Ya que hay muchos casos en los que a los niños no le gustan las legumbres (parece ser una regla), debemos enseñárselo también, pues hay muchos motivos por los que el consumo de legumbres es beneficioso.
Como ya hemos mencionado, las legumbres nos aportan proteínas vegetales, si son secas, un 20%, si son cocidas la mitad, pero al ser un alimento pobre en aminoácidos esenciales, como la cisterna o la metionina, es conveniente consumirlas con semillas o cereales, de ahí el plato de lentejas con arroz, que aunque nos gusta poco, demuestra que nuestros mayores sabían mucho. Las proteínas vegetales tienen una ventaja de las animales, y es que generan menos residuos metabólicos, por lo que saturan menos el hígado y los riñones. Si vamos a elaborar cereales con legumbres, debemos considerar la proporción adecuada, tres a uno.
Al contrario de lo que mucha gente piensa, las legumbres no engordan (quizá con lo que se cocinen), pues su alto contenido en carbohidratos de lenta absorción, produce una lenta liberación de la glucosa y la energía proporcionada dura más tiempo.
La poca grasa que tienen las legumbres es saludable, que unida a la fibra soluble que posee, ayuda a regular el colesterol. La fibra insoluble regula el tránsito intestinal, pero en ocasiones puede provocar una digestión pesada y flatulencia, pero para evitar o apaciguar estos problemas, se pueden cocinar con especias como el comino, el hinojo o la ajedrea.
Hierro, potasio, magnesio, zinc e incluso calcio, son los minerales que nos aportan las legumbres, en el caso del hierro, muy útil si estás pensando quedarte embarazada, se debe combinar con vitamina C para aprovecharlo mejor, así que es bueno servirlas con verduras de hoja verde, pimiento rojo, etc.
Tanto en invierno con cuchara, como en verano en ensalada, las legumbres son un alimento básico de la dieta mediterránea que nos ayudará a estar saludables.