Ayer mismo publicamos la noticia que explicaba que una matrona escocesa había administrado a 15 mujeres oxitocina con la intención de que sus partos se complicaran, acabaran en cesárea y así ella tuviera menos trabajo. La matrona ha sido declarada culpable y ahora falta que se le imponga la pena, por un hecho que a muchas mujeres, sobre todo en el grupo de Facebook de Bebés y más, molestó muchísimo.
Ahora bien, ¿nadie se ha parado a pensar que lo que hizo la matrona es algo que se lleva haciendo muchos años en muchos hospitales? Quizás no de una manera tan evidente, quizás no con la misma intención de que los partos vayan rematadamente mal, pero sí administrando oxitocina de manera demasiado indiscriminada para lo que debería ser la atención al parto normal, programando partos para días concretos y haciendo muchas más cesáreas de las necesarias. Por eso pregunto: ¿Por qué no juzgan también a los ginecólogos de drogar a las mujeres con oxitocina para que los partos acaben en cesárea?
La matrona no puede hacerlo, porque no es ella la que indica la medicación
Una de las razones por las que la matrona no puede administrar oxitocina sintética por cuenta propia es que ella no tiene potestad para hacerlo. No es un facultativo médico y, como tal, no puede administrar ninguna medicación que no haya sido previamente pautada por un ginecólogo. Pero no es la única razón, pues lo grave no es eso, sino que lo hiciera provocando problemas en los bebés, que se complicaran los partos y que muchos acabaran en cesárea.
Sin embargo, seguro que ahora mismo sois muchas las que podéis decir que en vuestro caso sucedió exactamente lo mismo y que no fue cosa de la matrona, sino del ginecólogo, que decidió acelerar el parto porque era viernes, porque se acercaba la hora de cenar, porque ya llevabais unas horas y pensó que "venga, va, vamos a ayudarte un poco", y la oxitocina hizo que todo empezara a ir mal, acabando en cesárea.
"Si pierdes el control te pondremos la epidural"
Ya lo expliqué en su día, pero cuando presentamos un plan de parto para nuestro segundo hijo, y en él decíamos que la idea era dar a luz sin epidural, la matrona nos dijo esto, que si Miriam perdía el control durante el parto le pondrían la epidural. ¿Perdona?
Claro, si funcionan así, no es que te lo hagan a la fuerza, es que van y te avasallan hasta que dices que sí: "póntela que estás muy nerviosa, que así tu hijo no puede nacer, que le estás haciendo daño, que si pasa demasiado rato puede sufrir, que estarás más tranquila y el parto irá mejor, que..." y claro, al final dices que sí.
Entonces, como te han puesto la epidural y el parto se frena, a veces más de lo que se esperaba, te añaden la oxitocina para reavivarlo. Lo lógico y normal es que te lo expliquen, que lo van a hacer, pero en muchas ocasiones no te explican nada: "te pongo un gotero, ¿vale?". "¿Qué es? ¿Algo va mal?". "No cariño, tú estate tranquila que lo estás haciendo muy bien: solo es una medicación para ayudarte con las contracciones". Y hala, ya te la han cascado y tú pensando que todo va a ir bien porque estás en buenas manos y resulta que minutos después (no pasa siempre, pero sí pasa muchas veces) el monitor empieza a pitar porque el bebé está haciendo bradicardias.
A nosotros nos pasó con el primero. Bradicardias, te dicen que algo va mal y todo acaba en cesárea. ¡Cesárea! Miriam tenía 23 años y estaba dando a luz a un bebé sano que pesó poco más de 2,700 Kg. Podría haber nacido solo perfectamente, pero caímos en la cascada de intervencionismo y control de los profesionales que te llevan a controlar el parto de tal modo que es la madre quien pierde ese control, y al final puede pasar que todo vaya bien y parezca que es gracias a ellos, o que acabe en cesárea y pienses que algo fue mal, pero que tu hijo está vivo gracias a ellos.
