Cada bebé es un mundo, y aunque se trate del más tranquilo del mundo, puede tener momentos (o días), en los que puede estar más nervioso e irritable. Cuando nos encontramos en esa situación, lo primero que debemos hacer es verificar que se encuentre bien (empezando por lo básico, como revisar el pañal y si tiene hambre o sueño), y tranquilizarnos para poder calmarles de una forma cariñosa. Nosotros somos su apoyo, y si nos siente con su mismo estado de ánimo, la escena se convertirá en un bucle sin salida.
¿Por qué un bebé se puede poner nervioso e irritable?
Además de las cuestiones de supervivencia básicas de un bebé (comer, esta limpio y dormir), pueden aparecer otros factores:
- Del ambiente: el bebé puede encontrarse incómodo por un exceso de calor, de frío, de ruido o por tener ropa muy incómoda.
- Necesita sentirte: si un bebé se siente solo es normal que se ponga nervioso. Tras nacer y durante los primeros meses más los bebés continúan un proceso de maduración fuera del útero materno, lo que se conoce como exterogestación. En esta fase, el bebé es especialmente vulnerable y necesita, además de tener cubiertas sus necesidades básicas de alimentación, sentir la protección y calor de mamá.
- Estado de salud: debemos tener en cuenta que hay enfermedades muy comunes entre los bebés (como los cólicos del lactante, los gases, la fiebre, la gastroenteritis u otras infecciones), así que, además de comprobar su temperatura en casa, debemos consultar con el pediatra para descartar alguna de ellas.
¿Cómo relajar a tu bebé cuando está nervioso e irritable?
Dale un masaje
El contacto físico es fundamental para que el bebé se sienta querido y seguro, así que es un gran momento para dar un masaje a tu bebé. Asegúrate que en la habitación hay una temperatura adecuada y utiliza algún aceite adecuado para tal fin. Los masajes, además de calmarles y relajarles, aporta importantes beneficios a su sistema inmunitario.
Dale el pecho, el biberón o el chupete
El reflejo de succión -ya sea nutritiva, de la mano del pecho de mamá o del biberón, o no nutritiva, por el chupete o incluso nuestros dedos-, es muy importante porque además de su utilidad a la hora de alimentarse, les sirve de entrenamiento y también les tranquiliza. No en vano existe términos como la tetanalgesia, que se refiere al el efecto de alivio y consuelo que provoca en el recién nacido y el lactante pequeño el mamar del pecho materno cuando sienten dolor.
Acúnale en brazos
Para un bebé no hay nada como los brazos de sus padres, así que aprovecha ese momento de conexión que supone acunarles con todo nuestro cariño para que el bebé se sienta seguro. Si el bebé se acostumbra a calmarse en tus brazos, lo estás haciendo estupendamente bien.
Sal a dar un paseo en el cochecito
Cuando un bebé está nervioso, y no admite brazos o el portabebé (porque a veces pasa), intenta salir a dar un paseo en cochecito. Su propio movimiento y el de las cosas que puede ver (como las hojas de los árboles), también surte un efecto calmante muy efectivo.
Cántale
Las canciones o melodías les calman y arrullan porque funcionan como una distracción suave para comenzar a respirar de manera relajada. En ocasiones podemos estar hablando y el bebé no nos hará mucho caso, pero cuando comenzamos a cantar logramos captar su atención hacia nosotras y nuestra voz, ya que se ha comprobado que la voz de sus madres incluso más efectiva que un sonido de alarma y que para calmarle, funciona mejor hacerlo cantando que hablándole.
Ponle música
Escuchar música trae innumerables beneficios a los bebés (incluso desde el vientre materno), pero uno de los más importantes a nivel físico es que aumenta el nivel de endorfinas, brindando sensación de bienestar y reduciendo el estrés. De hecho, se utiliza como terapia en niños con hiperactividad, haciendo que las reacciones motoras y su sistema nervioso se equilibren con la intensidad de los estímulos. A música más calmada y relajante, niños más tranquilos.
Juega con él
A veces los bebés simplemente necesitan que les dediquemos toda nuestra atención y jugar es una gran forma de hacerlo. Puedes acercar y alejar un juguete que le guste, darle besos en distintas partes de su cuerpo mientras las nombras, probar el cucu-trás o incluso movier sus extremidades de forma suave. Esa interacción y nuestra sonrisa surtirá un efecto muy positivo en el bebé y le ayudará a calmarse de una forma muy natural.
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