Los partidos políticos han sellado a fines de septiembre un Pacto de Estado contra la Violencia de Género en España, un acuerdo histórico que consta de 213 medidas para erradicar una de las mayores lacras de nuestra sociedad en la que no sólo las mujeres son víctimas, sino también sus hijos.
Lamentablemente, no son pocos los casos que evidencian los fallos del sistema con respecto a la protección de los niños cuando las mujeres víctimas de violencia machista se separan de su parejas. Muchas mujeres temen por ellas y por sus hijos, se sienten indefensas e invisibles ante una justicia que parece hacer oídos sordos.
Los hijos también son víctimas de violencia
Las mujeres maltratadas son víctimas directas de la violencia machista, pero también hay otras víctimas a las que en demasiadas ocasiones se les excluye sin ningún motivo y no se les da voz: los menores de edad.
Dentro del marco de la Ley de la Infancia y la Adolescencia, la Ley Orgánica 8/2015 que entró en vigor en 2015 considera a los menores expuestos a violencia de género como víctimas directas, declarándolos sujetos de la protección que la ley brinda a sus madres. Pero al conocer casos como los que os contaremos a continuación, la realidad es que en la práctica queda mucho por hacer.
La jurista María Naredo considera que "la justicia suele priorizar el derecho de los padres sobre el de los menores, que sigue siendo un derecho intocable aunque los niños y niñas corran riesgo. El sistema debe ser capaz de acreditar cuál ha sido el daño que ha provocado ese hombre en la mujer y en los menores y, a partir de ahí, decidir".
Algunos datos que dan miedo:
Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2015, el 63,6% de las mujeres que sufren violencia machista asegura que sus hijos e hijas han presenciado alguna situación de maltrato. De ellos, en el 64,2% de los casos los niños también la sufren.
En lo que va de 2017, han fallecido 37 mujeres (más tres en investigación) y 6 niños a causa de la violencia machista. En 2016 se registraron 44 víctimas mujeres y un menor. Y lejos de mejorar, es una lacra que empeora. A este paso, habrán aumentado los casos con respecto al año pasado.
La violencia machista ha dejado en situación de orfandad a 169 niños y niñas desde 2013, año desde que se tiene registro.
Según Save the Children, en el 71% de casos de hijos menores asesinados por sus padres no hay denuncia previa.
En primera persona: una lucha de ocho años
Bebés y más se ha puesto en contacto con una víctima de violencia de género (a quien llamaremos H. para preservar su anonimato) y madre de dos niños adolescentes, también víctimas, quien nos cuenta su caso en primera persona.
"Realmente el maltrato siempre estuvo, pero no dejaba marca. Bromas que dejan de ser bromas, empujones, amenazas, humillaciones..." La pesadilla se desencadenó cuando ella decidió que quería divorciarse y se lo comunicó a su marido, que reaccionó muy mal. Él le dijo que de ninguna manera, que no se podía ir, y que si se iba se quedaría con los niños, en ese entonces de seis y casi once años. La situación se puso muy tensa.
"Hasta que llega un día en que me pega. Están los niños ahí. No sabes cómo escapar. Los niños, tan pequeños como eran, llaman a la policía. La policía se presenta y se lo llevan. Ahí comienza otra fase. Fase que cambia completamente el panorama. Se convierte en una pelea que todavía continua en los juzgados desde 2011. Empiezas a meterte en una justicia que no entiendes, que da rabia, que frustra, con una falsa protección hacia los menores".
Servicios sociales intervino, derivaron a los niños al Programa Mira, programa para atención de mujeres y niños en situación de violencia de doméstica, les hicieron una evaluación y decidieron que necesitaban tratamiento. Pero "el padre se opuso y solicitó interrumpir el tratamiento de los niños", dice la madre.
Con respecto a esto, los expertos advierten que debería dejarse de pedir autorización a los padres maltratadores para que los niños sean atendidos psicológicamente. Se trata de un requisito legal en aplicación de la patria potestad, que también afecta a aquellos casos en los que el padre ha sido condenado o hay una orden de protección.
Los niños también sufrieron maltrato físico por parte del padre, además de sufrir las consecuencias emocionales de una situación que lleva prolongándose desde hace ocho años.