El efecto "fin de semana"
Durante mucho tiempo, en muchos hospitales (lo vimos en los hospitales de andalucía), sucedía el efecto "fin de semana", que es un descenso de los nacimientos en sábado y domingo, no porque esos días los bebés no quieran salir, sino porque a muchas mujeres se les programa el parto para que no caiga en esos días porque a los ginecólogos no les va bien. Programar significa inducir, e inducir significa llamar al mal tiempo.
Las inducciones de los famosos
¿Que por qué inducir un parto es llamar al mal tiempo? Pues porque estás provocando un parto que no tenía que suceder aún. Y no es lo mismo un parto que se inicia porque la madre naturaleza considera que es el momento oportuno (el bebé ya está preparado para salir) que uno que se inicia porque a la mujer o al ginecólogo le va bien... en ese caso el bebé no está tan preparado para salir.
Ya lo dijimos hace unas semanas, las famosas tienen el dudoso privilegio de poder decidir cuándo dar a luz, porque los ginecólogos tienen la dudosa costumbre de permitirles esa excentricidad. Y sí, puede ser negativo para los bebés y en consecuencia deberían poder responder ante la ley también, ¿no?
Según la OMS:
Ninguna región geográfica debe tener un índice de trabajos de parto inducidos mayor al 10%. La inducción del parto debe limitarse a determinadas indicaciones médicas.
Y no lo dicen porque quieran molestar a las madres ni a los ginecólogos con pocos escrúpulos, sino porque se sabe que es mejor para el bebé nacer cuando le toca y no cuando le dicen que le toca.
En el año 2010, un estudio que analizó a 407.503 niños escoceses en edad escolar concluyó que nacer en las semanas 37 a 39 duplica el riesgo de que un niño tenga problemas de aprendizaje. Por eso concluyeron que:
Los partos o cesáreas programados deberían hacerse en la semana 40 porque incluso un bebé nacido en la semana 39 tiene un riesgo más alto de tener necesidades educativas especiales que un bebé nacido una semana más tarde.
Pero hay que tener en cuenta que en dicho estudio solo se analizaron los problemas de aprendizaje de los niños en base al momento en que nacieron. Esperar a que les toque nacer se hace porque así maduran mejor, tienen más tiempo para ganar un poco más de peso y nacer con más fuerza, con menos problemas para alimentarse, menos problemas para mantener la temperatura corporal, etc.
Además, los partos inducidos, al no ser espontáneos, hacen que el riesgo de instrumentalización sea más elevado, pues hay más intervenciones: la oxitocina sintética produce unas contracciones más fuertes, intensas y dolorosas, siendo muy pocas las mujeres que pueden optar por un parto en la posición que prefieran, al tener que ponerse la epidural para soportar el dolor, y hay también más probabilidad de que se tenga que acabar usando ventosa y fórceps, y que estos métodos fallen y el parto acabe en cesárea.
Las cesáreas de los privados
Para acabar, tenemos un dato muy claro y sobre el que nadie hace nada: en los centros privados las tasas de cesárea son mucho más elevadas que en los centros públicos. ¿Por qué? ¿Por qué se hacen más cesáreas? ¿Acaso el dinero de la cartera define el que una mujer tenga más capacidad para dar a luz que otra? El año 2014 la sanidad pública tuvo una tasa de un 21% de los partos y la privada de un 30%, que es el doble de lo que la OMS considera aceptable (que el 15% de los partos acaben en cesárea). Esa diferencia se debe a "los partos a la carta", y eso no es culpa de la mujer que lo pide, sino del obstetra que lo permite.
Por eso dejo caer mi pregunta: ¿Por qué no juzgan también a los ginecólogos de drogar a las mujeres con oxitocina para que los partos acaben en cesárea, o por directamente practicarles una cesárea cuando no está indicada por motivos médicos?
Fotos | phalinn en Flickr, iStock