Y apuntar que coincido plenamente con mi compañera Lola cuando afirma que la clave de un buen parto es la información. Ese conocimiento nos ayudará a recibir ese momento con la actitud adecuada.
Siempre he pensado que a la hora de "prepararme" para tener un bebé leería información acerca de la gestación, la evolución mes a mes, el parto y postparto... Y que las clases de preparación me podrían ayudar a saber a lo que me iba a enfrentar, a completar mi información, resolver mis dudas y para crearme ciertas expectativas.
Y considero que fue así, y que toda esa información y preparación me ayudaron. Gracias a las lecturas y a mi matrón conseguí saber qué me iba ocurriendo mes a mes, y qué era lo que podía esperar a la hora del parto. Aunque siempre dejando lugar a lo inesperado, eso sí. Si había algún contratiempo de última hora, no significaba que el parto tal y como lo tenía concebido, había "fracasado".
Había que recibir el hecho de parir con naturalidad y con la mente, digamos, abierta y despejada. Cabía la posibilidad de poner epidural si lo deseaba, pero podría ser que no me la pudieran suministrar por cualquier motivo, o simplemente podría no quererla. Cabía la posibilidad de que durara 20 horas o se resolviera en pocas...
Cabía la posibilidad de que el personal que me atendiera se opusiera a que me levantara de la cama para dilatar... Cabía la posibilidad de que el parto tuviera que ser en otro centro hospitalario distinto al que me tocaba, o incluso que no me diera tiempo a ir a ningún hospital.
Muchas de esas cuestiones no me harían nada de gracia, pero podrían darse llegado el momento, y debía afrontarlas. No como quien acepta las cosas como le vienen impuestas sin planteárselas, en plan borreguil, sino como confianza en el personal que iba a ayudarme a traer al mundo a mi hija y en las manos de los que yo había decidido ponerme.
Recuerdo cómo el matrón nos explicaba el caso de madres que se habían derrumbado a la hora del parto porque habían basado todo ese proceso en una anestesia epidural que finalmente no habían podido recibir. O madres que se derrumbaban tras el parto porque había acabado en cesárea. O madres que se derrumbaban porque al llegar les decían que iba para largo...
El fin primordial para mí era que mi bebé estuviera bien. No es que yo me considerara secundaria, lo que intento expresar es la amplitud de miras y el optimismo con los que quise recibir el parto. Si decidía epidural, bien, si no se podía o no quería, también. Pediría al personal que me dejaran levantarme para dilatar. No quería enfadarme si no me lo permitían por alguna razón.
No quería malhumorarme ni sufrir más en un momento tan importante. Las cosas podían ir como me las había imaginado, o no. Cada parto es diferente. A pesar de todo, siempre nos formamos una idea de cómo podría ir todo. Finalmente el parto no fue como me lo había imaginado, pero no perdí ni un ápice de mi felicidad.
Me parece muy importante la cuestión de información, amplitud de miras y optimismo, y cayendo en la costumbre de casi toda madre, no dejo de recomendar estos puntos a las futuras mamás. Crearse expectativas cerradas acerca de lo que va a ser nuestro parto, no ayuda a que éste vaya mejor.
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