La falsa confianza en uno mismo al ser padres de nuevo

Cuando un bebé llega a tu vida parece como si te hubieran cambiado las normas de la vida, todas ellas, y de golpe. Todo es nuevo, complicado y tremendamente delicado. Tus niveles de estrés en esa época se disparan hasta cotas nunca vistas, o casi, hasta la fecha.

Con el segundo y sucesivos la cosa cambia, tienes más cartas en la mano, pero conoces las reglas y la baraja y el juego siguen siendo muy similares a lo jugado hasta la fecha. Y ahí está el problema, que te lo crees y te olvidas que cada criatura es un mundo. Que, aunque el juego parezca el mismo, no lo es. Y esto genera una falsa confianza en uno mismo al ser padres de nuevo.

Principio de igualdad

Esa confianza que te han dado meses lidiando con tu hijo mayor provoca que tu subconsciente te haga creer que tienes dos hijos de la misma edad. Y del consciente ni hablo porque los primeros días va a estar tan falto de sueño que a duras penas será funcional (otra cosa que se suele olvidar aunque rápidamente se nos pone al día). Esto provoca que por ejemplo, salgas de casa sin pañales o toallitas, con dos bricks de zumo y un sándwich de jamón y queso dividido en dos.

Te pones de los nervios cuando el pequeño con 4 meses no es capaz de explicarte qué le pasa y por qué llora. Y todos los días crees que ese va a ser el último que cambias un pañal.

Nos olvidamos de que Murphy ha vuelto

Todo padre aprende rápidamente la primera Ley de Murphy "si algo puede ir mal, irá mal". Bueno, pues a ti después de dos años de haberte estrenado como padre y de unos meses que Murphy te dejó tranquilo, se te ha olvidado que todo recién nacido trae un Murphy bajo el brazo (lo del pan pasó de moda ya).

Tu que creías que esto de la paternidad estaba dominado, te encuentras de nuevo con un bebé empapado hasta el cuello, en medio de un centro comercial a media hora larga de casa y en la bolsa sólo tienes pañales "talla 4". No sé si alguna vez habéis intentado ponerle a un bebé de 2 meses un pañal de la talla 4, pero os aseguro que el concepto "le da tres vueltas" adquiere gran literalidad. De hecho lo que parece es que estés envolviendo unas pechugas de pollo.

O por poner otro ejemplo, justo el día que vas con el tiempo justo, es decir, ya vas cinco minutos tarde, tu hijo te dibuja el mapa de Europa en la única blusa que tienes planchada (al menos te ha quedado claro que los gases los ha expulsado).

Hacemos adulto a nuestro hijo mayor

Tenemos tanta confianza que incluso depositamos el sobrante en quienes nos rodean, y así por ejemplo, nuestro hijo mayor que hasta ayer era un bebé al que le dábamos de comer, pasa a ser un pequeño adulto que va a comer él solito y poner en la mesa su plato, vaso y cubiertos (y no se va a tener que preparar el mismo la cena porque entre tu pareja y tu juntáis suficientes neuronas para mantener vuestra vida en el filo que separa la cordura de la sinrazón).

Queremos hacer lo mismo con uno que con varios

La llegada de un bebé cambia muchas cosas en tu vida, pero aún así ésta sigue estando bajo control, más o menos. Pero cuando llega el segundo ese mar medio embravecido por el que habíais aprendido a navegar pasa ser mar picada de olas de varios metros. Y así mientras que uno de tus hijos está plácidamente dormido, el otro requerirá de tus mejores dotes como orador porque aparece con un cuento, y eso es lo fácil. El problema vendrá cuando uno pida negro y el otro blanco, o cuando uno decida que quiere jugar al balón y el otro salir con la bici y añorarás esos días en que eras todo un experto manejando situaciones filiares.

Pero no te preocupes, después del primer par de bofetones te haces a eso de lidiar con dos, tres o cinco hijos. Aprendes a no confiar en tu experiencia ciegamente y comprobar antes de salir que llevas pañales en el bolso para toda la familia, que las toallitas no estén secas, que esa "ropa de cambio" que tu sabes que llevas porque la metiste ahí hace tres meses le siga valiendo y que quizás no sea tan buena idea que tu hijo mayor lleve a la mesa la sopera.

Foto | Lars Plougmann en Flick En Bebés y más | Cuando un niño nace el hermano mayor crece de golpe, La llegada del primer hijo: toda una revolución

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