Hay personas a las que la simple idea de comerse un trozo de carne cruda les produce repulsión. Para otras, no resultan tan extraño ni alejado de nuestra naturaleza y hay incluso quien se atrevería con una víscera, con la placenta, preparada de distintas formas. En los últimos tiempos se vuelve a hablar de ello: comerse la placenta tras el parto, ¿tú lo harías?
Es una práctica llevada a cabo por la mayoría de mamíferos, incluso aquellos que son herbívoros. Por eso (y por otros motivos que veremos a continuación) hay quienes reivindican que también la retomemos las personas. Que la retomemos, porque se supone que hace miles o millones de años nuestros ancestros también se comían la placenta tras el parto. En algún momento de la evolución, tal vez por cuestiones culturales relacionadas con el tabú, dejó de hacerse.
Recordemos que la placenta es un órgano fundamental en el embarazo (es un órgano efímero), ya que constituye la conexión vital del bebé con la madre, transmitiéndole el oxígeno, las hormonas y los nutrientes necesarios al feto. Su nombre proviene del latín y significa “torta plana”, ya que es la apariencia que tiene en los humanos, como podéis ver en la fotografía que aparece más abajo.
Al final del embarazo, la placenta suele medir de grosor entre un centímetro y medio y tres, mientras que su diámetro es de unos 15-20 centímetros. Puede llegar a pesar medio kilo, sin contar el cordón umbilical al que está unida.
En la medicina tradicional china la placenta seca se utiliza por sus propiedades fortalecedoras, pero en las culturales occidentales, la placentofagia es más reciente. Los animales mamíferos domésticos han perdido también la costumbre de comer la placenta, como nos sucediera a los humanos. Pero veamos cuáles serían los beneficios de comerse la placenta y cómo se prepara.
¿Tiene beneficios ingerir la placenta tras el parto?
Los mamíferos que se comen la placenta lo hacen principalmente para no dejar rastros a los depredadores de que hay una nueva cría indefensa. Evidentemente, esta función de ocultar las huellas de un parto reciente no tiene sentido en nuestra cultura.
Pero también existe la hipótesis de que se hace para coger energías tras el parto y esta es la razón que aducen las personas que toman algo de placenta tras el parto. También que protege frente a la depresión postparto y a recuperarse mejor después de dar a luz
Sin embargo, una revisión de estudios no encontró ningún dato que demuestre que haya beneficios al consumir la placenta después del parto.
Cómo se prepara la placenta
Las personas que se comen la placenta no lo hacen como si fuera un filete, sino que elaboran distintas recetas que aportan vitaminas y en las que la placenta queda "disimulada". Lo primero es que deberemos pedir a la matrona o ginecólogo que guarde la placenta o pedir permiso para que alguien la manipule para elaborar un smoothie (o batido). Lo cual no significa que nos la den, ya que en la mayoría de hospitales no dejan sacar restos biológicos por el peligro de contaminación si no se destruyen adecuadamente.
Por eso muchas veces las mujeres que se comen la placenta han dado a luz en casa. Pero esta práctica no es totalmente ajena a los hospitales, quién sabe si se irá extendiendo cada vez más. Veamos un par de ejemplos.
En Oregón (Estados Unidos) ha entrado recientemente en vigor una ley que recoge el derecho de las mujeres a llevarse las placentas del hospital (cumpliendo determinados requisitos).
En el Reino Unido existe incluso la Red de Encapsulación de Placenta (IPEN, por sus siglas en inglés) que se encarga de recoger el órgano cuando sale del útero en el alumbramiento, preparar ese primere batido y llevarse el resto de placenta para secarla y encapsularla (y esto, como podéis imaginar, no es gratis).
Entonces, algunas mujeres elaboran batidos o licuados con algún trozo de la placenta (uno o dos cotiledones, que son las secciones en las que se divide la placenta) justo después del parto, mezclándola con frutas como naranja, plátano, frutos rojos, melón, manzana, remolacha, apio... Se puede endulzar con un poco de azúcar.
Hay quien se atreve con un trocito crudo, como un dado, y aunque afirman que no sabe especialmente muy diferente a la carne de res, hay que ser tolerantes con las texturas (es elástica, similar al corazón). En estofado, en sashami, con brócoli, placenta picante... son otras maneras de preparar este órgano para consumirlo.
Y además algunas mujeres pueden pedir congelar el resto de la placenta para hacer cápsulas que puedan seguir tomando más adelante, incluso haciendo alguna fiesta de bienvenida al bebé con familiares o amigos (la "Placenta Party"). Otras mujeres prefieren hacerlo en la intimidad. En cualquier caso, habría que llevar cuidado para que la placenta no tenga ninguna contaminación bacteriana.
Los testimonios de las mujeres que han ingerido la placenta tras el parto aseguran en su mayoría que se sintieron fortalecidas (aunque no se sabe si más que lo que se siente con un buen caldo de pollo) e incluso atribuyen el hecho de no padecer depresión postparto a este acto.
Aunque, la mayoría (y aquí me incluyo yo), serían incapaces de beberse o comerse un trocito de placenta, por muy disimulada que esté y porque no confían en sus propiedades ya que no están científicamente comprobadas o creen que esos supuestos beneficios también se consiguen mediante otros procedimientos que no impliquen comer este órgano tras el parto.
Algunas mujeres muestran por el hecho de comerse la placenta una actitud más afectiva y emocional que de salud (aunque normalmente van combinadas) e incluso a veces no se pretende comer la placenta sino que, para "dignificar" este órgano y darle una segunda vida, se entierran los trocitos en un jardín.
¿En qué lugar te encuentras tú? Después de conocer un poco más acerca de esta práctica, ¿te comerías la placenta tras el parto? ¿Serías capaz de hacerlo por ejemplo en cápsulas? ¿O mejor que se quede en el hospital?
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