Pero todavía hoy existe un gran problema a la hora de detectar estos casos, así nos encontramos que el 70% de los niños y adolescentes que padecen depresión o algún tipo de trastorno emocional, están sin diagnosticar. Existen varios motivos de que esto ocurra. Uno seria, como hemos comentado, la negación a que los niños también puedan deprimirse, lo que lleva a obviar esta patología. También es muy difícil de diagnosticar por que los síntomas difieren a los de los adultos. Los signos típicos de la depresión infantil son: tristeza, irritabilidad, anhedonia (pérdida del placer), llanto fácil, falta del sentido del humor, sentimiento de no ser querido, baja autoestima, aislamiento social, cambios en el sueño, cambios de apetito y peso, hiperactividad, disforia e ideación suicida. Además se hace más dificil su diagnóstico porque los niños no "verbalizan" la depresión.
Entre el 20 y el 50% de los niños que la padecen tienen antecedentes familiares. Si son los padres los que tienen la enfermendad, la probabilidad aumenta a un 50%. Otros factores que también influyen son: experiencias adversas en la niñez, interacción genética y ambiental y los factores psicosociales.
Se ha realizado un protocolo de detección precoz para intentar diagnosticarla y tratarla lo antes posible. Según éste, los aspectos en los que tenemos que poner máxima atención son: buen estudiante que se vuelve desafiante y difícil, fobia escolar, ideas relacionadas con desastres y muertes, desmoralización y falta de diversión, y quejas con síntomas físicos que producen múltiples visitas a diferentes médicos.
Es muy importante esta detección precoz ya que en un alto número de casos, la depresión que comienza antes de los 18 años persiste en la edad adulta.
Vía | Europa press Más información | Psicólogo infantil