con muchas responsabilidades que nos mantienen ocupadas durante todo el día, pero que igualmente nos llena de muchas recompensas y momentos gratificantes al lado de nuestros hijos.
También hay algo muy cierto acerca de la maternidad: cada mujer la vive de manera única y diferente. En esta ocasión, quiero compartir una reflexión pensada en aquellas mujeres que son madres y trabajan fuera de casa, y reconocer los desafíos a los que se enfrentan cada día.
Trabajar fuera de casa cuando se tienen hijos
Sea por necesidad y una mejor estabilidad económica, o por perseguir tus sueños y continuar con tu carrera profesional, salir de casa para trabajar es la realidad de millones de mujeres en el mundo. Y aunque hoy en día sea algo muy normal, trabajar fuera de casa cuando se tienen hijos no es cosa fácil.
La llegada de la maternidad viene a romper todos nuestros esquemas y a cambiar por completo la rutina que quizás estuvimos llevando de la misma manera durante años. Es una gran transformación que nos pone a prueba muchas veces, mostrándonos fortalezas que no sabíamos que teníamos, y presentándonos debilidades que jamás pensamos experimentar.
En el caso de las mujeres que trabajan fuera de casa, la maternidad llega a esta nueva vida acompañada de una lista enorme de preguntas inesperadas y nuevas decisiones que deberemos tomar. Afortunadamente, con ellas también llega una nueva fuerza y motivación para salir adelante, que nos empuja a dar lo mejor cada día y nos ayuda a hacer que las cosas funcionen. Sin embargo, no es tan sencillo como podría parecer.
Los desafíos de las madres que trabajan fuera de casa
Aunque cada tipo de maternidad tiene sus propias pruebas y situaciones que nos retan cada día y que son muy únicas entre sí como para compararlas o decir quién lo tiene más o menos difícil, debemos reconocer que los desafíos a los que se enfrentan las madres que trabajan fuera de casa pueden ser muy grandes.
Personalmente, creo que todas o la mayoría de las mujeres que tienen hijos y que diariamente o gran parte de la semana deben acudir a un trabajo fuera de su hogar, se encuentran con dos tipos de desafíos: emocionales y laborales.
Por un lado, tenemos los desafíos emocionales o maternales, que son aquellos que están directamente relacionados con la maternidad. Un ejemplo de ello, es el que quizás sea el desafío más grande de ser madre que trabaja fuera de casa: separarse de sus hijos y dejarlos al cuidado de alguien más.
Aunque los primeros meses o años suelen sentirse más pesados, lo cierto es que siempre sentiremos que el corazón se nos apachurra, aunque sea un poquito, cuando nos despedimos de nuestros hijos. Confiar sus vidas a alguien más no suele ser algo sencillo y la culpa de no pasar más tiempo con ellos puede hacernos pasar muy malos ratos.
Otros desafío relacionado directamente con nuestro papel de madres, es el de mantener la lactancia, que puede volverse una tarea completamente retadora al volver a trabajar, pues no en todos los empleos se cuenta con un espacio adecuado para hacerlo.
En cuanto a lo desafíos laborales, seguro los identificas porque ya hemos hablado de ellos en ocasiones anteriores: la discriminación, los nuevos obstáculos dentro del ambiente de trabajo y lo complicado que puede ser intentar conciliar, razones por las cuales muchas mujeres contemplan renunciar a sus trabajos tras concluir su baja maternal.
Además, el estrés laboral que se puede vivir en el ambiente de nuestro trabajo, puede hacer que en ocasiones nos llevemos problemas de la oficina a casa, afectando la relación con nuestra familia, por lo que encontrar un equilibrio y desconectar al salir de trabajar, es algo que también debemos aprender a hacer.
Y desde luego, no podemos dejar uno de los más grandes desafíos a los que se enfrentan las madres que trabajan fuera de casa: el tener que multiplicarse por mil para poder organizar, atender, cumplir y recordar todas y cada una de sus actividades en ambos papeles.
El lado positivo de ser madre y trabajar fuera de casa
No todo son malas noticias y no solamente se trata de plasmar aquellas cosas que resultan complicadas para las madres que trabajan fuera de casa, pues como cada situación de vida, también tiene su lado bueno.
Por una parte, nuestro desarrollo profesional se ve beneficiado, pues como lo hemos comentado a través de experiencias personales, la maternidad puede ayudar a mejorar nuestra productividad laboral y nuestro trabajo como profesionales también nos hace desarrollar habilidades que nos ayuden a ser mejores madres.
Este crecimiento, no solamente es algo positivo para nosotros, sino también para nuestros hijos, pues nos convertimos en un ejemplo de lucha, esfuerzo y dedicación para ellos. Y desde luego, una de las lecciones más bonitas que nos deja el trabajar fuera de casa: el valor inmensurable que adquiere el tiempo con nuestra familia.
Aunque para todas las madres el tiempo con sus hijos vale oro, cuando se pasan tantas horas al día fuera, esos besos y abrazos que nos arropan al volver a casa y los momentos en los que estamos nuevamente con los nuestros, se vuelven lo más preciado y por nada en el mundo dejaríamos que algo los interrumpiera.
Desde luego, ninguna madre es mejor o peor que otra por estar dentro o fuera de casa, pues cada una es distinta. Pero en definitiva, la labor y esfuerzo que hacen día con día las madres que trabajan fuera de casa es uno digno de reconocer y aplaudir. Porque nunca es fácil dejar a los hijos, pero es algo que se hace con todo el amor del mundo.
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