Jugar con un niño puede llegar a ser agotador. Seguro en más de una ocasión te has encontrado con que tu hijo pareciera tener toda la energía del mundo, mientras que a ti te la han robado toda. Mi teoría era que nos la robaban mientras dormíamos o algo similar, pero resulta que hay una explicación científica detras de ello.
Un nuevo estudio nos muestra por qué nuestros hijos parecen no cansarse nunca: el secreto está en sus músculos y cómo producen energía. Te compartimos los resultados.
El estudio
Publicado en Frontiers in Physiology, el estudio analizó los perfiles metabólicos de los niños y los comparó con los de atletas de alta resistencia, para analizarlos durante ejercicios de alto impacto, considerando entre otras cosas, la recuperación muscular después de participar en dichos ejercicios.
El estudio dividió a sus participantes en tres grupos: 12 niños con edades entre 8 y 12 años, 12 hombres sin actividad o entrenamiento físico con edades entre 19 y 23 años, y 13 atletas de alta resistencia con edades entre 19 y 27 años. Los participanes participaron en dos sesiones experimentales, separadas cada una de la otra por 48 horas.
Se les sometió a distintas pruebas y se tomaron diferentes medidas en cada sesión experimental. Se analizó particularmente cómo producían energía sus cuerpos, si de forma aeróbica (con necesidad de oxígeno) o anaeróbica (sin necesidad de oxígeno y que regularmente causa fatiga muscular.
Se encontró que los niños utilizan más su metabolismo aeróbico, y se cansan menos al hacer ejercicios de alta intensidad. Además, la velocidad en la que su ritmo cardíaco regresa a la normalidad es más rápida que la de los atletas.
Los investigadores también encontraron que conforme vamos madurando, se presenta un efecto adverso en la producción de energía al ejercitar los músculos, por lo que el entrenamiento aeróbico podría ser una prioridad antes y después de la adolescencia, para que el cuerpo su potencial aeróbico y se retrase el desarrollo de la fatiga ocasionada por la actividad física.
Papás, ¡a movernos más!
Pasar una tarde jugando, saltando y corriendo con niños puede llegar a sentirse como un maratón, especialmente si no estás acostumbrado a realizar actividad física. En mi caso recuerdo muchas veces sentirme agotada, cuando mi hija de tres años deseaba que siguiéramos corriendo o jugando, preguntándome a dónde se fue mi energía.
Mucho tiempo me pregunté si era normal sentirme tan cansada, dudando si sería la única madre en el mundo que duraba tan poco tiempo jugando con su hija. Incluso me preguntaba si sería la edad, aunque apenas estaba por cumplir los 30 años.
Pero en realidad, como vimos en el estudio, no es solamente una cuestión de la edad, sino de la resistencia y recuperación muscular que tenemos cada quién. Básicamente, de la condición física que tengamos.
Desde hace seis meses he estado asistiendo diariamente a un gimnasio donde sigo las rutinas que me indica un entrenador personal, y además de sentirme mejor, he notado que ya no me siento fatigada como antes cuando juego con mi hija.
Creo que al ejercitarnos les damos un buen ejemplo, fomentamos el mantenerse activos conforme vayan creciendo, además claro, de los beneficios que obtenemos nosotros mismos para nuestra salud física y emocional.
Así que ahora que ya sabemos por qué los niños parecen no cansarse nunca, ¡activémonos más! Pues de este modo también podremos disfrutar aún más esas tardes de juego junto a nuestros hijos.
Fotos | iStock
Vía | La Razón
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