El Caso Juana Rivas: huida de la Justicia por sus hijos
El Caso Juana Rivas ha calado muy profundo en una sociedad sensibilizada con la violencia de género. Casi nadie ha permanecido indiferente a la historia de la madre granadina que desobedeció a la Justicia para evitar entregarle sus hijos a su exmarido, condenado en 2009 a tres meses de prisión y un año de alejamiento por un delito de lesiones en el ámbito familiar.
Más allá de la controversia creada en este caso en particular, tanto a favor de la madre apoyando su decisión de proteger a los hijos como en contra, atacándola por desobedecer a la justicia, queda patente que todavía queda mucho camino por recorrer para que se garanticen los derechos de todas las partes, y especialmente los de los menores.
El caso Ángela González Carreño: una tragedia evitable
Otro caso, que ha sido muy sonado por la desprotección que ha tenido por parte de las instituciones y que desembocó en una tragedia evitable, es el de Angela Carreño. Desde que se separó de su marido en 1999, nadie tomó las medidas necesarias para impedir el asesinato de su hija.
Ángela González Carreño huyó de casa con su hija Andrea, de tres años, por los episodios de maltrato que sufría. Tras ello solicitó el divorcio, y en 2003 la niña fue asesinada por su padre maltratador cuando tenía siete años, durante una visita no vigilada.
Pese a las más de cincuenta y una denuncias que interpuso en los juzgados, y solicitar medidas de protección para ambas "un señor (en alusión al juez) decidió, como si se tratara de un juguete, que se tenía que abrir el régimen de visitas por el interés del padre, un padre que aprovechó para matar a su hija", relata Ángela en una entrevista en El Mundo.
Con el inmenso dolor por la pérdida de su hija y tras once años de pleitos judiciales, en 2014 la ONU condenó a España por no actuar de manera diligente al no protegerla a ella ni a su hija, no castigar al maltratador y no investigar ni indemnizar a la mujer por los daños causados.
La demanda ante la ONU fue interpuesta en 2012 por la organización Women's Link Worldwide, con la que hemos hablado para preguntarle:
¿Qué pasos se deben dar nuestro país para que las cosas cambien y no se vuelva a repetir un caso así?
Acatar las medidas del Comité CEDAW (Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer). Este Comité ha dictado tres recomendaciones fundamentales por el caso de Ángela Carreño:
1) Que los antecedentes de violencia de género sean considerados obligadamente cuando se decide sobre los derechos de custodia y de visita.
2) Que se proporcione la formación obligatoria sobre violencia de género y estereotipos de género, sobre la Convención CEDAW y su Protocolo Opcional, así como sobre las recomendaciones generales del Comité CEDAW y, en particular, sobre la Recomendación General núm. 19.
3) Además, el Estado español debería reforzar el marco normativo estableciendo un deber de diligencia debida a la hora de responder a las situaciones de violencia de género.
"Yo no tengo miedo", las palabras de una hija
'Ya no tengo miedo' es un libro autobiográfico escrito por Patricia Fernández Montero, una joven de 18 años que conoce de primera mano lo que es sufrir la violencia machista en casa durante años.
Desde que tenía seis años vivió día a día una situación que ningún niño debería vivir: fue obligada por la Justicia a convivir con un padre maltratador. No lo llama padre, sino "progenitor", porque "el que maltrata a su hijo jamás es un padre, es un maltratador", dice.
Su libro está hecho "por y para los niños" que sufren a diario el maltrato.
¿Te imaginas despertar y que nada sea igual? ¿Que todo tu mundo haya cambiado, para siempre? Esta es la historia, mi historia, la voz acallada durante años, el grito en el vacío que intenté lanzar, el sordo temor del pánico y que, hoy, ve la luz. Comparto esta historia con la de cientos de niños y personas que han vivido y viven bajo el agónico dolor de la violencia de género. Esto es un grito a la esperanza y un reclamo a la sociedad. El vértigo de las amenazas y el desgarro del dolor. La verdadera cara de los que nadie cuenta ni quiere oír, porque, a veces, da demasiado miedo.
En Bebés y más | Violencia machista: las víctimas que se ven, las mujeres, y las que no salen tanto en las estadísticas, los niños