El diagnóstico es fácil y no hacer falta hacer ninguna prueba, sólo en casos muy dudosos. El peque presenta primero unos días como un catarro con fiebre, se encuentra con mal estado general, y después comienza con unos granitos por todo el cuerpo con diferentes formas, al principio son vesículas que se rompen y se forman costritas.
La enfermedad será contagiosa hasta que todos los granitos estén en forma de costra. Es tan infeccioso que hasta el 80-90 por ciento de los convivientes suceptibles acaban por contagiarse.
El tratamiento es sencillo y sólo sintomático, no podemos conseguir que se cure antes. Se trata de dar antitérmicos como el paracetamol para la fiebre (nunca aspirina), algún antiséptico tipo clorhexidina o betadine en las heriditas, y algún antihistamínico infantil si existe mucho picor. También se recomiendan baños con jabón de avena para aliviar el picor.
En casos de niños muy pequeños o con alguna enfermedad de base se puede intentar tratar con un antiviral, pero su uso es controvertido. Si las heridas se sobreinfectaran podría ser necesario usar una pomada antibiótica. Es importante aislar al niño de los otros pequeños y también de todas las embarazadas.
Pero, ¿qué pasa cuando el niño empieza con los síntomas y su madre o alguien de su entorno está embarazada? Lo primero es averiguar si la gestante ya pasó la enfermedad anteriormente. Si esto fue así, la mujer ya se quedó inmunizada y entonces no existe ningún riesgo. En el caso de que la mujer hubiera sido bien vacunada contra la enfermedad, quedaría inmunizada y tampoco existiría riesgo alguno.
En España, menos del 5 por ciento de embarazadas son susceptibles a la varicela. Si la madre no sabe con seguridad si pasó la enfermedad o si fue vacunada, debe de acudir inmediatamente a su ginecólogo.
Durante el primer y tercer trimestre de embarazo se realizan serologías de diferentes enfermedades infecciosas entre las que se encuentra la varicela, para saber si la futura mamá pasó ya estas enfermedades o fue vacunada o por el contrario continúa siendo suceptible a ellas. Además, se comparan los análisis de ambos trimestres para saber si durante el embarazo se contrajo alguna de estas infecciones.
En el caso de que las serologías confirmen que no se está inmunizada, y la madre ha tenido contacto con un niño enfermo, existe un pequeño riesgo de que se trasmita el virus al feto. Este contagio es peligroso durante el primer-segundo trimestre (entre la 8 y la 20 semana aproximadamente) y sobre todo en los últimos días antes del parto.
Si se contagió al inicio del embarazo, las consecuencias pueden ser más graves y el feto puede sufrir malformaciones de diferente tipo. Si el bebé se infecta justo antes del parto, el niño puede padecer a las pocas semanas de nacer una varicela neonatal que puede ser más o menos grave dependiendo del momento de contagio.
Para evitar que el feto sufra alguna de estas alteraciones, se trata a la embarazada o al recién nacido expuesto con una inyección de inmunoglobulina específica contra el virus que es eficaz para parar esta enfermedad.
Es importante recalcar la importancia de la vacunación de las mujeres contra la varicela para evitar todos estos casos. Recordemos que no hay consenso entre las diferentes Comunidades Autónomas y en cada zona se vacuna a diferentes edades. La AEP recomienda vacunar a partir de los 15 meses de edad.
Un último apunte, hay que ser muy cuidadoso a la hora de llevar a un niño enfermo a un hospital. Las urgencias de los hospitales se encuentran ahora abarrotados de niños y madres suceptibles, y todos sabemos las horas que se puede estar en una sala de espera y la alta probabilidad de contagiarla al compañero.
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