Los pequeños suelen pasarse el verano entero a remojo en la piscina o el mar, jugando a zambullirse, buceando y sin importarles el tiempo que permanecen dentro del agua. Esto puede hacer que sus oídos se acaben resintiendo y taponando, provocando una desagradable sensación de la que no siempre es fácil librarse.
Si tus hijos se quejan de tener los oídos taponados te compartimos una serie de consejos ofrecidos por el equipo de audiólogos de Alain Affelou que podrían ayudarles. Además, repasamos los principales cuidados que deben tener los oídos de los peques en verano.
¿Por qué se taponan los oídos y cómo podemos aliviar las molestias?
Actividades como el buceo, el montañismo o volar en avión, entre otras, pueden provocar cambios en la presión ambiental que obstruyan las delicadas estructuras del oído, provocando un taponamiento.
Aunque por lo general, el taponamiento es una incomodidad pasajera que tiende a resolverse de manera espontánea, en algunos casos el niño podría quejarse también de dolor en los oídos e incluso presentar una leve sordera.
En verano es muy frecuente que los niños se quejen en algún momento de oídos taponados, pero si la molestia persiste, se agrava o nos surge alguna duda al respecto es importante consultarlo con el pediatra o el otorrino, pues podría deberse a otros problemas que requieran de una atención especial (por ejemplo, tapones de cerumen, alergia, sinusitis, problemas en la trompa de Eustaquio, infección de oído...)
Con el fin de aliviar el taponamiento de oídos que puede presentarse durante o después del baño, te compartimos los siguientes consejos:
Utiliza tapones si el pediatra lo recomienda
Por lo general, los tapones de silicona o cera son una gran ayuda para cerrar el canal auditivo al paso del agua y reducir así la probabilidad de tamponamiento y de padecer otitis. Pero antes de utilizarlos es conveniente preguntar al pediatra, pues en ocasiones se desaconseja su uso porque podrían empujar hacia dentro la cera de los oídos y provocar un tapón o una infección.
Si optáis por ellos, es importante manipularlos y conservarlos de manera higiénica y retirarlos cuando el niño haya salido del agua. Una vez retirados, le secaremos bien la parte externa de los oídos con una toalla limpia; un gesto que, según los expertos, adultos y niños deberíamos incorporar a nuestra rutina diaria tras la ducha.
Equilibra la presión
Ante el taponamiento de los oídos, debemos intentar que la presión vuelva a equilibrarse. Para ello, podemos indicar a los niños que bostecen o abran la boca imitando ese gesto, o que "soplen por las orejas", es decir que se tapen la nariz y la boca e intenten expulsar el aire haciéndolo salir por los oídos.
La masticación también contribuye a equilibrar la presión de los oídos gracias al movimiento de los músculos de la mandíbula, por lo que se convierte en una buena solución especialmente durante viajes en carretera con cambios de altitud o durante vuelos en avión.
Usa la fuerza de la gravedad como aliada
Si a pesar de secar los oídos, el niño sigue notando molestias, le diremos que se recueste sobre el lado que le incomode, apoyando la oreja en una toalla limpia y seca. La combinación de esta postura con el calor natural que se genera, ayudará a drenar el agua que queda en el conducto auditivo y a destaponar los oídos.
Otro truco para extraer el agua que haya podido quedar dentro, es pedir al niño que ladee la cabeza y de pequeños saltos. La presión ejercida por el salto hará que el líquido que haya quedado dentro salga con más facilidad.
Prohibido introducir cuerpos extraños
Los oídos son una estructura muy sensible por lo que jamás debemos introducir objetos o bastoncillos con el fin de aliviar la presión o destaponarlo, pues los cuerpos extraños pueden provocar lesiones en esta zona tan delicada, a veces incluso irreversibles.
Otras pautas para cuidar los oídos de los niños en verano
Pero la presión provocada por las zambullidas y el buceo, con su consiguiente taponamiento, no es la única molestia para los oídos típica de esta época del año. Otros problemas que pueden aparecer y que debemos procurar evitar son:
- La aparición de otitis de las piscinas, que se manifiesta con un dolor fuerte y molesto en el oído que se incrementa al tocarlo. También puede notarse secreción líquida que al principio suele ser de un color claro, pero después se torna más espesa y amarillenta como el pus.
La humedad o las aguas poco higiénicas, entre otros factores, son las causantes de la aparición de esta infección en los oídos de nuestros pequeños. Las bacterias presentes en el agua provocan la inflamación de la piel que recubre el conducto auditivo externo, produciendo la otitis.
- Formación de tapones de cera, pues la cera acumulada en el oído absorbe el agua del mar o de la piscina y se hincha, provocando la formación de un tapón.
- El exceso de ruido o la música muy elevada también puede dañar los sensibles oídos de los niños.
- Las corrientes de aire o el frío del aire acondicionado pueden incidir en los oídos provocando dolores y molestias. Para evitarlo, se aconseja mantener una temperatura constante de unos 22-24º, que el aire no incida de manera directa, y colocar recipientes con agua para humedecer la estancia.
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