“Tenga en cuenta que las vacunas pueden darle un poco de fiebre, dentro de un rato déle un poco de paracetamol para evitar que le suba”.
Esta frase ha sido pronunciada cientos de veces por pediatras y enfermeros/as, siempre con la mejor intención del mundo (también yo lo he dicho en alguna ocasión como tratamiento del dolor), con la intención de evitar las molestias que las vacunas pueden llegar a ocasionar en los bebés y niños.
Ahora se demuestra, sin embargo, que la administración de paracetamol como tratamiento preventivo reduce la respuesta inmune de las vacunas.
A esta conclusión han llegado científicos de la Universidad de la Defensa en Hradec Kralove (República Checa) en un estudio publicado en la prestigiosa revista The Lancet.
Tras la administración de las vacunas es habitual que los niños padezcan fiebre y a menudo se ha recomendado dar paracetamol (Gelocatil, Apiretal,...) para evitar que la fiebre suba demasiado o para disminuir las molestias derivadas del aumento de temperatura.
En el estudio comentado se evaluaron a niños vacunados por primera vez y a niños vacunados con refuerzos posteriores divididos en un grupo que recibió paracetamol cada 6-8 horas durante las 24 horas siguientes a la vacunación y un grupo que no tomó esta medicación.
El porcentaje de niños con temperaturas por encima de los 38 grados fue inferior en aquellos que tomaron paracetamol, tanto en las vacunaciones iniciales como en las de refuerzo.
Sin embargo, al evaluar la respuesta del sistema inmune a la vacuna (que recibe el nombre de concentración media geométrica de anticuerpos), observaron que los niños que tomaron paracetamol tenían una respuesta significativamente menor que los niños que no lo tomaron. Dicho de otro modo, los que fueron medicados para no tener fiebre crearon menos anticuerpos que los que no tomaron nada.
La explicación es que parece ser que el paracetamol interfiere en el proceso de reacción del cuerpo ante las vacunas, evitando la correcta interacción entre las diversas células del sistema inmunitario que inician la reacción habitual ante una vacuna.
Tras este descubrimiento la recomendación es que el paracetamol no sea utilizado como método preventivo, sino como tratamiento en el momento en que la fiebre se ha instaurado y produce molestias en el niño, cuando la interferencia del medicamento es menor.
Dicho de otro modo, el momento en que deberíamos dar paracetamol es cuando el niño tiene fiebre (>37,5 ºC) y ésta afecta a su estado general.
La fiebre es la respuesta del cuerpo para combatir la infección y activar las defensas del organismo y esto quiere decir que, en cierto modo, debemos permitir que un niño tenga fiebre (sea la fiebre provocada por una vacuna o por una infección), siempre y cuando no suba demasiado rápido o esté afectando al estado del niño.
Vía | Europa Press
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