Para llegar a esta conclusión, estudiaron a 18.555 mujeres sanas que intentaron quedarse embarazadas entre 1991 y 1999. Por cada 2% de calorías ingeridas procedentes de grasas trans en sustitución de hidratos de carbono, el riesgo de infertilidad aumentaba un 73% y por cada 2% de la energía mencionada consumida en sustitución de grasas poliinsaturadas omega-6, ascendía a un 79%. Hay que tener en cuenta que en una dieta de 1.800 calorías, un 2% representan 4 gramos de grasas trans.
El equipo de la Escuela de Salud Pública de Harvard (Boston), dirigido por el doctor Jorge E. Chavarro, nos recomiendan la exclusión de estos alimentos en la dieta de las mujeres que busquen quedarse embarazadas, y también en las que no tengan intención, pues las grasas trans, entre otros perjuicios, provoca un desequilibrio en nuestro metabolismo que se asocia a la posibilidad de sufrir alguna de las enfermedades cardiovasculares existentes, además propicia unos niveles de colesterol muy elevados. Ya son muchos los estudios que han demostrado lo perjudicial que es no comer sano y se toman iniciativas que intentan prevenir este consumo, como un etiquetado de los productos real, la educación de la población para comprender las etiquetas, la prohibición del uso de grasas trans en restaurantes (de momento en Nueva York), en fabricas de productos alimenticios, etc.
Si además de cuidar nuestra salud beneficiamos nuestra fertilidad, no hay duda de lo que nos conviene comer ¿no?.
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