La medicina convencional no es infalible, tiene muchos fallos y hay mucho en lo que tiene que mejorar, pero a la vista de la evidencia, tiene también muchos aciertos y es la mejor medicina que tenemos en la actualidad. Por eso no deberíamos darle la espalda sin pensar dos veces en las posibles consecuencias.
Darle la espalda completamente es lo que hace una mujer, madre, que como vegana decidió que sus hijos lo fueran también y optó por no vacunarlos ni darles medicamentos para mantener sus cuerpos "libres de toxinas", según explican en IFLScience.
El padre, en cambio, piensa diferente, y por ello solicitó una orden judicial con el fin de conseguir que los niños tuvieran que ser vacunados, y el Tribunal Supremo de Reino Unido falló a su favor, de modo que los niños tienen que vacunarse.
"Se está comportando de forma obsesiva"
Según el padre, la madre llevaba tiempo comportándose de forma "obsesiva, sobreprotectora y con una mentalidad muy cerrada" en torno al tema de la salud y la alimentación de sus hijos. Al parecer, había llegado al punto de sospechar de todo lo relacionado con la medicina convencional hasta negarse, por ejemplo, a que los niños tomaran siquiera jarabe de paracetamol.
Durante el juicio, la madre defendió sus convicciones al explicar que no es natural que se inyecten metales a los niños y que, como vegana, iba en contra de sus creencias como madre "inyectar algo que se cultiva en células animales, o que se prueba con animales".
No logró que ningún médico la apoyara
El juez hizo uso de una ley de 1989 que permite a la justicia obrar por encima del deseo de los padres si el bienestar de los niños está en juego, y ahora sus hijos serán vacunados según el deseo expreso del padre.
Al parecer, le pidieron a la madre que apoyara su visión con la opinión de algún médico que pudiera argumentar en base a sus principios, pero esto no sucedió. Esto restó fuerza a su defensa y el juez llegó a afirmar que tenía dudas en cuanto a la capacidad de la madre de ser objetiva e imparcial a la hora de escoger lo mejor para sus hijos.
¿De verdad estaban en peligro sus hijos?
Sí, y no. El riesgo para unos niños no vacunados que viven en una comunidad de niños mayoritariamente vacunados es muy bajo. Con una población bien vacunada, que difícilmente cogerá las enfermedades para las que está vacunada, es complicado que se produzcan contagios y, como consecuencia, estos niños están en riesgo bajo.
Si tanto el padre como la madre hubieran decidido no vacunar, difícilmente habrían acabado en los juzgados; pero claro, cuando uno de los dos decide que sí y el otro que no, lo menos arriesgado suele ser vacunar a los niños, porque cuantos más niños haya sin vacunar, menor es la protección de una comunidad.
Además, no está claro que los niños no vacunados tengan una mejor salud en general que los niños vacunados (al menos no por esta cuestión). Ya hace años hablamos del estudio KIGGS, que los antivacunas utilizaban para demostrar que sus hijos sufrían menos enfermedades: la realidad es que no está claro que ningún grupo de niños tuviera mejor salud que el otro.
Tres millones de vidas se salvan cada año
Por otro lado, cabe resaltar que las vacunas podrían estar salvando, cada año, a tres millones de niños, de modo que, aunque podrían ser mejores (ojalá existieran vacunas sin efectos secundarios), parecen mejores que la otra opción, que es no hacer nada y esperar a ver si se produce o no el contagio por el virus o bacteria que se pretende evitar.
Además, los gráficos que muestran las diferencias entre las épocas sin vacuna y las épocas con vacuna saltan a la vista.
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