Al menos a mí me sucede que no puedo ni darme una ducha sin compañía en el horario en que están las niñas en casa, que durante las vacaciones es completo.
Desde que me levanto hasta que me acuesto no me despego un segundo de las chicas, excepto para mis dos horas semanales de pilates que son sagradas, pero más que por una cuestión física, que también hay cosas que acomodar después de dos partos, por tener un recreo mental.
Es lógico que las madres que nos encontramos en esta situación nos sintamos saturadas, atajar tantos frentes es agotador especialmente si tienes niños pequeños que dependen de los padres absolutamente para todo.
Por eso, creo que es fundamental que encontremos una actividad como vía de escape ya sea un gimnasio, un taller de manualidades, una salida semanal con amigas o lo que nos guste hacer que nos distraiga de los pañales, los biberones, la ropa, la casa y demás obligaciones cotidianas.
Necesitamos un cable a tierra que nos haga olvidar por un rato del estrés diario, aunque te parezca que no tienes tiempo, háztelo como sea pues ganarás en salud.
Estar sobresaturadas no nos permite disfrutar de la vida familiar, por eso encontrar un espacio propio para encontrarnos con nosotras mismas nos hará volver a casa con la mente despejada y con las pilas recargadas para disfrutar a pleno de la pareja y de los hijos.
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