Los primeros años de la crianza son agotadores y un auténtico desafío, pero hay pequeños momentos que lo compensan todo (de hecho, es lo que siempre contestamos a los que nos preguntan si tener hijos merece la pena, ¿verdad?).
Todos los papás los conocen, pero hay que estar atentos porque duran apenas un instante: ESOS momentos en los que sientes un amor infinito y te gustaría grabarlos en la memoria para siempre porque son felicidad en estado puro. Estas siete situaciones con tu bebé que te hacen morirte de amor.
El olor de tu bebé recién levantado
Lo primero que hago cuando saco a mi hija pequeña de su cunita es hundirle la nariz en la nuca y aspirar el olor de su cuello y sus rizos. Todavía está calentita y ya no huele a recién salida de la bañera; es algo todavía mejor. Si se pudiera embotellar ese aroma las mamás seríamos millonarias.
Además, parece que el hecho de que nos guste oler a nuestros bebés es un imperativo biológico las primeras semanas y, después, algo parecido a una droga por la sensación tan placentera que nos produce olisquear a nuestros cachorros.
Un simple garabato en tu agenda
No hace falta que tus hijos estén presentes para derretirte con sus travesuras. Imposible no sonreir cuando abres tu agenda del trabajo y te encuentras el garabato que pintó tu hijo la tarde antes en un despiste. O cuando te encuentras algún juguete que te han metido en el bolso para hacerte la mañana más llevadera. ¡Qué detalle! También se agradece la intención cuando lo que te encuentras es un trozo de galleta mordido.
Cuando se quedan dormidos en cualquier lugar
He pasado horas y horas viendo a mis hijos dormir. Ni yoga ni nada. Lo más relajante del mundo es mirar atentamente como sube y baja la barriguita del bebé al ritmo de su respiración. Y lo más tierno es cuando se quedan dormidos en cualquier lugar y de cualquier manera: con los piececitos asomando por fuera de la cuna, en la alfombra, en la trona... les da el sueño y es como que se les cerraran los ojos a cámara lenta.
Y si se te quedan dormidos encima, como le gusta a la compañera Lola Rovati, mejor que mejor. Así puedes aprovechar para comértelos a besos y tienes la excusa para no hacer nada de nada y disfrutar del momento.
Cuando te acarician al darles de mamar
Es un momento favorito de la compañera Silvia Díaz: “con lo que siempre me he derretido es cuando te acarician la cara, el escote o ponen su manita gordota en tus labios para que la beses mientras maman”.
Para los bebés la leche de su mamá es como un plato de jamón del bueno. Algunos se ponen a dar palmas cuando ven la teta asomar y hasta he visto alguno con los ojos en blanco disfrutando de ese momento como sólo los bebés saben hacerlo. Un momento muy especial que disfrutan tanto ellos como nosotras, ya que dar el pecho produce oxitocina que, como se sabe, es la hormona de la felicidad.
Sentir esa mano calentita cuando estás durmiendo
Hay defensores y detractores del colecho. Depende de cada familia y cada niño, pero los padres que nunca han dormido con su bebé se pierden la sensación de notar una mano calentita en la cara en medio de la noche. Si en una de sus vueltas le sirves de tope y decide acurrucarse contra ti, la sensación de despertarse con su cuerpecito pegado al tuyo es una maravilla.
Eso sí, puede no ser una caricia lo que te despierte, sino una patada o un tortazo y eso ya no tiene tanto encanto...
Cuando tienes más de uno: verlos jugar
El deporte favorito de mis hijos es pegarse, chillar y tirarse cosas a todas horas (y en el caso del mayor, de tres años, regañarle a la pequeña con su lengua de trapo), pero me he dado cuenta de que solo lo hacen cuando estoy yo delante. Escondida para que no me vean, he visto a mi hijo contarle cuentos a su hermana, explicarle cómo funciona un monopatín y ¡un día hasta le dio un beso!. Ternura máxima.
Mirar ese tendedero lleno de mini cosas
Esos bodys preciosos, esos calcetines minúsculos, gorritos diminutos... Cuando compras la ropa para tu recién nacido, la lavas y tiendes cada prensa con delicadeza, imaginando cómo estará con cada una de esas preciosidades, es imposible no echar una lagrimilla de emoción.
Después, cuando son más mayores y ya no haces coladas exclusivas para ellos, se te llena el tendedero de colores, superhéroes y strass y sigue despertando la misma ternura ver esas mini prendas tan bonitas entre la ropa “de mayor”.
Y tú, ¿tienes algún momento de "morir de amor" con tu bebé? Cuéntanoslo.
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