Durante los nueve meses de embarazo, el bebé no utiliza sus pulmones para respirar, sino que lo hace a través de la madre. De hecho, sus pulmones tardarán mucho tiempo en madurar, y no será hasta el nacimiento cuando empiecen a funcionar.
Hoy hablamos de la respiración del bebé en el útero materno, cómo le llega el oxígeno, qué circunstancias podrían afectar al suministro y en qué momento el bebé comienza a respirar por sí mismo.
El bebé respira en el útero materno a través de la placenta
Al respirar se produce un intercambio de gases en los alveolos pulmonares con el medio, se desecha el dióxido de carbono y se capta oxígeno. Durante el embarazo, el feto realiza este intercambio de gases a través de la placenta, pues en el seno materno sus pulmones están llenos de líquido, y por tanto inactivos.
La placenta es un órgano fundamental en el embarazo, ya que constituye la conexión vital del bebé con la madre. Su principal misión es la de transmitir los nutrientes al bebé y actuar como 'pulmón fetal', proporcionándole oxígeno a través de la sangre.
Es a través del cordón umbilical por donde se transporta el oxígeno y se elimina el dióxido de carbono. El cordón umbilical está formado por una gran vena y dos arterias más pequeñas: la vena se encarga de transportar la sangre con oxígeno de la madre al bebé y las arterias transportan la sangre sin oxígeno y otros desechos en la sangre del bebé a la madre.
¿Cuándo maduran los pulmones del bebé?
El surfactante pulmonar es una sustancia presente en los pulmones de gran ayuda en la primera respiración tras el nacimiento, pues ayuda a disminuir la presión que ha de realizar el bebé para abrir los alvéolos y que estos se mantengan siempre abiertos y no se cierren al expulsar el aire en cada respiración.
Esta sustancia está presente en el feto a las 34 semanas de gestación, de ahí que ante el riesgo de producirse un parto prematuro los médicos administren a la madre corticoides que ayudan también a favorecer el desarrollo pulmonar del bebé.
Por eso, una de las principales secuelas que experimentan los prematuros tardíos (nacidos entre la semana 34 y 36 de gestación) son los problemas respiratorios tanto a corto y medio como a largo plazo debido a su inmadurez pulmonar.
Cómo y cuándo empieza el bebé a respirar por sí mismo
Durante el parto, el bebé vive una situación de estrés importante y el líquido de sus pulmones se reabsorbe o se expulsa por la boca para que al nacer pueda realizar la primera respiración.
En un parto normal la presión que sufre el tórax del bebé al pasar por el canal del parto, le ayuda a eliminar el líquido pulmonar, mucus y líquido amniótico, facilitando la respiración.
Sin embargo, si el bebé nace por cesárea programada es posible que presente mayores dificultades para respirar, pues su tórax no ha sido comprimido a lo largo del canal del parto. Transcurrirán varias horas hasta que todo el líquido amniótico de los pulmones se elimine por completo, de ahí que los bebés nacidos por cesárea tengan más tendencia a estornudar, toser o atragantarse.
Una vez que el bebé nace, si no se produce el corte prematuro del cordón umbilical, este seguirá proporcionando oxígeno al bebé durante cinco o diez minutos, permitiendo al recién nacido un un descubrimiento calmado y relajado del mundo exterior.
Cuando el cordón umbilical se corta, los vasos se sellan y el bebé ya estará listo para respirar por si mismo.
Situaciones que pueden afectar el suministro de oxígeno durante el embarazo y parto
Si durante el embarazo no llega suficiente oxígeno al bebé, este podría ver afectado su crecimiento intrauterino, presentar bajo peso al nacer o nacer antes de lo estimado, aunque en casos muy graves la vida del bebé podría correr peligro.
Las situaciones que podrían comprometer el aporte de oxígeno al bebé durante el embarazo son, por ejemplo, un nudo en el corcón umbilical, el envejecimiento de la placenta o un asma materno grave y mal controlado.
Aunque muchas de estas situaciones no pueden prevenirse, la embarazada puede contribuir a minimizar los riesgos llevando una correcta alimentación, practicando ejercicio físico (se ha demostrado que la actividad durante el embarazo mejora la función pulmonar del bebé) y manteniendo hábitos de vida saludables.
También es importante saber que la calidad del aire que respira la embarazada repercute directamente en el desarrollo del bebé, asociándose a un bajo peso al nacer y a la aparición futura de ciertas enfermedades.
En el momento del parto pueden darse algunas situaciones que comprometan el suministro de oxígeno del bebé o lo reduzcan. En estos casos, el organismo reaccionará reconduciendo el poco oxígeno que recibe hacia el cerebro y el corazón, dos órganos vitales. Pero cuando el déficit de oxígeno dura mucho tiempo, los principales órganos podrían sufrir daños irreversibles.
Por esa razón, el personal médico actúa con la máxima rapidez ante partos complicados o aviso en monitores de pérdida de bienestar fetal, acelerando el parto o realizando una cesárea de urgencia, a fin de evitar graves consecuencias para la salud del bebé.
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