Empezaré diciendo que yo también lo hice. Cuando ni mis amigos ni yo teníamos hijos, cuando los bebés que conocía mejor eran los de los anuncios, cuando aún llevaba libros o música para intentar relajarme durante un viaje… me he cambiado de asiento para evitar estar cerca de los niños.
Por eso, aunque mucha gente considere que este comportamiento es indigno de seres humanos que fuimos niños, hoy me lo tomo con humor cuando veo que otras personas emprenden esta pequeña y más o menos disimulada “huida” cuando se sientan cerca de mi ruidosa familia.
Los entiendo, y por suerte el barco o el tren son lo suficientemente grandes para escoger sitio y todos quedar más o menos contentos. Al final, parece que las familias nos agrupamos, inmunizadas al “barullo”, aunque en temporada alta pocos “solteros" pueden estar con esa tranquilidad y silencio idílicas…
Si vas en avión el asunto cambia, tal vez por eso se ha llegado al extremo de complacer a todos y crear espacios “child free" en vuelos, al modo de los hoteles que no aceptan niños. Pero esas son otras historias.
Siempre que se respete y se comprenda a los niños (por ejemplo, que no se les increpe cuando lloren) o que los padres velen para que los niños guarden un comportamiento que no moleste al resto, la convivencia comprensiva va a ser posible en espacios comunes, o eso quiero creer.
No me gustaría que el año que viene hubieran hecho en el barco una sala exclusiva para familias con niños, o que me encontrara con algunas dificultades para la reserva como las que hay en ocasiones al intentar reservar alojamiento. Al contrario, he observado con agrado que nos han dejado embarcar antes (cuando la fila estaba a pleno sol) o que a bordo hay un nuevo programa de animación infantil.
Me gusta convivir con las personas que tienen y que no tienen hijos, y de entre las que no tienen hijos, con las que se interesan por las mías y les hablan simpáticos junto con las que se cambian de asiento para buscar un poco de tranquilidad.
A muchas de ellas, como a mí, les llegará el momento de “traspaso" de los libros y la música por pañales y potitos. Y seguirán teniendo junto a ellos personas que se cambian de asiento porque tienen a sus hijos cerca…
Foto | Eva Paris en Bebés y más
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