El embarazo encoge el cerebro pero lo hace más fuerte: una neurobióloga se hizo 26 resonancias para crear el primer mapa detallado del cerebro durante la gestación

El embarazo encoge el cerebro pero lo hace más fuerte: una neurobióloga se hizo 26 resonancias para crear el primer mapa detallado del cerebro durante la gestación
Sin comentarios

En un enfoque nunca antes visto sobre el embarazo y el cerebro, la neurocientífica cognitiva Liz Chrastil convirtió su propia experiencia de gestación en un experimento.

Inspirada por su deseo de comprender cómo el torrente hormonal que ocurre durante el embarazo afecta el cerebro, Chrastil decidió someterse a 26 resonancias magnéticas antes, durante y después de su embarazo, lo que la llevó a crear el primer mapa detallado del cerebro en este período tan específico, que acaba de publicarse en un nuevo estudio.

Monitorear de manera continua el cerebro durante el embarazo

La decisión de esta neurobióloga surgió al planificar junto a su marido una fertilización in vitro. Con el respaldo de Emily Jacobs, neurobióloga de la Universidad de California en Santa Bárbara y también codirectora de la investigación, experta en cómo las hormonas sexuales afectan al cerebro, iniciaron esta investigación única.

A pesar de que estudios previos ya habían analizado los efectos del embarazo en el cerebro, estos se centraban solo en los cambios antes y después del parto. Nadie hasta entonces había monitoreado de manera continua el cerebro durante todo el proceso gestacional.

Chrastil entró en un escáner 26 veces, empezando tres semanas antes de la concepción y continuando hasta dos años después del parto, para obtener una imagen clara y progresiva de los cambios cerebrales.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue la reducción en la materia gris, encargada de funciones como las emociones, el lenguaje y el razonamiento. La corteza cerebral se adelgazó y el volumen total del cerebro disminuyó.

"Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue la reducción en la materia gris, encargada de funciones como las emociones, el lenguaje y el razonamiento."

Sin embargo, también se observó un aumento en la fortaleza de la materia blanca, responsable de las conexiones entre las neuronas. Este fortalecimiento (las conexiones que transmiten información entre las células cerebrales) nunca antes había sido documentado en el cerebro humano durante el embarazo.

En las siguientes imágenes se muestra un mapeo de los efectos del embarazo sobre la actividad cerebral en estado de reposo, y podemos observar cómo cambia su estructura y funcionamiento (materia blanca y gris).

Los hallazgos abren una nueva ventana para entender cómo el cerebro se remodela de manera significativa a lo largo de la vida adulta. Este cambio estructural cerebral es similar al que ocurre durante la adolescencia, otro período de transformación hormonal importante, lo que sugiere que el cerebro se ajusta a nuevos desafíos y demandas, como el de la maternidad.

En relación a ello, según Laura Pritschet, investigadora postdoctoral de psiquiatría en la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania y autora principal del nuevo estudio, "en la adolescencia, vemos un aumento considerable de hormonas que parecen remodelar el cerebro y promover un conjunto de comportamientos asociados a esa etapa de la vida", también citada en The Wall Street Journal.

Por otro lado, además de los cambios cerebrales, el cuerpo de la mujer también experimenta una serie de adaptaciones durante el embarazo. El flujo sanguíneo aumenta en un 50% y el consumo de oxígeno sube alrededor de un 20%, y las hormonas, como el estrógeno y la progesterona, inundan su sistema en niveles entre 100 y 1.000 veces superiores a los normales.

El cerebro se prepara para los retos de la maternidad

Aunque aún no se comprende del todo por qué se produce esta alteración estructural del cerebro, los investigadores sugieren que podría estar relacionado con la preparación para los retos de la maternidad, específicamente en el establecimiento del vínculo entre la madre y el bebé.

Los estudios realizados en animales, como ratones y ratas, han demostrado que estos cambios cerebrales que resultan en comportamientos maternos les ayudan a atender mejor a sus crías.

"Las ratas madre se vuelven más sensibles a las subvocalizaciones de las crías. Pueden oír con mayor fidelidad. Su sentido del olfato se agudiza. Esto les ayuda a encontrar y atender a las crías", señala Emily Jacobs, neurocientífica de la Universidad de California.

Por otro lado, la relación entre los cambios en el volumen de la materia gris y el apego maternal es uno de los puntos clave de la investigación. La neurocientífica Susana Carmona, pionera en el estudio de cómo el embarazo afecta al cerebro humano, señala en The Wall Street Journal que cuanto mayor es el cambio en el cerebro, más fuerte es el apego entre la madre y su bebé.

Los investigadores ahora están explorando cómo esta reorganización cerebral contribuye a mejorar la capacidad de la madre para cuidar y conectar con el bebé.

Crear una base de datos amplia y robusta de mujeres para generalizar los resultados

El estudio de Chrastil es considerado un experimento de prueba de concepto, ya que ella fue la única participante. Por tanto, los resultados no pueden generalizarse a toda la población femenina. No obstante, Chrastil y Jacobs están trabajando en ampliar el estudio, reclutando a más mujeres para crear una base de datos amplia y robusta.

Esta base será clave para establecer patrones normativos y comprender mejor las transformaciones cerebrales asociadas al embarazo. Así, esta investigación sugiere que el embarazo no solo cambia el cuerpo de la mujer, sino también su cerebro, volviéndose más conectado y adaptado para las exigencias de la maternidad.

"El embarazo no solo cambia el cuerpo de la mujer, sino también su cerebro, volviéndose más fuerte y adaptado para las exigencias de la maternidad."

Y aunque aún queda mucho por descubrir, este estudio sienta las bases para comprender los mecanismos detrás de los profundos cambios neuronales y su impacto en el vínculo materno, lo que podría abrir nuevas vías para abordar trastornos como la depresión posparto o mejorar la salud mental materna.

Foto | Portada (Liz Chrastil con su bebé, junto a imágenes del estudio)

Temas
Inicio