Cuando tenemos un bebé, e incluso desde el embarazo, nunca faltan aquellos consejos de familiares y amigos, que sin duda nos los comparten con la mejor de las intenciones. Sin embargo, en muchas ocasiones, recibir esos comentarios puede ser agobiante e incluso, confuso.
Por ello, y con la intención de expresar un poco el sentir de muchas madres que se han visto saturadas ante tanta información, hoy quiero compartir una reflexión en la que explico por qué decidimos ignorar los consejos no pedidos sobre la crianza de nuestros hijos.
Sabemos que la mayoría son bienintencionados, pero...
Cuando nos convertimos en madres, la carga mental se vuelve más pesada que nunca y esa constante lista de pendientes se ve acrecentada con las dudas e inquietudes que tenemos sobre esta importante labor. ¿Estaré haciéndolo bien? ¿será esto lo mejor para mi hijo?
Debemos tomar cientos de decisiones que no siempre resultan fáciles de hacer y en muchos casos, nos queda la incertidumbre de saber si elegimos la correcta. Añadimos a eso los consejos no pedidos, y podemos encontrarnos en una posición confusa, tensa o incómoda para nosotros.
Hay que aclarar que no es que no seamos agradecidos, pues entendemos que esta clase de consejos regularmente vienen con la honesta intención de ayudar, pero pueden ser diferentes al tipo de crianza que elegimos, no son afines a lo que deseamos hacer o incluso, pueden estar desactualizados o ser obsoletos.
Este tipo de situaciones solemos encontrarlas con mayor frecuencia cuando la persona que nos da el consejo no pedido es de una generación distinta a la nuestra. Muchas costumbres o cosas que hicieron nuestros padres y madres, están basados en creencias sin fundamentos o que con el paso de los años se ha comprobado no eran la mejor práctica.
En resumen, la crianza y cuidado de los hijos es una tarea constante que requiere nuestra total atención, y si a eso añadimos el estar recibiendo consejos no pedidos, la situación sinceramente puede tornarse agobiante, al mismo tiempo que frustrante.
Si necesitamos un consejo, lo vamos a pedir
Soy la primera en decir y afirmar que la crianza es más ligera cuando se tiene una tribu, pues las madres no podemos hacerlo todo solas y el apoyo o ayuda que recibimos facilita mucho esta maravillosa y agotadora experiencia y nos sentimos agradecidas por tenerlo.
Sin embargo, no es lo mismo pedir un consejo, que recibirlo así sin más. Además de lo que ya he comentado acerca de que puede agobiante o confundirnos más, en algunos casos hay personas que sueltan esos consejos con un tono de imposición, o que se molestan porque no los seguimos o respondemos que nuestro enfoque no coincide con el suyo.
Recordemos que cada maternidad es única y cada hijo es distinto. Lo que le haya funcionado a alguien, puede no funcionarle a otros o simplemente no desea hacerlo, y eso no significa que uno de ellos esté bien o mal, o que sea mejor o peor que la otra persona.
Es importante que todos tengamos la capacidad de comprender esto, no solo porque nos ayuda a mantener relaciones saludables con las personas que nos rodean, sino porque nos recuerda ser más empáticos con la crianza de los demás, incluso si es diferente a la nuestra.
Finalmente, cierro este escrito con lo que he mencionado al inicio de este último apartado: si necesitamos un consejo, lo vamos a pedir. Vaya, si lucimos perdidas puedes preguntar si necesitamos ayuda. Pero al final la decisión de seguir esos consejos o no debe ser nuestra, y esta decisión debe ser respetada.