El poder de la voz de mamá en los bebés

El bebé distingue sonidos sobre la decimosexta semana de embarazo y reacciona ante estos sonidos acelerando su ritmo cardiaco, siente sonidos que provienen de fuera del útero. Pero es alrededor del sexto mes de gestación es cuando el futuro bebé reconoce la voz de su madre y la diferencia entre otras voces.

Tras el nacimiento, el oído del bebé continúa desarrollándose y es fundamental para la adquisición del lenguaje. Pero un aspecto curioso sobre el desarrollo de la audición tiene que ver con el poder que tiene en el bebé escuchar la voz de su madre.

La voz materna es, junto con el contacto y el olor materno, la combinación más eficaz para calmar y confortar al bebé. De hecho, sabemos que cuando la madre habla o canta a su bebé prematuro mientras le realizan alguna intervención médica, disminuye su expresión de dolor. Se encontró también que aumentaban los niveles de oxitocina cuando la madre hablaba a su hijo.

Cuando el bebé oye la voz de su madre, se estimulan en su cerebro más regiones que las que se estimulan al oír otras voces. 

Los súper poderes de la voz materna

Estos súper poderes van mucho más allá de lo auditivo. Según un estudio de la Universidad de Stanford, los cerebros de los niños están mucho más comprometidos con la voz de su madre que con las voces de mujeres que no conocen.

Las regiones del cerebro que responden con más fuerza a la voz de la madre se extienden más allá de las áreas auditivas para incluir aquellas involucradas en el procesamiento de emociones y recompensas, funciones sociales, procesan información sobre la personalidad y sobre el reconocimiento facial.

La voz de mamá activa muchas diferentes regiones en el cerebro del bebé

Décadas de investigación han demostrado que los niños prefieren las voces de sus madres desde que nacen, pero no se había analizado las áreas del cerebro que se activan al hacerlo.

Las regiones del cerebro que estaban más involucradas con las voces de las propias madres de los niños que con las voces de control incluían regiones auditivas, como la corteza auditiva primaria; regiones del cerebro que manejan las emociones, como la amígdala; regiones del cerebro que detectan y asignan valor a los estímulos gratificantes, como la vía de recompensa mesolímbica y la corteza prefrontal medial; regiones que procesan información sobre uno mismo, incluida la red de modo predeterminado; y áreas involucradas en percibir y procesar la vista de rostros.

Oír la voz materna anima las emociones, el afecto, la memoria, y la recompensa, e impulsa las habilidades comunicativas y sociales de los niños.

"La voz es una de las señales de comunicación social más importantes”, dijo Menon, autor del estudio. "Es emocionante ver que el eco de la voz de la madre pervive en tantos sistemas cerebrales".


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