Para unos padres, recibir el diagnostico de autismo de un hijo es el comienzo de un camino difícil, pero a la vez con grandes enseñanzas. Porque un hijo con autismo viene a enseñar que el mundo puede ser de otra manera a como lo vemos nosotros.
Christopher Reyes y Elisa Durán decidieron hacerse el mismo tatuaje tras el diagnóstico de autismo de su hija, y para hacerlo eligieron un dibujo del escritor e ilustrador mexicano Bernardo Fernandez (Bef). Fue él mismo quien compartió la historia en Twitter volviéndose viral.
Son muchos los padres que deciden tatuarse la piel como un símbolo de amor hacia sus hijos nacidos con esta condición, un trastorno neurológico que forma parte del grupo de trastornos denominado TEA (trastornos del espectro autista) y que afecta la capacidad para comunicarse y relacionarse con otras personas.
La pareja se tatuó el dibujo acompañado de una leyenda que aparece en la novela gráfica del dibujante sobre el autismo titulada 'Habla María':
“La cabecita de mi hija, ese universo complejo, es un misterio para mí”
La historia es aún más conmovedora porque la hija del dibujante también fue diagnosticada con autismo, y por esta razón decidió escribir la novela en base a su experiencia personal como padre.
En una entrevista a El Diario.es el escritor confiesa:
"No fue fácil, porque exponer esto te pone en una situación muy vulnerable, pero compartirlo me ayudó a sanar y a entender que hacía falta hacer ver que las personas como María necesitan de inclusión en nuestro mundo, que también es suyo".
Los colores, símbolo del autismo
Llevar un tatuaje en la piel es un bonita manera de visualizar el autismo, un trastorno muchas veces incomprendido, y que requiere un mayor conocimiento por parte de todos para que se logre una verdadera integración de las personas, y en especial de los niños con autismo.
El símbolo que representa el autismo son las piezas de un puzzle de colores brillantes como símbolo de lo complejo y de la misteriosa naturaleza del trastorno. También la representación de muchos colores, como símbolo de la diversidad de personas que presentan esta condición y resaltando que existen tantos niveles de autismo como matices de colores en un arcoíris.
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