Imaginad nueve meses flotando tranquilamente en un fluido calentito, con poca luz, sin pasar hambre ni sed y oyendo el mundo exterior amortiguado sin que ningún sonido moleste especialmente. Nueve meses de auténtica paz para que luego llegue el día en que por fin tu madre te va a abrazar y darte cuenta de que todo el cariño que esperabas recibir no llega, porque te cogen de cualquier manera, con la cabeza colgando, te menean con una brusquedad exagerada y no hacen ningún caso de tus reclamos de socorro.
Imaginad además que nacéis con la boca y el olfato extremadamente sensibles, preparados para oler a mamá y buscar su pecho, con la boquita dispuesta a agarrarse a él y demostrar que sabéis mamar y notar, en cambio, que os meten algo que no es un pecho, que os traquetean y asustan y que, en definitiva, hacen todas esas cosas que no se recomiendan para que un bebé pueda tener una lactancia satisfactoria y todas esas cosas que a nadie nos gustaría que nos hicieran: dan ganas de no nacer.
Dan ganas de no nacer y dan ganas de decir: “dónde está mi madre, que me meto por donde he venido”. Soy consciente de que hoy en día no es tan fácil ver estas imágenes en un hospital, sin embargo no es imposible, porque hace muy poco tiempo que los protocolos y recomendaciones han cambiado y hace muy poco que se entrega al bebé a la madre para que pase los primeros momentos de su vida con ella. Sin ir más lejos, yo que he tenido tres hijos, he visto como con el primero el trato a los bebés era más o menos como en el vídeo y como, ya con el tercero, seis años después, han cambiado muchas cosas.
Queda aún mucho por hacer, porque la gente no pasa de tratar mal a madres y bebés a respetarles de la noche a la mañana y porque eso de seguir protocolos y normas que sugieren hacer prácticamente lo contrario a lo que se ha hecho en las últimas décadas parece, para mucha gente, más una moda que una necesidad de salud real. Sin embargo parece que la dirección es correcta y parece, y espero, que un día veamos este vídeo y podamos decir: mira, hace muchos años se trataba así a los niños al nacer… qué salvajada, ¿verdad?
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