En realidad no es un hallazgo nuevo, porque hace unos años hablé de ello, pero sí es sorprendente porque desde entonces se saben más cosas. Fue en el año 2009 cuando os hablé del microquimerismo fetal, que es el nombre que recibe el fenómeno por el que algunas células del bebé pasan al cuerpo de la madre y algunas células de la madre pasan al feto.
Lo que se sabía por entonces es que las células del bebé eran células madre pluripotentes que podían ayudar a regenerar algunos tejidos y órganos de la madre, aunque también podían afectar negativamente en algunos casos. Ahora sabemos, además, que podrían ayudar a detener las células cancerosas y que pueden llegar incluso al cerebro materno, pudiendo quizás prevenir la aparición del Alzheimer y otras enfermedades cerebrales.
Reparando el corazón, el riñón, el hígado...
Las células madre pluripotentes son un tipo de células que aún no han especificado el tipo de célula que serán. Son tremendamente valiosas porque pueden acabar siendo cualquier célula, y esto quiere decir que en el cuerpo de la madre pueden transformarse en la célula que haga más falta.
Es algo así como si la naturaleza hubiera previsto que en cada embarazo unas pocas células del bebé pasaran a la madre para hacer un "mantenimiento" y ayudarle a reparar algunos órganos de su cuerpo, como queriendo lograr que ese bebé tuviera más probabilidades de sobrevivir, gracias a tener a una madre con un mejor estado de salud.
Al parecer, hay datos de que estas células han ayudado a reparar el corazón de madres que padecían cardiopatías, y es que al analizar sus corazones se vio que algunas células tenían el cromosoma Y, que es exclusivo de los hombres, que habían llegado ahí a partir del embarazo de un bebé varón.
También se han visto estas células en otros órganos como el hígado, el riñón y el cerebro, donde no se sabía muy bien qué función podían llegar a desempeñar.
Estudiando los cerebros de las mujeres
En el año 2012 la web Scientific American habló de un estudio de ese mismo año en el que se estudió el cerebro de 59 mujeres mediante autopsia.
En 37 de 59 se encontraron células con el cromosoma Y (el 63% de la muestra), y se vio que las mujeres con Alzheimer tenían menos células Y. Esto abrió una nueva línea de investigación, muy interesante, porque presenta muchas incógnitas: ¿Hay causalidad? Es decir, ¿tiene algo que ver la existencia de esas células y el que las mujeres tengan menos probabilidad de sufrir Alzheimer o es casualidad? Y por otro lado, las mujeres sin células Y en su cerebro, ¿no podrían acaso tener células X de sus hijas? Porque es probable que las que no las tengan sea porque no han tenido hijos varones pero quizás sí hijas, y tengan células de sus hijas en el cerebro. ¿Acaso no tienen el mismo efecto reparador o protector?
También en ratones
En el año 2015 pudimos leer en Uno más de la familia un estudio hecho con ratones a los que trasplantaban riñones dañados. Cuando estos riñones llegaban a un animal joven, en el 82% de los casos los tejidos se regeneraban. Cuando se trataba de una rata mayor, solo sucedía en un 46%. Lo más sorprendente es que cuando se trasplantaba a una rata mayor embarazada, entonces se reparaban el 96% de los tejidos dañados, en clara muestra de que el embarazo es determinante a la hora de regenerarse.
¿Y lo de las células cancerosas?
Es una hipótesis que abrió otra nueva línea de investigación que ojalá dé resultados positivos. Se piensa que las células que llegan a la mujer a través del microquimerismo fetal pueden influir en su sistema inmune, para bien. Una célula madre del bebé es reconocida por su sistema inmunitario como propia, porque comparte la mitad del código genético de la madre, pero a la vez como parte extraña, porque la otra mitad es del código genético del padre. Esto podría preparar de alguna manera al sistema inmunitario para estar atento a las células que son parecidas a las de uno mismo, pero con algunas diferencias genéticas.
Las células cancerosas son así, parecidas, pero con mutaciones genéticas, y algunos estudios sugieren que las células fetales que pasan del bebé a la madre podrían estimular el sistema inmunológico de la madre para detener el crecimiento de tumores. Por aportar algunos datos, se sabe que hay más células microquiméricas en la sangre de mujeres sanas que en la de las mujeres que han sufrido cáncer de mama.
Pero no todo funciona siempre tan bien, porque a veces el sistema inmune, en vez de utilizar lo aprendido para bien, lo utiliza para mal. Estas células están más presentes en mujeres con esclerosis múltiple que en aquellas que no padecen la enfermedad, y esto quiere decir que podrían provocar respuestas autoinmunes en algunas personas.
De hecho, en 2009 expliqué algo parecido, que en un estudio a mujeres con preeclampsia se observó que tenían aproximadamente 1 célula fetal por cada 1.000 células en la circulación materna, mientras que en las mujeres embarazadas sanas, la proporción era sólo de 1 por millón (aunque de nuevo es necesario probar que una cosa es consecuencia de la otra).
¿Y las células que pasan de madre a hijo?
Hay menos datos sobre este fenómeno, que en realidad es similar, pero sí se ha visto que las células que pasan de la madre al hijo intentan también hacer algo por él: se han observado dichas células tratando de reparar tejido dañado en el páncreas de los niños diabéticos.
¿Sorprendente o no?
¿Sí, verdad? A mí me parece fascinante que durante el embarazo exista este intercambio de células de un ser al otro y que se haya visto que tiene beneficios para ambos. Como he dicho más arriba, da la sensación de que la naturaleza lo tiene todo previsto para intentar que la especie perviva mucho tiempo: en cada embarazo, unas cuantas células de cada bebé llegan para reparar posibles daños que el tiempo o las enfermedades hayan podido dejar, con el fin de intentar que la madre viva el mayor tiempo posible, tanto para cuidar del bebé que nace, como para poder tener más hijos.
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