Colecho con el bebé: dormir juntos para mejorar la relación

Si hiciéramos un viaje en el tiempo a épocas pasadas, o si simplemente hiciéramos un viaje a otros países, nos daríamos cuenta de que dormir con el bebé es una de las cosas que se han hecho siempre y que se siguen haciendo en muchos sitios.

Que se haya hecho siempre no tiene por qué ser una muestra de que esté bien, porque todos sabemos de cosas que se han hecho "toda la vida" y ahora es mejor no repetir, sin embargo el colecho con el bebé tiene más argumentos a favor que ese, y entre ellos está el hecho de que dormir juntos mejora la relación con el bebé.

¿Qué relación tengo que mejorar? Yo ya le adoro

Para que no haya malentendidos, el hecho de dormir separados no tiene por qué significar que entre el bebé y sus padres haya, o habrá, una mala relación. Más bien se trata de unir más los lazos, si cabe, de aprovechar las noches para seguir pasando tiempo con nuestro hijo y de hacer que obre esa máxima que dice que el roce hace el cariño.

Compartiendo tiempo, también de noche

Algunos os estaréis preguntando... ¿pero qué lazos se van a unir, si estás durmiendo? A lo que yo respondo: "los mismos que se unen cuando una pareja empieza a dormir junta". Imaginad que yo ahora os dijera que mi mujer y yo llevamos meses durmiendo separados. Me preguntaréis el porqué. Pensaréis que no nos llevamos bien, que nuestra relación pasa por algún bache, que el amor ha dejado paso a la costumbre y que las ganas de estar juntos en todo momento han dado paso a la comodidad, al "dormimos separados porque así descansamos mejor".

Pues con los niños pasa algo parecido. Compartir la noche no sólo es dormir, porque sino, como digo, las parejas dormirían separadas para no tener que andar tirando de la manta porque ella te la ha quitado o para no tener que acabar en un rinconcito porque a ella le encanta dormir en diagonal.

Los que hemos dormido con nuestros hijos lo sabemos bien. Abrir los ojos y verles a tu lado, respirando entregados al sueño y al descanso, con sus caritas relajadas, sus labios entreabiertos, sus manitas tocándote y sus cuerpecitos dentro de esos graciosísimos y diminutos pijamas es algo que ningún padre debería perderse.

Ellos no están haciendo nada, sólo dormir y, como mucho, buscar el contacto para no sentirse solos (que no es poco, ojo). Pero tú, teniéndolos ahí a tu lado, mirándoles mientras piensas que son preciosos, sabiendo que duermen tranquilos porque son conscientes de que estás ahí a su lado, protegiéndoles, te estás enamorando cada día un poco más de ellos.

Y esos momentitos, esos "pero madre mía, qué cosita más pequeñita" y esos aguantarte las ganas de darles un superabrazote hacen que les quieras más, que cuentes más con ellos, que de día tengas un poquito más de paciencia con ellos, que les regales esos abracitos que te guardaste de noche cuanto los tengas a tu lado despiertos y que, en general, os llevéis mejor, se sientan mejor y todo vaya más fluido.

El roce hace el cariño, el cariño promueve la comunicación, la comunicación genera confianza, la confianza hace que mejore una relación y cuanto mejor es una relación mayor es el roce entre las personas. Y esto vale también con nuestros hijos. Cuanto más tiempo pasemos con ellos, incluso de noche, mejor nos llevaremos en general y mejor será la convivencia.

Aún no puedo entender cómo hay padres que se pierden esos momentos nocturnos. Y lo peor es que, una vez se los han perdido, nunca los tendrán.

Foto | Thinkstock En Bebés y más | Las diez prácticas de crianza más controvertidas: el colecho, Cómo practicar el colecho de manera segura y sin riesgos, Cinco grandes ventajas del colecho

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